Las renovables vuelan solas
España necesita seguir avanzando en la electrificación de la economía y del transporte, en las interconexiones y el almacenaje
El pasado 31 de diciembre se puso punto y final a la concesión de ayudas Next Generation para el autoconsumo solar. Establecidas en 2021 con el objetivo de abrir el mercado del autoconsumo, los efectos de estas ayudas han sido muy notorios. Su poder de atracción de nuevos usuarios supuso un punto de inflexión en el sector y un paso de gigante para dar lugar a lo que hoy tenemos. Sin embargo, la debatible gestión de estas ayudas ha dado lugar a importantes retrasos de hasta dos años en su concesión que, a día de hoy, mantienen en vilo a miles de personas y empresas que contaban con disponer de este importe de manera más o menos ágil.
Pese a que la realidad es que el sector del autoconsumo solar está viviendo una progresiva consolidación tras dos años de fuerte crecimiento, y que está propiciando una necesaria reestructuración del mismo, su estrategia empresarial no debería estar supeditada a la concesión de ningún tipo de ayudas o subvenciones. No debería estarlo en la actualidad, ni tampoco mirando al futuro, pues hablar autoconsumo energético es hablar de energía rentable por sí misma.
Más bien al contrario, pues pese a que en la última década el sector del autoconsumo ha dado pasos de gigante, alcanzando niveles de eficiencia y costes que la convierten en una de las fuentes de energía más competitivas, la estrategia debería poner el foco en el desarrollo de la tecnología disponible en la actualidad para seguir ampliando los beneficios que la solar proporciona a empresas y hogares y que son ya de por sí lo suficientemente atractivos como para apostar por ella con decisión. Incluso en un momento en el que la cotización del mercado mayorista se sitúa en niveles mínimos históricos.
En la actualidad, España no es capaz de aprovechar todo el potencial de las renovables, necesita seguir avanzando en la electrificación de la economía y del transporte, en las interconexiones y en los sistemas de almacenaje. Por tanto, la clave ya no está solo en producir, sino en guardar eficientemente lo producido. La naturaleza intermitente de la energía renovable es un desafío en sí misma que plantea importantes retos respecto a la gestión de la red eléctrica y a la satisfacción de la demanda de manera permanente.
Solo con un almacenamiento eficiente de la energía producida podremos conectar con eficacia la generación con el suministro y generar un impulso sin precedentes de las energías renovables que otorgue flexibilidad y adaptabilidad al sistema eléctrico. En este sentido, las baterías de litio representan una oportunidad muy prometedora, siempre que su escasez no suponga un problema, gracias a su elevada eficiencia para el autoconsumo. Es el único camino posible para garantizar un sistema eléctrico 100% renovable en 2050.
La digitalización e innovación del sector también es un aspecto en el que deberemos avanzar con ahínco más pronto que tarde, pues facilitará una reducción de las emisiones y un aumento de la sostenibilidad y competitividad de nuestra economía gracias a su control preciso de todos los parámetros medibles. Si bien es cierto que el sector energético ha sido pionero a la hora de implementar tecnologías avanzadas desde los años 70, con el objetivo de maximizar la calidad, reducir el gasto energético y mejorar la seguridad y eficiencia del transporte eléctrico, no lo es menos que aún quedan muchos pasos por dar para ser capaces de adaptarnos con diligencia a la nueva realidad que vivimos en los últimos años.
La tecnología blockchain ya está dando muestras de su potencial en el sector fotovoltaico al proporcionar un control preciso en tiempo real del rendimiento de los paneles, maximizando los ahorros y la eficiencia en nuestros hábitos de consumo energético. En un país en el que cada vez más usuarios apuestan por el autoconsumo, el blockchain permitirá implementar sistemas de peer-to-peer (P2P) en los que los propietarios de paneles solares podrán vender el excedente de energía a otros consumidores de manera directa, dando lugar a un mercado energético más dinámico y descentralizado. En definitiva, impulsando la democratización de la energía solar.
Lo cierto es que el sector del autoconsumo ya cuenta con suficientes argumentos a favor para apostar con él con decisión, ya sea un hogar o una empresa, sin la necesidad de contar con ayudas o subvenciones que lo hagan más rentable o atractivo. Ayudas que en su momento resultaron fundamentales para impulsar las renovables pero que hoy tienen menor razón de ser.
Sí que tiene, en cambio, una importante razón de ser el desarrollo de una estrecha cooperación entre la Administración pública y el sector privado con la que España podría disfrutar de una estrategia nacional coherente y estable, orientada a maximizar sus recursos naturales renovables.
La actual etapa de marcados descensos de los costes de la luz es muestra más que evidente de que avanzamos por el camino correcto. Un camino en el que las renovables deberán seguir incrementando su presencia para dotar de independencia, rentabilidad y sostenibilidad a nuestras empresas y hogares con el objetivo de hacer de España un país mejor y más próspero para todos.
Remigio Abad es CEO de Greenvolt Next España.