El próximo zar antimonopolio de la UE tendrá mejores armas... y un trabajo más duro

Bruselas ha renunciado a normas clave sobre ayudas estatales, lo cual beneficia a países como Alemania

La comisaria europea de Competencia, Margrethe Vestager, y el de Mercado Interno, Thierry Breton, en marzo.Yves Herman (REUTERS)

Europa está a punto de tener un nuevo jefe antimonopolio. Margrethe Vestager, comisaria danesa de Competencia desde hace muchos años, no seguirá, según el FT. Su sustituto contará con herramientas reguladoras más afiladas, pero un entorno más difícil para manejarlas.

Tradicionalmente, la principal responsabilidad de la DG Comp, la Dirección General de Competencia, ha sido reprimir los abusos de mercado y los comportamientos anticompetencia en los 27 Estados de la UE. Los veteranos de Bruselas creen que Vestager, cuyo mandato se remonta a 2014 y abarca dos comisiones, es un ejempl...

Para seguir leyendo este artículo de Cinco Días necesitas una suscripción Premium de EL PAÍS

Europa está a punto de tener un nuevo jefe antimonopolio. Margrethe Vestager, comisaria danesa de Competencia desde hace muchos años, no seguirá, según el FT. Su sustituto contará con herramientas reguladoras más afiladas, pero un entorno más difícil para manejarlas.

Tradicionalmente, la principal responsabilidad de la DG Comp, la Dirección General de Competencia, ha sido reprimir los abusos de mercado y los comportamientos anticompetencia en los 27 Estados de la UE. Los veteranos de Bruselas creen que Vestager, cuyo mandato se remonta a 2014 y abarca dos comisiones, es un ejemplo difícil de seguir. No es necesariamente porque todo lo que ha tocado se haya convertido en oro: su exigencia de que Apple pagara 13.000 millones de euros de impuestos impagados más intereses a Irlanda ha sufrido reveses legales, al igual que sus disputas con Qualcomm y Fiat. Aun así, las multas a las grandes tecnológicas y el bloqueo de la fusión ferroviaria Siemens-Alstom en 2019 demostraron su capacidad para proteger la integridad del mercado único. A su sustituto, aún desconocido, le será más difícil.

No es porque el nuevo zar antimonopolio vaya a carecer de peso teórico. El impulso de Vestager para penetrar en los llamados “jardines amurallados” de gigantes como Apple, Google y Amazon ha sido en parte responsable de otorgar a la DG Comp mayores poderes. La Ley de Mercados Digitales implica que Bruselas vigila constantemente a las big tech “guardianas” y puede imponer multas de hasta el 20% de los ingresos globales rápidamente si es necesario, en lugar de tener que pasar por años de investigaciones para aquellas que se considere que han hecho algo mal. Y en virtud del Reglamento sobre Subvenciones Extranjeras, los antimonopolio de la UE pueden tomar medidas drásticas contra fabricantes chinos de vehículos eléctricos como SAIC, aunque sus coches se fabriquen en fábricas europeas, alegando que pueden seguir beneficiándose de las ayudas de Pekín.

Pero el contexto político en 2024 es muy diferente al de 2014. Tras la pandemia y la invasión de Ucrania, Bruselas ha renunciado a normas clave sobre ayudas estatales. Los países más ricos, como Alemania, se han puesto las botas. A Berlín le correspondió el 52% del total de 141.000 millones de subvenciones corporativas concedidas por los Estados miembros entre marzo de 2022 y junio de 2023. Es difícil argumentar ante países más pequeños como Irlanda y Dinamarca que el mercado único representa un terreno de juego equilibrado.

El riesgo, de hecho, es que el énfasis de la DG Comp en la integridad del mercado único empiece a parecer pintoresco. Voces influyentes de la UE ven necesario hacer frente a la competencia china, y potencialmente a la de EE UU si Trump gana las elecciones. Paradójicamente, entre los más ruidosos está el comisario de Mercado Interior, Thierry Breton, con quien Vestager ha estado siempre en desacuerdo. Breton es un implacable defensor de una política industrial europea sólida, que permitiría al bloque competir en energía verde o tecnología. Si esta necesidad de proteger a los paladines nacionales se convierte en una prioridad en Bruselas, es más probable que se apruebe una fusión franco-alemana de pesos pesados como Siemens-Alstom.

Para los banqueros especializados en fusiones y los CEO de Londres o Nueva York, es una oportunidad. Si el sustituto de Vestager fuera acallado por los paladines de la política industrial única, podrían aprobarse más operaciones. Pero una DG Comp más permisiva podría ser un arma de doble filo para cualquier empresa que quiera operar en la UE. Podría ser positivo impedir que las big tech de EE UU conviertan sus modestas inversiones actuales en empresas europeas de inteligencia artificial, como la francesa Mistral, en participaciones de control, y construyan así nuevos jardines amurallados. Pero al igual que ocurre con los vehículos eléctricos y otras tecnologías verdes, una prohibición general de los acuerdos con el extranjero podría estrangular la innovación en IA.

El Reglamento sobre Subvenciones Extranjeras es una herramienta igualmente difícil de manejar. Ya se ha usado en Bulgaria, donde obligó a una filial de la ferroviaria china CRRC a retirarse de una licitación para producir y mantener trenes, presumiblemente porque podría haber sido objeto de la atención de la UE sobre las subvenciones. Pero el uso frecuente de esta herramienta podría dar lugar a contramedidas chinas que enfurecerían a los exportadores alemanes al país asiático.

Entre los nombres que se barajan para sustituir a Vestager figura el del propio Breton, lo cual parece un error dadas sus simpatías por la política industrial única. Otros, como el comisario holandés de Clima, Wopke Hoekstra, y el belga de Justicia, Didier Reynders, tienen más sentido. [También se habla de Teresa Ribera.] Según los conocedores de Bruselas, la experiencia antimonopolio previa es menos importante que la voluntad de dominar informes complejos, tener antenas políticas astutas y, lo que es más importante, aliarse con los Estados más pequeños para impedir que Alemania y Francia manejen a su antojo.

Mario Monti, ex primer ministro italiano y comisario de Competencia entre 1999 y 2004, es un modelo a seguir. Pero sea quien sea, tendrá que demostrar dureza en un entorno mucho menos hospitalario.

‘Informe Draghi’

Como corresponde a la tradición futbolística de Italia, a Mario Draghi le cuesta más atacar que defender. Rescató a la zona euro y dirigió la respuesta de su país a la pandemia. Afrontar la enorme brecha inversora que separa la UE de EE UU y China será harina de otro costal.

Su informe sobre competitividad europea es escalofriante. La UE crece un 30% menos que EE UU. China compite directamente con las empresas de la zona euro en casi el 40% de los sectores, frente al 25% de 2002. Y las tensiones geopolíticas frenan el crecimiento del comercio, que supone casi el 45% del PIB europeo. La UE tendrá que invertir hasta 800.000 millones más al año solo para seguir el ritmo de sus rivales, concluye Draghi. El 4,7% del PIB es más del doble que el Plan Marshall, en términos relativos. El informe aboga por una estrategia industrial común impulsada por capital privado y público y una burocracia más proempresas.

Este último objetivo es el más alcanzable. La propuesta de Draghi de fomentar las fusiones entre las 34 telecos de la UE atendiendo a las cuotas de mercado de todo el bloque, y no a las nacionales, es sensata. También lo es su plan de establecer normas comunes de contratación pública para que los presupuestos nacionales de defensa se destinen a empresas europeas y no extranjeras.

Pero será mucho más difícil movilizar el capital privado y público. Las empresas aportan cuatro quintos de las inversiones de la UE, pero la fragmentación de los mercados de capitales y la excesiva dependencia de la financiación bancaria las frenan. El sector público tendrá que hacer más, pero se ve obstaculizado por los déficits presupuestarios, el rechazo de Alemania o Países Bajos a apoyar los gastos de Bruselas, y la convulsión política de Berlín y París.

Repetir el fondo de 800.000 millones para la pandemia ayudaría, y Draghi es fan. Pero se financió con bonos emitidos por la UE, lo cual supuso una excepción. A menos que Draghi pueda persuadir a los Gobiernos de que esta crisis es tan preocupante como la covid, su plan de ataque acabará en derrota.

Los autores son columnistas de Reuters Breakingviews. Las opiniones son suyas. La traducción, de Carlos Gómez Abajo, es responsabilidad de CincoDías

Más información

Archivado En