El mito de la infancia feliz
Crece el número de consultas psiquiátricas. El 10% de los niños padece alguna patología
Chiste de psiquiatras: 'Dos padres acuden a la consulta del médico abrumados por los problemas de comportamiento de su hijo. Diagnóstico del especialista: a este niño le faltan los límites. Los padres se miran aliviados y contestan: No se preocupe doctor, en cuanto salgamos a la calle se los compramos'.
El mito de la felicidad infantil apenas tiene un siglo de vida y ya golpea con fuerza a las nuevas generaciones de infantes. 'Una de las falacias de la sociedad contemporánea radica en pensar que la felicidad se encuentra fuera de uno mismo, y que los bienes materiales hacen más gozosa la vida, la nuestra y la de nuestros hijos. Por eso queremos comprarlo todo, incluso su felicidad', afirma María Jesús Mardomingo, presidenta de la Asociación Española de Psiquiatría Infantil y Juvenil y directora del curso El mito de la infancia feliz, que ayer comenzó en El Escorial dentro del ciclo de verano.
El mito de que la infancia es un periodo de la vida muy feliz no es real, según los psiquiatras, quienes destacan la gran dependencia con la que nace el ser humano, mucho mayor que el que tienen otras especies. 'El niño es un individuo muy necesitado de atención por parte de los padres y de la sociedad, pero unos y otros a veces no saben o no quieren atenderle de forma correcta', coinciden los médicos.
'Si un niño propenso a enfermar vive en un círculo lleno de afecto y educación, tal vez no lo manifieste'
Las cifras cantan: en la actualidad, el 10% de los niños y el 20% de los adolescentes muestran antes de iniciar la vida adulta algún tipo de trastorno psiquiátrico. 'Alrededor de un 8% de los adolescentes sufre una depresión en algún momento de su juventud y el 5,5% padece síntomas de ansiedad', apostilla María Jesús Mardomingo.
Las consultas de los psiquiatras infantiles están llenas, aunque los especialistas no se ponen de acuerdo sobre las causas. Algunos son de la opinión de que está aumentando el número de niños enfermos, otros aseguran que simplemente han mejorado los canales de diagnóstico.
María Jesús Mardomingo recuerda, además, que muchos niños no están enfermos, sino que no han sido educados. 'La falta de autoridad en la familia y, sobre todo en la escuela, están impidiendo el desarrollo social y emocional de los más pequeños. No quiero ser alarmista, pero no creo que sea desmesurado hablar de catástrofe educativa'.
La falta de límites, de protección y de normas básicas de educación son factores desencadenantes de patologías como la ansiedad, la depresión, los trastornos de conducta, la hiperactividad, el déficit de atención y los trastornos obsesivos-compulsivos, las enfermedades que hoy prevalecen entre los más jóvenes, según el doctor Celso Arango, médico del Hospital Gregorio Marañón de Madrid, para quien el riesgo genético nunca es causa determinante en la aparición de un trastorno psiquiátrico. 'La interacción con el medio ambiente es lo que hace que se exprese o no se exprese finalmente la enfermedad', afirma.
Los factores genéticos y la vulnerabilidad personal inciden en un 50% sobre el desarrollo de las enfermedades psiquiátricas, 'pero si un niño propenso a desarrollar un trastorno de agresividad vive en un círculo lleno de afecto y educación tal vez nunca la manifieste, o ésta sea fácilmente reconducible. Un ambiente agresivo, por el contrario, puede transformar la situación en una bomba de relojería', insiste Mardomingo.
El profesor de Psicología de la Universidad CEU-San Pablo, Amable Cima, recomienda aprovechar el tiempo de las vacaciones de verano para a hablar y escuchar a los niños, y así prevenir los problemas en la adolescencia. 'Durante julio y agosto, los niños tienen que aprovechar para descansar, sentirse libres y divertirse, pero también es un buen momento para estimular su inteligencia emocional y aumentar su nivel cultural. 'No deben dejar de leer y es muy recomendable acompañarles a exposiciones y conciertos, e ir al cine y al teatro con ellos', asegura.
En cuanto a los niños que tienen que recuperar asignaturas en septiembre, este especialista aconseja 'no convertir la recuperación en una especie de infierno. Han de tener tiempo para descansar, relajarse y hacer las mismas cosas que los demás niños, de lo contrario empezarán el curso cansados y su rendimiento será menor'.
Faltan psiquiatras infantilesSeñal de alarma
'La mitad de los trastornos psiquiátricos comienza en la infancia, pero su detección a veces resulta imposible por falta de medios'. La profesora de Psiquiatría Infantil de la Universidad de Santiago de Compostela, María Dolores Domínguez, puso ayer el dedo en la llaga al mencionar uno de los problemas que aún padece la medicina española: la falta de reconocimiento de la psiquiatría infantil como especialidad.'En Europa todos los países, excepto Albania y España, tienen reconocida la especialidad', recuerda el doctor Celso Arango, para quien el obstruccionismo profesional de los pediatras, que a menudo se creen capaces de abordar este tipo de problemas clínicos, ha impedido hasta la fecha la homologación con Europa. 'Esta situación está perjudicando los diagnósticos, y todo el mundo sabe que un mal abordaje clínico termina cronificando las enfermedades'. María Jesús Mardomingo apunta también razones económicas: 'Los fondos que la administración central y las comunidades autónomas deberían inyectar para formar a los especialistas son tan cuantiosos que dudo que el ministerio de Sanidad se replantee la situación', asegura.Todos los expertos coinciden en que el tratamiento de los niños es más complejo que el de los adultos, requiere 'un arte especial' y una interacción más estrecha con los pequeños, a quienes los psiquiatras son capaces de detectar patologías incluso antes de cumplir el año, como el autismo.Además, en los últimos tiempos, los médicos se están enfrentando a enfermedades que habían desaparecido del panorama clínico nacional, y que vienen de la mano de los niños inmigrantes. Es el caso de las histerias, 'propias de sociedades en las que el pensamiento mágico y la superstición prevalecen', según señala Pedro Manuel Ruiz Lázaro, psiquiatra del Hospital Clínico de Zaragoza. Estos niños que se creen ciegos o inválidos sin tener defectos neurológicos.