Al mercado no le altera nuestra política (y eso es bueno)

Nula reacción han dejado tanto los acuerdos de investidura del PSOE como el trámite parlamentario para la formación de Gobierno

Pedro Sánchez durante el primer día del debate de investidura.Kiko Huesca (EFE)

La relación con los mercados con la política es más hiperbólica que lineal. Tan pronto las elecciones son una nota al pie como el único motor de las cotizaciones. El Ibex despachó las autonómicas de mayo y el adelanto electoral con una subida del 0,12%. La resaca de las generales, con la complejidad asociada al nuevo tablero, dejó un 0,29% arriba para el índice. Nula reacción dejaron, asimismo, tanto los acuerdos de investidura del PSOE como el trámite parlamentario para la formación de Gobierno.

No obstante, la política es un factor de primer orden en otros contextos. El S&P 500 subió casi el 10% en el mes posterior a las elecciones de EE UU de 2020, el FTSE se hundió tras el Brexit, y la Bolsa argentina se ha disparado tras la victoria de Milei. La respuesta del mercado al presupuesto de Liz Truss provocó la dimisión exprés de la primera ministra británica, y la prima de riesgo italiana casi duplica la española por la aritmética de la deuda, pero también por los intangibles de la política. Por lo general, los pragmáticos mercados no buscan recetas mágicas (saben que apenas existen), sino estabilidad allá donde la haya, pues no es un activo tan abundante como antaño. Con estas premisas, es lógico que la política cotice más por defecto que por exceso. La subida argentina obedece a la expectativa de mayores beneficios empresariales bajo el plan privatizador de Milei... Pero Argentina juega en otra liga, la de mercados emergentes, con otras reglas.

La estabilidad que han mostrado tanto renta variable como prima de riesgo ante la permanente campaña electoral española solo se puede ver como un activo. El ruido alrededor de la amnistía se difumina mucho más allá de los Pirineos, y es casi inaudible en los centros financieros. No ocurrió lo mismo, sobra decirlo, con la declaración de independencia unilateral, de efectos limitados a largo plazo, pero con un fuerte impacto en las finanzas durante las semanas críticas.

No sabemos dónde estaría el Ibex con un Gobierno de Feijóo (ni si habría anulado decisiones tangibles como el impuesto a banca y energéticas). Pero cabe pensar que no muy lejos de donde está. Todo cambio en el entorno de las empresas que se pueda incluir en una hoja de cálculo será absorbido, para bien o para mal, en la cotización de estas. Más allá de eso, en mercados desarrollados, y sobre todo en los anclados a las instituciones europeas, solo las aventuras más quiméricas (a ambos lados del espectro político) pueden introducir una dosis de incertidumbre capaz de alterar al mercado.

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