Nvidia: valorada para la perfección
Cuando el mercado proyecta un rendimiento futuro impecable para un valor, esa percepción idealizada puede acarrear serios riesgos para los inversores
Cerramos febrero con los índices de renta variable en máximos históricos. Hasta Japón ha conseguido, después de 34 años, recuperar ese punto álgido que obtuvo en su particular burbuja de la década de los 90. El mercado, más allá de la macroeconomía y de vislumbrar el momento exacto en que la Reserva Federal va a empezar a reducir los tipos, ha centrado su foco en la presentación de resultados del último trimestre de 2023, y en especial de las ...
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Cerramos febrero con los índices de renta variable en máximos históricos. Hasta Japón ha conseguido, después de 34 años, recuperar ese punto álgido que obtuvo en su particular burbuja de la década de los 90. El mercado, más allá de la macroeconomía y de vislumbrar el momento exacto en que la Reserva Federal va a empezar a reducir los tipos, ha centrado su foco en la presentación de resultados del último trimestre de 2023, y en especial de las siete magníficas. Los americanos, muy dados a este tipo de agrupaciones, han aglutinado en este conjunto de empresas a Microsoft, Apple, Google, Meta, Amazon, Nvidia y Tesla, llamadas así por su gran desempeño en el último año y medio.
Aunque se tiende a agrupar a todas en el ámbito tecnológico, la realidad es que no todas dependen principalmente de la tecnología para generar sus ingresos. De hecho, solo Nvidia, Microsoft y Apple pueden considerarse parte del sector tecnológico, mientras que Amazon y Tesla se sitúan en el ámbito del consumo discrecional y Alphabet y Meta en comunicación y servicios, donde la publicidad es su principal fuente de ingresos. Sin embargo, todas comparten una importante exposición a tendencias tecnológicas de largo plazo, como la evolución de la inteligencia artificial, la realidad virtual y aumentada o los vehículos autónomos. ¿Por qué son importantes? El gran peso que están cogiendo en los índices, un 30% aproximadamente en el S&P y un 50% en Nasdaq, hace que la presentación de resultados de estas compañías sea un acontecimiento en los mercados y que su comportamiento guíe, para bien o para mal, la dirección de los índices.
Nvidia es la compañía de este grupo que más atención está acaparando. La razón no es otra que su excelente posición para rentabilizar la excitación que hay en un sector del mercado con la inteligencia artificial (IA). Nvidia ha experimentado una transición notable, pasando de ser una empresa casi de nicho centrada en tarjetas gráficas de ordenadores a convertirse en una potencia en el ámbito de la IA. Este cambio se ha logrado gracias a su dedicación en el desarrollo y comercialización de hardware especializado, así como en la creación de soluciones de software para el aprendizaje profundo y otras aplicaciones de IA. Como resultado, Nvidia se ha posicionado como un actor clave en el avance y la implementación de tecnologías de IA en una amplia gama de industrias. Esta semana, la compañía presentó resultados que ilustran claramente su crecimiento exponencial y su capacidad para aprovechar el auge de la IA. Estos no solo evidencian el éxito de Nvidia en esta nueva era tecnológica, sino también su habilidad para convertir ese progreso en beneficios tangibles. Su cifra de ventas ha aumentado un 270% en el último año, mientras que sus beneficios lo han hecho casi un 500%. Estos números evidencian una trayectoria impecable, sobre todo teniendo en cuenta lo desafiante que resulta incrementar las ventas una vez alcanzados esos niveles, o conseguir escalabilidad en una industria sumamente compleja como es la de los semiconductores.
El Price-Earnings Ratio (PER), o ratio precio-ganancias, es una medida utilizada en análisis financiero para evaluar la valoración de una acción en relación con sus ganancias. Esta ratio es una medida gruesa para evaluar una acción y se tiene que utilizar con muchos matices, pero sirve como primera aproximación para homogeneizar diferentes empresas, sectores o regiones. Se calcula dividiendo el precio actual de una acción entre las ganancias por acción de la empresa. El resultado indica cuánto están dispuestos a pagar los inversores por cada unidad monetaria de ganancias generadas por la empresa.
Un PER más alto puede indicar que los inversores tienen expectativas de un crecimiento futuro en las ganancias de la empresa, mientras que un PER más bajo puede sugerir que la acción está infravalorada en el mercado o que la empresa enfrenta desafíos en cuanto a su desempeño financiero. Hoy el S&P 500 cotiza con un PER de 20 veces beneficios futuros y se encuentra ligeramente por encima de sus medias históricas. Nvidia cotiza a 30 veces los beneficios futuros, una valoración cara si la comparas con los múltiplos de índices como el S&P 500, pero asumible si la enmarcas en el negocio de los semiconductores. Esta valoración, que parece razonable, asigna un crecimiento de ingresos del 80% y que duplique sus beneficios en los próximos 12 meses.
Valorado para la perfección (“priced for perfection”) es una expresión financiera que señala la exigencia en la valoración de un activo cuando el mercado proyecta un rendimiento futuro impecable. Sin embargo, esta percepción idealizada puede acarrear riesgos significativos para los inversores, ya que cualquier desviación de estas expectativas exigentes pueden desencadenar una corrección drástica en el precio del activo, exponiendo así la fragilidad de las valoraciones excesivamente optimistas.
El futuro de los procesadores de Nvidia es incierto: ¿seguirán liderando el mercado o sus rivales les arrebatarán parte del pastel? Por el momento, mantienen la delantera, con la demanda del chip H100, que está generando esperas de hasta seis meses. Sin embargo, ¿hasta cuándo podrán mantener esta posición privilegiada en un mercado tan competitivo? ¿Está siendo muy optimista el mercado con los crecimientos estimados? ¿O está infravalorando el impacto que la IA va a tener en el mundo y la capacidad de esta compañía de materializar ese crecimiento? El mercado es una máquina de descontar el futuro. De momento, el futuro que el mercado asigna a los beneficios de Nvidia es cuando menos exigente. El tiempo dirá si se materializa o no, pero no conviene perder de vista la valoración y los crecimientos descontados por el mercado.
Javier Navarro es gestor de fondos en Abante
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