El telescopio James Webb encuentra un planeta que apunta a tener... ¡un océano!
Es la mejor apuesta encontrada hasta la fecha en la búsqueda de agua líquida
La búsqueda de habitabilidad en el universo se puede reducir, en muchos casos, a la búsqueda de agua. No hemos encontrado formas de vida que se desvinculen de esta sustancia en nuestra concepción de esta, por lo que debemos aceptar la presencia del agua como nuestro guía en la búsqueda de mundos similares al nuestro. Y el telescopio James Webb es un gran aliado para este cometido.
Por esta razón, los científicos se emocionan cuando encuentran un exoplaneta que probablemente contenga agua, especialmente en forma líquida en lugar de hielo o vapor. El caso es que un equipo de investigadores anunció que un planeta fuera del sistema solar podría tener un océano templado de agua del tamaño de la mitad del Atlántico.
Lo que se sabe de este planeta
Bautizado como LHS 1140 b, el exoplaneta orbita una estrella enana roja de aproximadamente una quinta parte del tamaño del sol y se encuentra a 48 años luz de la Tierra -en la constelación de Cetus-. Pero lo más importante es que se encuentra en la zona habitable de su estrella, también conocida como la “zona de Ricitos de Oro”. Como sugiere ese apodo, esta es el área alrededor de una estrella donde no hace ni demasiado calor ni demasiado frío para que se albergue agua líquida.
Aunque ha sido noticia ahora debido al nuevo estudio que involucra datos del JWST, LHS 1140 b ha estado en el radar de los cazadores de planetas desde hace algún tiempo. De hecho, los expertos ya habían teorizado que este podría ser un mundo acuático en el pasado, e incluso compartieron información sobre cómo podría ofrecer a la humanidad la primera evidencia directa de agua líquida en un exoplaneta.
El James Webb confirma las expectativas
Sin embargo, faltaba algo hasta ahora: el ojo agudo del Telescopio Espacial James Webb. Era necesario porque, durante mucho tiempo, había algo así como una brecha en la información sobre LHS 1140 b. Básicamente, el problema era que los científicos no podían confirmar si el exoplaneta era un mini-Neptuno -un planeta menos masivo que nuestro Neptuno original, pero que aún tiene características neptunianas- o una super-Tierra. Esta segunda opción es un mundo más grande que la Tierra, pero aún rocoso o rico en agua. Esto último suele sonar la alarma de “potencial habitabilidad”, y los científicos habían imaginado que el telescopio del que hablamos podría ser el que la activará.
Vale la pena señalar que LHS 1140 b no está completamente solo en sus características; también hay otros exoplanetas en la zona habitable que atraen a los científicos. Los más obvios son probablemente los siete mundos del sistema TRAPPIST-1.
El caso es que los datos del James Webb sugieren además que la masa del exoplaneta podría estar compuesta entre un 10 por ciento y un 20 por ciento de agua líquida, y pintan una imagen fantástica de cómo podría verse el planeta en términos simples. Podría parecer una bola de nieve, esencialmente, que orbita su estrella mientras rota de tal manera que un lado siempre mira hacia esa estrella. Es un poco como la órbita de la luna alrededor de la Tierra; nunca podemos ver el lado lejano de la luna porque la luna rota a la misma velocidad a la que gira alrededor de la Tierra. Un lado nunca nos mira, y el otro siempre lo hace.
De manera similar, esto significaría que, si la ilustración de la escena de LHS 1140 b es correcta, el lado del planeta que siempre mira hacia su sol estaría expuesto a mucho calor. Esta sería la parte de la bola de nieve que se derrite en un océano líquido. Aunque el equipo asegura que se debe realizar mucho más trabajo, especialmente con el James Webb, en la observación de los matices de LHS 1140 b, siempre es una buena noticia tener una pista a seguir cuando se buscan agujas en un pajar. Y, esta, es precisamente un comienzo muy prometedor.
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