Las claves del día: a la industria europea le falta un toque novedoso, y la paradoja de Muface con la sanidad pública

Volkswagen se ha visto atrapado entre los dos fuegos de la guerra comercial

Varios empleados en la línea de montaje de la fábrica de coches eléctricos de Volkswagen en Zwickau (Alemania).

Volkswagen se ha visto atrapado entre los dos fuegos de la guerra comercial: la competencia de las marcas chinas, por un lado, y los aranceles impuestos por la UE a los vehículos fabricados en el país asiático (entre ellos modelos de la marca alemana), por otro, se han confabulado para castigar a un grupo ya bastante castigado por otros obstáculos, como el acelerado calendario para la transición verde fijado por Bruselas. Los perdedores a corto plazo son los trabajadores despedidos de las tres (iban a ser dos) plantas que va a cerrar VW en Alemania, y el resto, que sufrirán una bajada de sueldo. Aunque los sindicatos acusen a la compañía de haber tomado malas decisiones, el problema es general en el sector automovilístico europeo, e incluso en la industria del continente en conjunto. El encarecimiento de la energía provocado por la interrupción del suministro ruso de gas (ya casi rota para siempre tras el extraño sabotaje de los gasoductos Nord Stream) fue la puntilla. Para competir con China hay que aplicar nuevas estrategias. Y las cifras de ventas avalan que, por ahora, no abundan en la vieja Europa. Urge, por tanto, tomarse más en serio el reto que tiene la industria por delante.

El desacuerdo del convenio de Muface expone las paradojas del sistema sanitario

“Siempre me quedará la sanidad pública para cosas más graves”, dice una funcionaria que teme quedarse sin el seguro del convenio de Muface. Esa es la paradoja de los seguros sanitarios privados, que basan su rentabilidad en que atienden problemas cuyo tratamiento es relativamente asequible; y lo que explica que el coste de la sanidad pública no deje de dispararse, poniendo en jaque su financiación.

Mientras, el reloj sigue corriendo para que las aseguradoras presenten sus ofertas para el convenio. De no hacerlo ninguna, se produciría un cataclismo en el sector público y también en algunas clínicas y hospitales privados pequeños.

La prima de riesgo francesa añade una ‘F’ a los PIGS

Decía Groucho Marx que nunca sería socio de un club que admitiese a alguien como él. A Emmanuel Macron le pasa ahora algo parecido, porque se ha encontrado que el país que lidera, antaño considerado uno de los serios de la Unión Europea, parece más uno de los PIGS, el acrónimo despectivo usado durante la crisis financiera para referirse a Portugal, Italia, Grecia y España, los Estados del sur de la Unión que tanto sufrieron con la deuda pública. La prima de riesgo francesa ya está cuatro puntos por encima de la española, y con la falta de mayorías en el Parlamento, tras el fracasado órdago electoral de Macron, no se esperan medidas de calado para remediarlo. Es lo que pasa cuando uno juega a la ruleta política, que acaba siendo socio merecido de clubes que despreciaba.

La frase

La República Islámica está abierta a cooperar con cualquier Estado occidental que busque una verdadera interacción con Irán, siempre que respete su soberanía y nos trate como a iguales
Ali Akbar Velayati, exministro de exteriores de Irán

Una inteligencia artificial descafeinada... pero bonita

Apple se ha unido relativamente tarde a la fiebre por la inteligencia artificial. Su nuevo modelo, apuntan los expertos en el tema, está aún muy lejos de las capacidades de sus rivales, pero están marcados por una de las señas de identidad de la marca de la manzana mordida: sus productos pueden no ser los más eficientes (o baratos), pero suelen ser los más estéticos y accesibles. No en vano decía Steve Jobs que la asignatura más importante que cursó en la universidad fue Caligrafía. Lo que no interesaba mucho al fundador de Apple, suponemos, era el complicado entramado regulatorio europeo. Las nuevas funcionalidades, aunque bonitas, no podrán usarse en la Unión mientras no se adapten a la normativa. No parece este el escenario al que apunta el plan Draghi para espabilar a los Veintisiete.

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