Trabajar sin salir de la pobreza
El dato de que uno de cada 10 ocupados en España vive en riesgo de necesidad obliga a atajar las zonas de sombra del mercado laboral español y a mejorar el acceso a la vivienda
La pobreza no castiga únicamente a quien no tiene ingresos. La paradoja de que un trabajador remunerado pueda verse en situación de carencia extrema afecta a un nada desdeñable 11,2% de los ocupados españoles. Son datos de Eurostat, la agencia estadística europea, que colocan a España a la cabeza de esta deficiencia. Solo Luxemburgo, un país en el que conviven elevados niveles de riqueza con situaciones de gran vulnerabilidad, y Bulgaria registran peores cifras en toda la UE.
El elevado crecimiento económico y los buenos datos de ocupación en España han dejado de ser garantía de eliminación progresiva de la pobreza. Los datos conocidos este lunes, que se suman a otros recientes que sitúan el nivel de pobreza crónica en el 13,6% de la población española -más allá de los trabajadores-, indican que la situación de necesidad persistente no obedece solo a situaciones de paro.
Resulta innegable la mejora que ha supuesto el incremento acumulado del salario mínimo (un 61% desde 2018, hasta 1.184 euros mensuales en 14 pagas) para la mejora de las retribuciones más bajas. Aunque con avances mucho más moderados, el salario medio español también registra incrementos constantes. Pero esa media esconde algunas zonas de sombra de empleos muy poco cualificados con retribuciones bajas (y, en algunos casos, difíciles de rastrear porque forman parte de la economía sumergida, que afecta a España con más intensidad que a otros países europeos). Es ahí donde se concentra ese riesgo de pobreza persistente.
Existe, además, un elemento que lastra cualquier economía doméstica hasta anular por completo, en algunos casos, el efecto de las mejoras salariales. Se trata de las acusadas subidas en los precios del alquiler y de la compra de vivienda, un elemento que pulveriza cualquier mejora retributiva porque el trabajador acaba destinando una mayor parte de su salario al inmueble en el que vive. La dificultad para acceder a la vivienda constituye uno de los elementos que más pueden sumir a un hogar en la pobreza.
Los datos de Eurostat abundan, además, en una brecha que ponen de manifiesto casi todas las estadísticas en España: la que marca distancias entre trabajadores españoles y extranjeros. Según estos datos europeos, el porcentaje de empleados en riesgo de pobreza (25,2%) duplica con creces la media general. Una prueba más de la especial vulnerabilidad de este colectivo que debería invalidar la demagogia que despliegan algunas voces políticas cuando señalan el supuesto acceso privilegiado de los extranjeros a ayudas y beneficios sociales. Urge tratar de cerrar esa brecha.