La burbuja de inversión en IA se infló por un trío de dilemas
Los gigantes tecnológicos temen que, si dejan de fundir dinero, sus competidores se lleven el negocio
Las empresas tecnológicas planean invertir billones de dólares en el desarrollo de la inteligencia artificial. Cada dólar adicional de nueva inversión tiene un valor aún mayor en el mercado. Es poco probable que esta inversión desmesurada genere un rendimiento positivo del capital. Pero eso no viene al caso. ...
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Las empresas tecnológicas planean invertir billones de dólares en el desarrollo de la inteligencia artificial. Cada dólar adicional de nueva inversión tiene un valor aún mayor en el mercado. Es poco probable que esta inversión desmesurada genere un rendimiento positivo del capital. Pero eso no viene al caso. Las empresas y los inversores están atrapados en la burbuja y, para muchos de ellos, no hay escapatoria.
Los multimillonarios centros de datos de los gigantes de la computación en la nube tienen nombres grandilocuentes: OpenAI está construyendo Stargate, Meta tiene Prometheus, y xAI, de Elon Musk, está construyendo un superordenador llamado Colossus. Ícaro parecería más adecuado. El modelo de negocio de las grandes tecnológicas solía ser de bajo capital y alto flujo de caja. Ya no es así. El gasto de capital agregado de Amazon, Alphabet, Meta y Microsoft ha pasado de menos de 100.000 millones de dólares hace cinco años a casi 300.000 millones este. Alrededor de dos tercios de las operaciones de capital riesgo en EE UU están relacionadas con la IA o el aprendizaje automático.
El aumento de la inversión en IA añadió un punto porcentual al crecimiento del PIB del país en el primer trimestre, según Apollo Global Management. Las tecnológicas apenas están empezando. El último informe tecnológico global de la consultora Bain & Company estima que se gastarán unos 500.000 millones al año en EE UU durante el resto de la década. Se trata de una previsión relativamente prudente. Morgan Stanley prevé que la inversión acumulada en centros de datos de EE UU alcance los 3 billones en 2029. McKinsey anticipa que la factura superará los 5 billones en 2030.
Las estimaciones sobre el nivel de ingresos relacionados con la IA necesarios para justificar este derroche de inversión son igualmente amplias. Es necesaria una rápida amortización, ya que los caros procesadores gráficos alojados en los centros de datos tienen una vida útil corta. Bain calcula que se necesitarán unos 2 billones en ingresos adicionales por IA para 2030. Partiendo de la estimación de 3 billones de Morgan Stanley, Charles Carter, de Marathon Asset Management, calcula que esas inversiones deben generar un nivel similar de ventas anuales de IA para amortizar su coste de capital. Sin embargo, 3 billones equivalen a una décima parte del PIB actual de EE UU y a 70 veces la estimación de Citi de los ingresos que generará la IA este año.
Los líderes tecnológicos afirman que la IA va a marcar el comienzo de una nueva edad de oro, impulsando la productividad y los beneficios. Pero hasta ahora hay pocas pruebas que justifiquen tanto entusiasmo. Un informe reciente del Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT) reveló que el 95% de las empresas que habían integrado la IA en sus operaciones aún no habían visto ningún retorno de su inversión. De los nueve sectores examinados en el estudio, solo los medios de comunicación y la tecnología habían experimentado cambios estructurales importantes. No es por falta de esfuerzo, ya que, como afirma el informe: “La adopción es alta, pero la disrupción es baja».
El problema, según el MIT, es que los sistemas de IA generativa no retienen las reacciones, no se adaptan al contexto ni mejoran con el tiempo. Para las tareas críticas, la gran mayoría de las empresas siguen prefiriendo utilizar humanos. En cambio, los empleados usan cuentas personales de chatbot para tareas relativamente mundanas, como leer correos electrónicos. Aunque los ingresos de OpenAI, que registra pérdidas, han crecido rápidamente, esto no justifica el gasto en inversión. Menos del 2% de los aproximadamente 800 millones de personas que utilizan ChatGPT pagan por el servicio, y un número cada vez mayor de ellas vive en países de bajos ingresos, como la India.
El dilema del innovador
Entonces, ¿por qué las empresas siguen invirtiendo billones en inversiones muy especulativas y posiblemente poco rentables? Carter sugiere que la IA crea el llamado “dilema del innovador” para las grandes tecnológicas. Existe el peligro de que, en algún momento, la nueva tecnología agote las ventajas competitivas que rodean sus modelos de negocio, hasta ahora extremadamente rentables. Las empresas de computación en la nube también se enfrentan al clásico dilema del prisionero: si un operador no invierte, corre el riesgo de perder negocio frente a los competidores que siguen adelante. Las firmas europeas de telefonía móvil se enfrentaron al mismo dilema durante el auge de las telecomunicaciones a finales de los 90 y acabaron pagando un precio excesivo por el espectro 3G subastado por el Reino Unido y otros países.
Varios altos ejecutivos del sector tecnológico han reconocido públicamente este dilema. El año pasado, el CEO de Alphabet, Sundar Pichai, declaró que “el riesgo para nosotros de invertir menos de lo necesario es mucho mayor que el riesgo de invertir en exceso”. En una entrevista reciente, el fundador de Meta, Mark Zuckerberg, dijo algo muy similar: “Si acabamos malgastando unos 200.000 millones, creo que obviamente será muy desafortunado... En realidad, creo que el mayor riesgo está en el otro lado”.
Los inversores también afrontan un dilema. Tienen buenas razones para adoptar una postura conservadora. Las valoraciones de las firmas relacionadas con la IA son altas. Alrededor del 35% de la capitalización bursátil del S&P 500 cotiza a más de 10 veces las ventas, según la firma de inversión GQG. Las grandes tecnológicas están desviando su flujo de caja hacia inversiones especulativas. El anteriormente lucrativo cártel de proveedores de servicios en la nube se está viendo alterado por la llegada de nuevos participantes, como CoreWeave.
Es poco probable que el actual aumento de los beneficios generados por la inversión en IA dure. El estratega Gerard Minack escribe: “Al igual que en el ciclo TMT [tecnología, medios y telecomunicaciones], hay un círculo virtuoso entre el aumento del gasto en inversión y el de los beneficios: la empresa que vende bienes de capital declara inmediatamente la totalidad de sus beneficios, mientras que la que compra los bienes de capital amortiza su coste a lo largo del tiempo”. Tras el fin del auge de las TMT, los rendimientos de las empresas de hardware de internet, como Cisco se desplomaron.
Por otro lado, la IA está generando unos rendimientos bursátiles extraordinarios. Las acciones de Nvidia se han multiplicado por casi 350 en la última década. El reciente anuncio de Oracle de que los ingresos por infraestructura en la nube alcanzarían los 144.000 millones en 2030 hizo que sus acciones subieran un 36% en un solo día, lo que añadió alrededor de 250.000 millones al valor de mercado de la empresa de software. El mercado de EE UU está más concentrado que nunca en un puñado de nombres relacionados con la IA. La lista de Minack de las principales empresas de IA (Alphabet, Amazon, Broadcom, Meta, Microsoft, Nvidia, Oracle y Palantir) ha subido casi un 30% desde principios de año, mientras que el resto del S&P 500 solo ha subido un 8%.
Los inversores profesionales están en una situación similar a la de sus predecesores durante el auge de las TMT hace 25 años. Si no participan en la burbuja, corren el riesgo de obtener un rendimiento muy inferior al esperado y de perder posibles negocios. Sin embargo, si siguen a la manada, se enfrentan a pérdidas potencialmente importantes en una fecha futura incierta. “Al menos para los inversores activos es un dilema”, afirma Carter, de Marathon. “Los pasivos son simplemente prisioneros”.
Los autores son columnistas de Reuters Breakingviews. Las opiniones son suyas. La traducción, de Carlos Gómez Abajo, es responsabilidad de CincoDías