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Las claves: acción a acción, centímetro a centímetro

Cada punto o décima porcentual dirimirá entre una victoria o un fracaso. O, quizá, un alargamiento de esta particular guerra corporativa

El BBVA y el Sabadell han luchado durante estos meses en todos los frentes –en los mares y océanos, en las playas, en los campos y en las ciudades, que diría Chur­chill– hasta la batalla final: la decisión de sus accionistas, que tenían hasta el viernes pasado para decidirse. El resultado apunta a ser ajustado, por lo que cada centímetro, cada venta o negativa, contará. Así, el banco vallesano ha recalcado que el umbral de aceptación será, en realidad, del 49,73% y no del 50%, restando así la autocartera de la entidad catalana. Un 0,27% que parece nimio, pero que también cuenta.

Ayer, además, el Sabadell anunció que, de los numerosos clientes y a la vez accionistas que tiene –que representan un 30,8% del capital–, solo los dueños de un 1,1% han decidido vender. Sumado al 5% de Zúrich, su segundo mayor inversor, y al 10% en manos de los fondos que se espera que no acudan, los noes podrían rondar el 44%. El margen para llegar al 49,73%, por tanto, se estrecha. Cada punto o décima porcentual dirimirá entre una victoria o un fracaso. O, quizá, un alargamiento de esta particular guerra corporativa, hasta la próxima batalla. Esta vez con el efectivo por delante.

Los mercados aprueban la patada hacia adelante de las pensiones francesas

Sébastien Lecornu, redesignado primer ministro francés, encontró ayer la fórmula obvia para estabilizar la política del país: retrasar la reforma de las pensiones hasta 2028, después de las elecciones presidenciales. Los mercados financieros respondieron bajando la prima de la deuda francesa; se entiende que les preocupa más el corto plazo político que la viabilidad de las finanzas del país a la larga. Mientras, el apalancamiento soberano (no solo el de Francia) sigue creciendo. Seguramente, los inversores confían en que, de complicarse aún más las cosas, la UE, es decir, Alemania, saldrá al rescate por la vía de los eurobonos.

Amancio Ortega entiende el negocio de lo tangible y de lo básico

Amancio Ortega se ha hecho rico vendiendo ropa, una de las necesidades humanas más básicas (al menos en las zonas templadas y frías), y ha reforzado su patrimonio invirtiéndolo, a través de Pontegadea, en una necesidad más básica aún, vivir bajo techo. Históricamente se ha centrado en oficinas, tiendas y hoteles, y ahora está diversificando a la logística (se acaba de hacer con una plataforma de Amazon cerca de Liverpool) y a la vivienda en alquiler para rentas altas. Sus mercados geográficos también son variados, aunque destaca Estados Unidos. Apuesta, pues, por la parte más tangible y real de la economía, y por inquilinos solventes y con planes a largo plazo, incluyendo competidores del sector minorista.

La frase

Los ciclos se han vuelto tan largos y las correcciones tan cortas que la demanda de ventas en corto tradicionales simplemente no existe
Carson Block, fundador de Muddy Waters

Google testa la transición a la IA, un paso que conlleva sus riesgos

La inteligencia artificial está cambiando radicalmente la forma de buscar información en internet. Incluso el buscador Google empieza a ofrecer la opción de hablar con un chatbot en vez de la tradicional lista de enlaces mezclada con publicidad. Una de las comodidades de la IA, precisamente, es que aún está bastante virgen de anuncios; está por ver si los usuarios tendrán tanta afición a consultarla cuando las empresas empiecen a rentabilizarla de ese modo. Además, la IA difumina aún más la diferencia entre lo real y lo inventado, al combinar los datos como si provinieran todos de la misma fuente, por lo que, si no se depura lo suficiente, puede acabar provocando rechazo entre los internautas. El negocio de la información es delicado.

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