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Los inmigrantes pobres compran casas en la España vacía, los ricos en la costa

Marroquíes y rumanos compran más en el interior, los chinos en Madrid y Barcelona y británicos y alemanes en la playa

Lograr una vivienda, en propiedad o alquiler, se ha convertido en el gran problema de España y de buena parte del resto de Europa. Mientras los políticos siguen procrastinando, los ciudadanos se mueven en el mercado, ajustando sus decisiones a precios y disponibilidad. Los cambios de comportamiento están configurando un mapa nuevo en el que el papel de...

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Lograr una vivienda, en propiedad o alquiler, se ha convertido en el gran problema de España y de buena parte del resto de Europa. Mientras los políticos siguen procrastinando, los ciudadanos se mueven en el mercado, ajustando sus decisiones a precios y disponibilidad. Los cambios de comportamiento están configurando un mapa nuevo en el que el papel de los extranjeros cobra relevancia. Esto se debe a que en los últimos veinte años han pasado de tres a siete millones de personas, y han duplicado su peso en el conjunto de la población, del 7,9% en 2005 al 14,4% actual. A finales de septiembre, había en España 2,7 millones de extranjeros cotizando a la Seguridad Social, el 12,5% del total.

Lo primero que hay que distinguir es entre el comportamiento de nacionales y extranjeros en la compra de vivienda y el alquiler. El 80,5% de los hogares con todos sus miembros españoles viven en casas de su propiedad, frente a un 10,5% que vive de alquiler. En cambio, un 56,4% de los hogares con todos sus miembros extranjeros vive en régimen de alquiler y un 37,4% son viviendas en propiedad. Estas cifras del INE, corresponden a 2021, fueron publicadas hace dos años y se obtienen mediante encuestas, ya que la mayor parte de los contratos de alquiler son privados y no hay un registro y estadística pública. En 2026 se actualizará esta encuesta, en la que participan más de trescientos mil hogares, y dado el aumento de inmigrantes en los últimos años y del subidón de los precios parece razonable pensar que la opción del alquiler aumentará entre nacionales y extranjeros, pero especialmente en estos últimos.

Si se mete la lupa en la compra de vivienda, lo primero que se aprecia es la diferencia de pauta entre las diferentes nacionalidades, algo que en realidad se debe a la renta disponible, que tiene mucho que ver el país de procedencia. Según datos del Colegio de Registradores, los extranjeros adquirieron 73.500 casas, el 14% de las 527.000 viviendas que se escrituraron en los nueve primeros meses de este año en España, un punto menos que en 2023, año record, caída que seguramente está ligada al aumento de precios. Se van a quedar muy cerca de alcanzar a fin de año la compra de cien mil viviendas (93.000 en 2024).

La renta disponible es el factor determinante en la inversión en vivienda, al igual que sucede en otros factores, que van desde la educación a la delincuencia, ya que la carencia explica más que la nacionalidad. No es ninguna sorpresa que británicos y alemanes sean los que adquieren más casas, propiedades que están situadas en la costa mediterránea y en los dos archipiélagos, lo que da la pista de que mayoritariamente se trata de segundas residencias. Lo que llama más la atención es que los marroquíes sean los terceros que más viviendas adquieren y los rumanos los sextos, y lo que es más interesante y diferencial, son los protagonistas de la compra de casas en la España despoblada.

Los rumanos son los que más viviendas compran en diecinueve de las cincuenta provincias y los marroquíes en once. Es más, en diecinueve, son la primera y segunda nacionalidad más frecuente entre los nuevos propietarios. Este es el caso de las tres provincias de Aragón, de los cinco de Castilla-La Mancha, las dos extremeñas, La Rioja, Navarra y provincias como Huelva, Lérida, Ávila, León y Palencia. Estas provincias tienen en común que su economía está muy vinculada a actividades agrícolas y ganaderas y buena parte de ellas constituyen el epicentro de la España despoblada.

Lo interesante es que, a diferencia de británicos o alemanes, que se comportan más como inversores en segunda residencia, los marroquíes y rumanos están comprando su primera vivienda, de manera que la probabilidad de arraigo de estas familias, de que se conviertan en vecinos estables, es muy superior. Los originarios de Marruecos y Rumanía adquirieron casi diez mil viviendas en 2024 y van cerca de 8.000 en los nueve primeros meses de este año. Un comportamiento muy simular a estas dos nacionalidades tiene la búlgara, cuyos ciudadanos están entre los tres más frecuentes en la mayoría de las provincias antes mencionadas.

La base de datos del Colegio de Registradores también arroja algunos datos llamativos, como que la comunidad China sea la que más viviendas, entre los extranjeros, compra en Madrid y Barcelona, la segunda en Sevilla y Vizcaya y la tercera en Zaragoza y Álava, lo que da idea de que su interés está en las capitales más activas económicamente y no necesariamente las más turísticas. Otra curiosidad es que los paquistaníes sean la segunda nacionalidad que más casas compra en Álava y la tercera en Jaén y La Rioja.

En cambio, sorprende la poca presencia de latinoamericanos entre las primeras nacionalidades compradoras de viviendas en España. Los casos que hay tienen un doble patrón: adquieren casas en las provincias que más emigrantes mandaron a dicha región (Asturias y Galicia) o están limítrofes a Madrid (Ávila, Soria, Guadalajara, Cuenca y Ciudad Real). Los países de origen suelen ser Venezuela, Argentina y Ecuador. En cambio, cabría esperar que esta estadística reflejara una mayor presencia de mexicanos entre los compradores de viviendas en Madrid, y sin embargo aparecen en sexto lugar, por detrás de chinos, rumanos, italianos, franceses y venezolanos. Eso sí, quizás compren menos, pero de mayor precio.

Las comunidades donde tiene mayor peso la compra de viviendas por parte de los extranjeros son las más turísticas, que es donde principalmente invierten los ciudadanos de las grandes potencias europeas, que suelen adquirir segundas residencias. En 2024, los extranjeros compraron una de cada tres viviendas vendidas en Baleares; el 29% en la Comunidad Valenciana y el 27% en Canarias, donde los protagonistas de las operaciones son alemanes, británicos e italianos. El caso más llamativo es el de la provincia de Alicante, donde una de cada dos adquisiciones la realiza un ciudadano extranjero. Por tanto, la presencia de inversión foránea en estas regiones más que duplica la media nacional, que está en el 14%. Mientras, comunidades como Madrid, están en la mitad, el 7%. Los datos de los nueve primeros meses de este año muestran un panorama muy similar.

La inmigración es el gran fenómeno de la economía española en los últimos años, lo que explica que el PIB crezca muy por encima de la media europea, como si fuera un país en desarrollo. En los nueve últimos meses, la entrada neta de extranjeros ha sido de casi 600.000 habitantes, que más que compensa la caída de cien mil entre los nacidos en España. Este dinamismo va a hacer que España supere el próximo año por primera vez la cifra de 50 millones de habitantes.

La inmigración es clave para un país con una tasa de fecundidad de 1,1 hijos por mujer, que tiene por delante la jubilación de los nacidos en el baby boom de los años 60 y 70 del siglo pasado. El reto es su integración y ahí la extrema derecha no juega limpio, asociando inmigración con delincuencia y merma de oportunidades para los españoles. Los datos ponen de manifiesto que los nuevos vecinos realizan los trabajos que no quieren los nacionales y que la propensión a delinquir tiene más que ver con la falta de recursos que con el lugar de nacimiento. La manipulación política los convierte en carne electoral, cuando son una bendición, seguramente la única alternativa para la denominada España Vaciada.

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