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Las claves: el que un banco quiere, algo le cuesta

BBVA sigue obstinado en su lucha por adquirir Banco Sabadell, a pesar de que el Ejecutivo –y los mercados– están poniendo más de una piedra en su camino

El BBVA sigue obstinado en su lucha por adquirir el Banco Sabadell, a pesar de que el Ejecutivo –y los mercados– están poniendo más de una piedra en su camino. La última, un macrodividendo del banco catalán, con cargo a la venta de su filial británica por 2.500 millones de euros, que aspira a convencer a sus accionistas de que no vendan. Así las cosas, al banco presidido por Carlos Torres se le abren varias posibilidades: una es reducir el umbral de aceptación del 50% al 30%, visto que quizá no tantos accionistas como creía inicialmente van a estar dispuestos a vender. El problema es que, de quedarse entre estos umbrales, debería realizar otra opa, esta vez por el 100% y con una alternativa en efectivo. La otra opción, que lleva sobre la mesa desde el momento en que plantearon la operación, sería mejorar la oferta. Mucho ha llovido desde que la entidad vasca lanzó su opa –tenemos hasta un nuevo Papa– y aquellas condiciones parecen haberse quedado un poco anticuadas. Como bien sabe Torres, que ya fue opado cuando trabajaba en Endesa, el que algo quiere, algo le cuesta.

La naturaleza se abre paso en el Ejecutivo de coalición

Tras las semanas duras que ha tenido que afrontar el Gobierno, después de que el hombre fuerte del principal partido del Ejecutivo de coalición ingresase en prisión, a sus miembros les tiene que suponer un especial respiro volver a los buenos y viejos problemas, como el sempiterno tira y afloja entre Economía (PSOE) y Trabajo (Yolanda Díaz, antigua presidenta de ese partido llamado Sumar). Díaz quiere que el Consejo de Ministros dé el visto bueno a su propuesta sobre los permisos de conciliación, pero parece que el ministerio de Carlos Cuerpo pone impedimentos. Ay, qué tiempos cuando la preocupación eran las guerras internas.

Los tangibles detrás del intangible pedigrí tecnológico

El sector tecnológico es, de alguna manera, el de mayor pedigrí de los mercados. Suena bien, complejo, sofisticado y sus productos suelen ser intangibles, en la acepción más literal del término: modelos, plataformas, interfaces y algoritmos reflejados en interminables líneas de código. Pero, como bien indica un gestor de Bolsa, la tecnología no es solo eso. También son ruedas y tornillos, de los que te manchan las manos con grasa si los coges. Son larguísimos cables submarinos que cruzan océanos y todo tipo de medios de generación para cubrir su enorme demanda de electricidad, carbón incluido. Quizás estas facetas luzcan menos que una limpia interfaz en nuestro teléfono, pero sin todas estas no se pueden entender aquellas.

La frase

Los espías del GRU [el servicio de inteligencia militar ruso] han puesto en marcha una campaña para desestabilizar Europa, socavar la soberanía de Ucrania y amenazar la seguridad de los ciudadanos británicos
David Lammy, ministro de Exteriores británico

Que vuelva la ‘café society’ a Marbella, si es que alguna vez estuvo

Dice un empresario del mundo del ocio que estamos en un buen momento “para recuperar la época de la jet set marbellí”, y no se equivoca: en las últimas semanas hemos visto como cargos y excargos de los partidos del bipartidismo se han vuelto a ver salpicados por la corrupción, en una demostración de que la España de ayer sigue viva. A Marbella le falta, quizá, algún que otro escándalo del ladrillo, en homenaje a Jesús Gil, su exalcalde y uno de los responsables de la instalación de la clase que viaja en jet en Marbella. También podría valer con que la costa del Sol esté plagada de la flor y nata del crimen organizado europeo. Puestos a volver a algo, lo suyo sería abandonar un término tan poco elegante como jet set para volver al clásico café society. Aunque quizá sería mucho pedir.

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