Una propuesta que puede moderar el poder de las ‘big tech’
Las grandes tecnológicas muestran signos de agotamiento en su capacidad para mejorar la vida de las personas (a la espera de lo que pueda hacer la IA), y cada vez pesa más el lado oscuro de su negocio
El Departamento de Justicia de Estados Unidos quiere romper definitivamente la baraja de lo que considera (con buenas razones) un monopolio de Google en las búsquedas de internet. Su propuesta implica vender el navegador Chrome, separar Android, romper los acuerdos con Apple (lo cual perjudicaría aún más a la empresa dirigida por Tim Cook que a la gobernada por Sundar Pichai) y que la herramienta principal de Alphabet se convierta en una especie de buscador mayorista.
Aunque el grueso de la demanda lo ha llevado la Casa Blanca durante el mandato de Joe Biden, se inició durante la primera etapa de Donald Trump. Es posible que, en su retorno al Despacho Oval, el republicano, que ahora tiene una relación más amable con Silicon Valley en general, suavice la propuesta del Departamento de Justicia.
Pero el problema se suma a un viento en contra general contra las grandes empresas de internet: la propia filial de Alphabet ha sufrido hace poco otro varapalo por parte de la desarrolladora de videojuegos Epic Games, que ha ganado una medida cautelar que podría provocar cambios en la tienda de aplicaciones Google Play Store.
La decisión está en manos del juez, pero los precedentes indican que no será fácil que salga adelante la voluntad del Gobierno. Un juzgado ordenó en 2000 la división de Microsoft, pero esa resolución fue anulada luego por tribunales superiores. En 1984, la telefónica AT&T tuvo que dividirse en siete empresas distintas (dos décadas después la mayoría de ellas volvieron a estar bajo el mismo paraguas)
La innovación de Google, Amazon o Apple ha revolucionado la economía mundial y ha permitido a los usuarios acceder a una infinidad de posibilidades de conocimiento, productos o entretenimiento. Pero las compañías en cuestión muestran signos de agotamiento en su capacidad para mejorar la vida de las personas (a la espera de lo que pueda hacer la inteligencia artificial), y cada vez pesa más el lado oscuro de su negocio, por su aplastante poder sobre las compañías de menor tamaño, que deben someterse a sus algoritmos para sacar la cabeza.
Puede que el juez acabe optando por una postura salomónica que simplemente modere la influencia de Google y sus satélites, sin cambiar radicalmente su modelo de negocio. Su resolución, en todo caso, marcará un precedente para el tratamiento de otros gigantes, como el mencionado Amazon.