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Columna
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Elecciones

Estamos en pleno proceso electoral: elecciones por duplicado en la Comunidad de Madrid, elecciones en Cataluña y elecciones generales dentro de cuatro meses. Y la carrera por ofrecer mayores servicios públicos gratuitos y rebaja de impuestos ha comenzado.

En los bienes privados, su nivel de producción se determina por el mercado a través del sistema de precios; la intersección de las curvas de demanda y oferta de un bien produce el equilibrio. Las variaciones en los gustos de los consumidores se transmite a las empresas a través del sistema de precios, lo que las induce a aumentar o reducir la producción.

En los bienes públicos, las decisiones sobre la asignación de recursos es totalmente diferente al no existir mercado y al no darse en los mismos los principios de exclusión y de rivalidad en el consumo y financiarse coactivamente vía impuestos. En el sector público se da una relación de agencia entre ciudadanos y políticos, para que éstos decidan gastar los impuestos en los programas de gasto público que, a su juicio, resultan más beneficiosos para los ciudadanos.

Todo gratis para todo el mundo, cualquiera que sea su nivel de renta, es imposible

En estas circunstancias, ¿cuál es el comportamiento de los políticos? En general, al político le interesa permanecer en su cargo, y si está en la oposición pasar a gobernar, por lo cual ofrecerá a los ciudadanos mejor educación, ampliar el catálogo de servicios sanitarios y, además, una mayor calidad, pensiones más altas, establecer con carácter universal la prestación de servicios sociales para las personas mayores financiada a través de cotizaciones sociales, ampliación de la cobertura por desempleo, establecimiento de una renta básica para las familias que carezcan de medios económicos, mayor protección a la familia, transporte gratuito para los jóvenes y los mayores, etcétera.

Esto es lo que en los últimos procesos electorales ha sucedido en España, y para colmo se termina ofreciendo una rebaja de impuestos; en definitiva, aumentar el gasto social y pagar menos impuestos: la cuadratura del círculo.

La mayor parte de los economistas pensamos que tales propuestas no sólo son contrarias al principio de equidad, sino que además producen ineficiencias. Todo gratis para todo el mundo, cualquiera que sea su nivel de renta, es imposible.

Pero los políticos desean ser elegidos, y saben que tal probabilidad aumenta ofreciendo para todos más servicios públicos gratis y menores impuestos, ya que ello maximizará el número de personas que lo voten. Es bien cierto que existen políticos competentes, que buscan el interés público, que no pretenden engañar a los electores, pero son tan raros, que se pueden considerar como bienes públicos muy escasos, como dice Stiglitz.

Aún en el supuesto de que algunos políticos actúen desinteresadamente buscando el bien común y los ciudadanos piensen que es mejor votarlos, ¿cómo distinguirán entre uno y otro si su información es escasa, prácticamente nula, y los políticos egoístas intentarán parecerse a los desinteresados?

Pienso que los políticos desinteresados, cuando hacen sus ofertas electorales, deberían cuantificar el coste de las mismas y cómo piensan financiarlas: con subida de impuestos, de qué clase; con baja en otros gastos, cuáles; o claramente con emisión de deuda.

Si se trata de reducir impuestos, deberían especificar cuál es su coste para el Estado, los servicios públicos que van a reducirse y, en caso de que alegasen que existe margen presupuestario, que lo especifiquen y cómo lo han calculado.

La transparencia de esta forma de proceder haría posible elegir a políticos competentes que podría conducir a que tuviéramos una Administración más eficiente, y de ello disfrutaríamos todos los ciudadanos.

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