Claves: damnificados (y beneficiados) del gran apagón y la esclavitud de las reservas
Un fallo informático desencadena un aluvión de incidencias en aerolíneas, bancos y empresas de todo el mundo
El apagón informático sufrido el viernes en todos los rincones del mundo ha mostrado cómo una compañía cuya existencia era desconocida para la inmensa mayoría puede condicionar la vida del ciudadano de a pie. Todo ello, eso sí, con un cierto equilibrio: mientras que la caída del sistema de Microsoft ha fastidiado el que probablemente fuese el primer día de vacaciones de cientos de miles de viajeros –condenados a colas y recla...
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El apagón informático sufrido el viernes en todos los rincones del mundo ha mostrado cómo una compañía cuya existencia era desconocida para la inmensa mayoría puede condicionar la vida del ciudadano de a pie. Todo ello, eso sí, con un cierto equilibrio: mientras que la caída del sistema de Microsoft ha fastidiado el que probablemente fuese el primer día de vacaciones de cientos de miles de viajeros –condenados a colas y reclamaciones en los aeropuertos– otros tantos, más incluso, descubrieron con gratitud al abrir sus ordenadores en este viernes laboral una interminable pantalla de carga azul. Ellos no se van de vacaciones, pero han recibido en contrapartida un improvisado puente. El que no se consuela, es porque no quiere.
Para quien no fue la mejor jornada de trabajo, ni la más tranquila, fue para los servicios de informática de las empresas, ni para los trabajadores de los mostradores de las aerolíneas. Con todo, un punto en común une a todos los damnificados o beneficiados: ninguno, viajero o trabajador, olvidará el nombre de esa ya no tan desconocida empresa, CrowdStrike.
La fotovoltaica, medalla de plata de la producción de electricidad en el mundo
La energía fotovoltaica ya cubre la mitad de la nueva demanda de electricidad del mundo, y aspira, con las demás renovables, a satisfacer toda la necesidad de electricidad. Es un hito significativo que va a tener que venir de la mano de los dos países más poblados del mundo, China y la India, sobre los que pesan no pocos reproches por contaminantes.
Las células fotovoltaicas, sencillas y baratas, van a la caza de la medalla de oro de la oferta de electricidad, gracias, ahora, al sol veraniego (en el hemisferio norte). Este, como se ha visto esta semana en España, ayudará también a aumentar la oferta: hay que alimentar al aire acondicionado.
El loco mercado inmobiliario también afecta a las segundas residencias
Cada vez está más difícil comprarse una casa en la playa. Tan difícil que se parece a adquirir una primera vivienda en cualquier gran ciudad española. Las razones detrás son parecidas: hay demanda, mucha extranjera en algunas zonas, y la oferta, tanto de viviendas como de suelo está bastante limitada. La alternativa pasa por cambiar las playas de Benidorm por lugares algo menos veraniegos, en principio, pero más asequibles. En Toledo, Ciudad Real o Badajoz, apuntan las inmobiliarias, hay oportunidades por menos de 100.000 euros.
Encontrar una buena segunda residencia está difícil, pero con esmero, sin embargo, se pueden sacar rentabilidades de hasta el 10%. La mayoría, con poder comprar una primera, se conforma.
La frase
Por el bien del país, creo que es hora de que el presidente pase la antorcha a la próxima generaciónJim Costa, congresista demócrata
La esclavitud de las reservas o por qué ha muerto la espontaneidad
La espontaneidad ha muerto (¡larga vida a la espontaneidad!). Si está leyendo esto a media mañana, sepa que si no ha reservado ya, es muy probable que hoy tenga que cocinar: el bum de la restauración en España (no hay libertad como tomarse una caña, dicen) trae consigo una de las pesadillas de los procrastinadores y de los tímidos: hay que reservar para casi todo, y a ser posible con bastante antelación.
Para desgracia de los comensales con un carácter más tendente a lo espontáneo, el margen para la improvisación es cada vez más pequeño. Además, por si fuera poco, entre las nuevas tendencias está la imposición de turnos rígidos de comidas. Una costumbre que ataca directamente al corazón de la tradición gastronómica española: la sobremesa.
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