La inteligencia artificial al servicio del cliente
Gracias a la digitalización se abre una cuenta en minutos con el móvil
La innovación siempre ha estado en el corazón de la banca. Desde sus orígenes, cada avance tecnológico ha permitido ofrecer un mejor servicio y estar más cerca de las personas. La digitalización abrió una nueva etapa en esta relación, eliminó barreras físicas y acercó nuestros servicios al día a día de millones de clientes, desde cualquier lugar y en cualquier momento. En BBVA fuimos pioneros en esa transformación porque entendimos temprano que la tecnología podía multiplicar nuestro impacto positivo en los clientes y en la sociedad.
Ese espíritu innovador ha marcado nuestro camino. Gracias a la digitalización, millones de clientes de BBVA han podido gestionar sus finanzas desde el móvil o abrir una cuenta en minutos. También nos ha permitido desarrollar herramientas para mejorar su salud financiera. Todo ello con un objetivo claro: poner la tecnología al servicio del cliente para generar un progreso tangible.
Hoy asistimos a un cambio aún mayor. La inteligencia artificial (IA) representa una nueva ola tecnológica con un alcance más profundo que la digitalización de la última década. Lo digital permitió acceso; la IA añade inteligencia, anticipación y personalización. Permite entender necesidades incluso antes de que se expresen y ofrecer respuestas más útiles, precisas y oportunas.
La IA automatiza el trabajo, reduce plazos, anticipa riesgos y eleva la seguridad
La velocidad de adopción también es inédita. Lo que antes llevaba años, hoy sucede en semanas. ChatGPT tardó dos meses en alcanzar 100 millones de usuarios mensuales; hoy supera los 800 millones semanales. El coste por uso ha caído de manera drástica, y su aplicación se extiende a gran velocidad. No es extraño que organismos como el Fondo Monetario Internacional estimen que la IA podría elevar el PIB mundial hasta un 4% en la próxima década.
Este ritmo acelerado genera inquietudes y es natural que surjan dudas sobre la inversión necesaria para su despliegue, sus niveles de seguridad o cuestiones asociadas a su uso ético. Pero hay una diferencia respecto a otras épocas: la IA ya está generando valor real. Sus beneficios son tangibles, sus modelos de uso están madurando, y sus aplicaciones se integran de forma inmediata en la vida de millones de personas. El reto, como en toda transformación profunda, no está solo en la tecnología, sino en cómo la incorporamos sin perder de vista el valor humano.
La banca ocupa un papel especial en esta revolución. Nuestro negocio siempre se ha basado en los datos y en la capacidad de convertirlos en decisiones. Durante los últimos años, la tecnología nos ha ayudado a agilizar operaciones y mejorar la experiencia de nuestros clientes. Pero también somos conscientes de que algunas interacciones no son todo lo buenas que deberían. Ese aprendizaje nos impulsa a mejorar cada día y a elevar la calidad de cada experiencia. Ese sigue siendo nuestro mayor desafío.
La IA también transforma nuestra manera de trabajar: automatiza, reduce plazos, anticipa riesgos y eleva la seguridad. En BBVA vemos esta tecnología como una oportunidad para crear un valor diferencial para nuestros clientes y nuestros equipos. Nuestra estrategia combina inversión, talento y una visión clara: tecnología al servicio de las personas. Un ejemplo es el nuevo asistente financiero que estamos desplegando. Una inteligencia que combina datos y aprendizaje para ofrecer claridad, fijar objetivos alcanzables y ayudar a construir hábitos financieros sostenibles. Un apoyo constante tanto para los clientes como para nuestros gestores, que contarán con un mayor contexto, información y capacidad para anticiparse.
La banca del futuro será más humana, inteligente y empática. En BBVA estamos convencidos de que la inteligencia artificial, unida al talento de nuestros equipos, nos permitirá construir esa banca y estar cada día más cerca de nuestros clientes.