Una vuelta de tuerca al fallido plan de ayuda para hipotecas

Aunque la idea de ampliar el programa debería reforzar los beneficiarios potenciales, estos seguirán muy lejos de la cifra que se manejó el año pasado

Firma de hipotecas.SUKANYA SITTHIKONGSAK (GETTY IMAGES)

La decisión del Gobierno de activar antes de fin de año la ampliación del plan de ayuda a hogares hipotecados, con el objetivo de suavizar el impacto del rally de tipos de interés en los préstamos de familias vulnerables o en riesgo de serlo, busca dotar de eficacia a un programa que ha resultado fallido por su escaso número de beneficiarios. Aunque el acuerdo que el Ejecutivo pactó con la banca a finales de 2022 contemplaba un millón de familias como horizonte potencial, un cálculo que el sector financiero rebajó casi a la mitad, la realidad es que la demanda no ha llegado a 50.000 peticiones, de las cuales se han concedido poco más de 4.000. La puesta en marcha de la ampliación, que se incluyó en el pacto de gobierno firmado por el PSOE y Sumar, prevé elevar la línea de corte hasta 37.800 euros de renta conjunta anual, entre otras medidas de flexibilización, con el fin de alcanzar a hogares de renta media.

Aunque desde la banca se considera innecesaria la medida –que en todo caso es de aplicación voluntaria, dado que se encuadra en el código de buenas prácticas del sector– a día de hoy, el negocio bancario mantiene unas constantes, tanto en tasa de morosidad como en márgenes y solvencia, lo suficientemente amplias como para afrontar sin problemas esta vuelta de tuerca. La idea de ampliar los parámetros del programa debería reforzar el número de beneficiarios potenciales, pero estos seguirán lejos de la sobredimensionada cifra que manejó el Gobierno el año pasado.

La pobre respuesta al plan de ayudas a lo largo de este año dibuja un mapa del mercado hipotecario español más resistente de lo previsto. Entre los factores que explican la baja demanda figura el hecho de que los préstamos hipotecarios más recientes están firmados ya a tipo fijo, el coste que implica acogerse al programa de ayudas y el decalaje con el que la subida de tipos se refleja en las cuotas de los préstamos, que las entidades actualizan una vez al año. Este factor, sin embargo, hace prever que el efecto de la presión resulte acumulativo y que 2024 pueda convertirse en el escenario de una ola de impagos.

El bajo número de hogares necesitados de ayuda se explica, en último término, por la resistencia del empleo y la bolsa de ahorro que han acumulado muchas familias durante la pandemia, pero también por la prudente política de riesgos de una banca que puede permitirse cribar y escoger con lupa a los destinatarios del crédito.

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