Urgen las soluciones políticas a la crisis de la vivienda
Los ciudadanos, especialmente los jóvenes y las familias de ingresos más bajos, necesitan soluciones. Y las necesitan cuanto antes.
La crisis de la vivienda no da tregua. Se mire donde se mire, a la compra o al alquiler, las evidencias de que los precios superaron hace tiempo el límite de lo sostenible se acumulan. Y crece en consecuencia la preocupación política por el tema en todos los ámbitos territoriales, desde el local hasta el europeo, aunque de momento no se atisben soluciones efectivas.
Los datos de compraventas de agosto, que ayer publicó el INE, han dado una señal de aviso. Y el tiempo dirá si algo más. Las operaciones retrocedieron un 3,4% en el octavo mes. No es una caída abultada, pero sí llamativa a la vista de que el mercado venía de meses muy boyantes. Y algunos expertos lo ven como un signo de que los altos precios van a forzar una moderación del mercado. La ley de la oferta y la demanda, en definitiva, funcionando una vez más.
El problema es que el freno llega en un momento en que los pisos, principalmente en las grandes ciudades y otros núcleos con mucha tensión en la demanda, son ya inasequibles para una gran parte de la población. Y el alquiler, a diferencia de lo que sucedía en la burbuja que estalló a principios de siglo, esta vez no sirve como alivio.
Otra publicación del instituto estadístico, también de ayer, lo expresa claramente: el precio medio de arrendamiento en España subió un 33% entre 2013 y 2023.
Más allá de lo evidente, que se necesitan datos públicos más recientes para hacer un diagnóstico más preciso del problema, el porcentaje resulta preocupante porque es muy superior a lo que subió el IPC en ese periodo (en torno al 19%). De nuevo, los desequilibrios entre oferta y demanda asoman en el horizonte. Y más allá conviene tomar nota de las localidades en las que las rentas, en ese mismo periodo, se dispararon más de un 60%. Todas están en zonas costeras con un fuerte atractivo turístico.
La última institución en apuntar claramente al problema ha sido el Consejo Europeo. Ayer reunió a los jefes de Estado y Gobierno de los Veintisiete, que abordaron, por primera vez en ese foro, la crisis de la vivienda. El documento de trabajo apuntaba a mucho de lo mencionado arriba: los importes disparados en venta y alquiler, los desequilibrios del mercado, o los aportes negativos de la turistificación en muchos núcleos urbanos.
Por interesante que resulte el diagnóstico, llega tarde. Los ciudadanos, especialmente los jóvenes y las familias de ingresos más bajos, necesitan soluciones. Y las necesitan cuanto antes.