Las contradicciones de Musk y Altman en el desarrollo de la IA

Debe preocupar la concentración en tan pocas manos de corporaciones clave para el desarrollo de una tecnología tan altamente transformadora

Sam Altman (izquierda), CEO de OpenAI, y Elon Musk.getty

Elon Musk anunciaba este lunes su intención de comprar la organización sin fines de lucro que controla OpenAI, la startup de inteligencia artificial (IA) que alumbró ChatGPT. El dueño de Tesla encabezaba una propuesta de 97.400 millones de dólares. La oferta era desestimada por el CEO de la firma, Sam Altman, archienemigo del también dueño de Twitter. Más allá de las cuestiones personales, debe preocupar la concentración en tan pocas manos de corporaciones clave para el desarrollo de una tecnología tan altamente transformadora.

De hecho, estaría por ver si una hipotética compra de OpenAI por parte de Musk y sus socios tendría la aprobación de las autoridades de la competencia, después de que durante el último año tanto la Comisión Federal de Comercio como el Departamento de Justicia de EE UU hayan iniciado investigaciones para analizar el papel de compañías como Nvidia, OpenAI y Microsoft en el mercado de la IA, y si han podido romper las normas antimonopolio.

Sin embargo, el debate en este caso va mucho más lejos. Formalmente, Musk cuestiona el movimiento de Altman para arrancar de OpenAI la etiqueta de organización sin ánimo de lucro con la que nació, y que se ha ido difuminando según han ido apareciendo las posibilidades de monetizar la tecnología. La estructura societaria cuenta. Altman creó una empresa con ánimo de lucro (OpenAI Global LLC), controlada por la original nonprofit, a la que debe compensar si quiere hacerse con los mandos de la gallina de los huevos de oro. Con su oferta, Musk logra complicar ese proceso, en tanto lanza una oferta creíble que fija un suelo, evita que Altman pueda tomar la compañía a precio de derribo y somete la transacción a luz y taquígrafos.

En lo que respecta a Musk, cuesta creer que se mueva por causas altruistas cuando alerta del riesgo de monopolio y del afán de OpenAI por acaparar el mercado de la IA generativa. De hecho, él mismo impulsa xAI, otra startup de inteligencia artificial que ha encontrado el respaldo de los grandes inversores. El partido es de enorme alcance, con la aristocracia mundial de la finanzas ojo avizor. Durante 2024, ambas startups cerraron algunas de las mayores rondas de inversión de la historia de la industria. En el caso de xAI, hasta dos de 6.000 millones, con firmas como Blackrock, Fidelity, Morgan Stanley o la propia Nvidia. A su vez, OpenAI culminó una ronda de 6.600 millones de dólares, encabezada por Thrive Capital, y con la participación de Microsoft, la propia Nvidia o SoftBank Todo un desafío, también financiero.

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