El control más férreo de China sobre las tierras raras es financiero
El dominio del 91 % que ejerce Pekín se debe a su magnitud, pero también a su liderazgo en el procesamiento
Los líderes occidentales están despertando tardíamente al hecho de que China tiene un control absoluto sobre las tierras raras. La presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, por ejemplo, advirtió en la cumbre del G7 del mes pasado que la República Popular estaba “armando su cuasi monopolio” de materiales que son fund...
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Los líderes occidentales están despertando tardíamente al hecho de que China tiene un control absoluto sobre las tierras raras. La presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, por ejemplo, advirtió en la cumbre del G7 del mes pasado que la República Popular estaba “armando su cuasi monopolio” de materiales que son fundamentales para todo, desde los coches eléctricos hasta los misiles guiados. Pero desbancar el dominio de China no es tanto una cuestión de acceso a las rocas, sino más bien de si los Gobiernos occidentales ampliarán el apoyo financiero a un negocio con márgenes operativos muy reducidos.
Las tierras raras no son tan raras en realidad: los 17 elementos, entre los que se incluyen el lantano, el cerio y el neodimio, abundan en la corteza terrestre. Lo complicado es refinarlos. Separar los elementos individuales entre sí requiere un procesamiento complejo, que a menudo implica al menos 50 etapas. La demanda tampoco es enorme: un solo coche puede necesitar alrededor de un kilogramo de tierras raras, aunque ese kilogramo es esencial. La ligereza y la resistencia al calor de estos materiales los hacen difíciles de sustituir en los imanes de alto rendimiento que se utilizan para alimentar motores eléctricos y ayudar a que los motores a reacción funcionen mejor.
La combinación de una demanda limitada y un procesamiento complicado y costoso hace que este negocio resulte poco atractivo. Además, es sorprendentemente pequeño: según estimaciones de los analistas de Project Blue, el volumen total comprado en todo el mundo en 2024 fue de solo 3500 millones de dólares, frente a los más de 300 000 millones de dólares del cobre. Ese tamaño tan reducido, al igual que ocurre con otros minerales críticos como el galio y el germanio, hace que los precios sean volátiles y el comercio, arriesgado. Un cambio modesto en la oferta puede provocar fuertes variaciones en las valoraciones, lo que es una mala noticia para las empresas mineras y refinerías que deben comprometer capital por adelantado. En 2010, el precio de los elementos de tierras raras se multiplicó por 10 cuando China restringió las exportaciones.
Pero el verdadero problema es que las mineras occidentales se han centrado cada vez más en la extracción de materias primas, que es mucho más rentable que el refinado y el procesamiento. Según el Oxford Institute for Energy Studies, el refinado representa hasta el 75 % de los costes operativos de la cadena de suministro global del sector, debido a los gastos energéticos y a las normativas medioambientales. Los bajos márgenes entran en conflicto con los modelos de negocio de las mineras occidentales, lo que explica el dominio de las empresas chinas, que soportan niveles de rentabilidad más bajos gracias, en parte, a las subvenciones estatales.
Según la Agencia Internacional de la Energía, la República Popular China representó el 91 % de la producción refinada de tierras raras el año pasado. Fundiciones como Shenghe Resources, valorada en 4000 millones de dólares, y China Rare Earth Resources and Technology, valorada en 6000 millones de dólares, pueden operar a precios demasiado bajos para que los occidentales puedan competir. La empresa minera y procesadora China Northern Rare Earth Group High-Tech, que cotiza en Bolsa y tiene un valor de 15 000 millones de dólares y obtuvo un margen operativo de solo el 5,6 % en 2024. Eso está muy por debajo de los ratios del 30 % o más que ostentan empresas occidentales como Rio Tinto y BHP.
El ejemplo del óxido de neodimio-praseodimio (NdPr), un material clave en los imanes de los coches eléctricos y las turbinas eólicas, ilustra este punto. Los productores no chinos suelen necesitar un precio de al menos entre 140 y 150 dólares por kilogramo para justificar la puesta en marcha de la producción. Esto resulta difícil, ya que el NdPr ha caído recientemente un 63 % desde su máximo anterior en 2022, hasta situarse en solo 65 dólares por kilogramo. Otro problema es que las tierras raras no suelen producir subproductos útiles cuando se refinan, lo que priva a las empresas de una fuente de ingresos que resulta útil para aumentar los beneficios en otros mercados de procesamiento, como el del cobre.
Esto sugiere la necesidad de que los Gobiernos occidentales intervengan. Ya existen algunos ejemplos. Desde 2021, Corea del Sur ha ampliado significativamente sus reservas de minerales críticos a través de una agencia respaldada por el Estado, la Corporación Coreana de Rehabilitación Minera y Recursos Minerales, que recibe inyecciones regulares de capital de Seúl para gestionar y almacenar materiales clave. Mientras tanto, el Gobierno francés y los inversores privados japoneses están respaldando una planta nacional de 250 millones de dólares de la minera francesa Caremag que, a partir de 2027, refinará tierras raras para el fabricante de automóviles europeo Stellantis. Y la semana pasada, el Departamento de Defensa de EE UU anunció que financiaría la expansión de las operaciones de tierras raras de la minera nacional MP Materials.
El denominador común de muchos de estos proyectos es el establecimiento de un precio mínimo, lo que incentiva a las plantas a seguir funcionando incluso en mercados volátiles. En el caso de MP Materials, el Pentágono respaldará los precios del NdPr a 110 dólares por kilogramo a partir de finales de 2025 —muy por encima de los niveles actuales— durante 10 años. Caremag, por su parte, también tiene un contrato a largo plazo con sus clientes del sector privado que protege al procesador de la caída de los precios.
Aun así, la Agencia Internacional de la Energía sigue esperando que la cuota de mercado de China en el refinado de tierras raras solo baje del 91 % actual al 73 % en 2040. Para superar esa cifra, los países occidentales podrían tener que unirse para formar consorcios internacionales que ofrezcan precios garantizados y la seguridad de que los Gobiernos absorberán cualquier suministro no vendido para sus reservas soberanas. Parece complicado, pero el aumento de las tensiones geopolíticas puede centrar la atención en las materias primas clave relacionadas con la defensa.
Romper el dominio de China sobre las tierras raras no será rápido ni barato. Pero si Occidente quiere una alternativa real, el capital público y las garantías, así como las fuerzas del mercado, tendrán que hacer el trabajo pesado. Los controles de chips de Washington ayudaron a acelerar el impulso nacional de China en materia de semiconductores. Ahora, la misma dinámica podría aplicarse a la inversa en el caso de las tierras raras.
Los autores son columnistas de Reuters Breakingviews. Las opiniones son suyas. La traducción, de Pierre Lomba, es responsabilidad de CincoDías.