LaLiga: súperpelícula 2023-24 en busca del estrellato

Los acuerdos con EA Sports y Netflix amplían los horizontes de público, pero la clave al final son los jugadores

Jude Bellingham, jugador del Real Madrid.Kevin Jairaj (USA TODAY Sports via Reuters Con)

Comienza LaLiga y el show must definitely go on. La apuesta estratégica de la institución a nivel de branding corporativo es, si se quiere, arriesgada y con muchas aristas por resolver, pero sin duda es toda una declaración de intenciones hacia el futuro, o mejor dicho, el presente.

Tras más de una década del binomio Messi y Cristiano Ronaldo como grandes estandartes de la competición, LaLiga ahora quiere seguir su camino de lo local a lo global, sin perder su esencia, transformándola y adaptándose a la evolución de los tiempos para una internacionalización que le ayude a competi...

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Comienza LaLiga y el show must definitely go on. La apuesta estratégica de la institución a nivel de branding corporativo es, si se quiere, arriesgada y con muchas aristas por resolver, pero sin duda es toda una declaración de intenciones hacia el futuro, o mejor dicho, el presente.

Tras más de una década del binomio Messi y Cristiano Ronaldo como grandes estandartes de la competición, LaLiga ahora quiere seguir su camino de lo local a lo global, sin perder su esencia, transformándola y adaptándose a la evolución de los tiempos para una internacionalización que le ayude a competir con mayores argumentos con la gran property de las ligas deportivas profesionales, la Premier League.

La competición inglesa, con su nuevo formato desde 1992, supone un cambio en el paradigma del fútbol europeo y mundial que trasciende y consigue que el fútbol inglés no solo se profesionalice, sino que su imagen corporativa, la Premier League, pase a ser un producto y marca global.

Por su parte, LaLiga sí ha modificado algunas alusiones a su nombre desde su creación en 1984. En 2016 la competición pasa a denominarse LaLiga, haciéndose mayor, pero sin perder el entourage de sus colores corporativos que le habían acompañado durante casi 40 años. Hasta ahora.

El público del fútbol en España es muy transversal, pues abarca familias y estratos sociales de toda índole. El enfoque transgresor de look & feel con la doble L del nuevo logo requiere como el buen vino de un proceso de maduración pertinente.

Puede perder adeptos en el camino, como los del aroma del puro y las tardes de domingos de fútbol de padres e hijos yendo al estadio a seguir fielmente a su equipo amado como buenos feligreses. Por otro lado, también puede atraer a nuevos públicos que piden a gritos que el deporte agregue espectáculo, tecnología y debate. Y les mantenga, si se me permite la expresión, adictos o enganchados la mayor parte del tiempo a sus dispositivos: los youngsters como posicionamiento pionero y central para la marca de LaLiga.

No obstante, esos jóvenes no tienen, según algunos, el poder adquisitivo para hacerse con los reclamos que pone a disposición LaLiga. Según otros, son ellos, con ese sentido de pertenencia a la competición, los que seguirán la nueva tendencia del producto moldeado y si quieren comprar, el trasvase a tal modernización será obligatorio. Quizás el debate no resida tanto en la necesidad de cambio o de su porqué, sino en el cómo.

Y ante tal ecosistema, EA Sports aparece como nuevo socio principal de la competición reina en España: es una asociación con quien fabrica entretenimiento, videojuegos, dándole ese valor vanguardista para conectar con los nuevos públicos. A la expectativa estamos por ver la integración de esa activación en la práctica y la respuesta del público más tradicional al respecto, la implementación del mundo del videojuego, y de su tecnología. Veremos los resultados y sí efectivamente el torneo ensancha su red clientelar al mundo de la inmediatez.

La tecnología siempre aporta valor: la nueva app de LaLiga integra datos y contenidos; o la justicia en el juego con las decisiones arbitrales del sistema VAR. De todos modos, el fútbol es un juego de interpretación en el que el azar, el estado de ánimo, la resiliencia y la capacidad de superación son factores esenciales y diferenciadores para que en un partido pueda suceder cualquier eventualidad que la tecnología podrá predecir pero que, por el momento, no podrá todavía asegurar.

En esa voluntad más allá del fútbol, como sportainment, está el acuerdo con Netflix para producir contenido de calidad para la competición. LaLiga quiere ser referente en Europa en este discurso, pero hasta ahora los clubes españoles o no se lo han creído o lo han hecho con poca convicción. El público dispone de contenido de gran calidad a coste cero, por lo que las marcas tienen que ser capaces de crear un contenido original para ganar reputación. Esas asociaciones son las que generan ingresos a medio-largo plazo. La patronal se adelanta con un líder contrastado en el sector; ahora mismo es impredecible la respuesta a futuro, aunque seguro que conllevará rápidamente una exposición global de la competición a otros mercados. De eso parece que no hay duda.

El acuerdo con CVC

LaLiga, en esta última década, ha sido en gran parte responsable del casi 1,5% del PIB alcanzado por la industria deportiva. El acuerdo con CVC, LaLiga Impulso, qu lleva año y medio en vigor, refuerza esas políticas transformadoras con la digitalización, la renovación de las instalaciones y la modernización de los clubes, que aportarán mayores fuentes de ingresos en unos años.

Las excelencias e ingredientes de esta superproducción están a punto, pero, ¿dónde están las superestrellas? Los Vinicius, Bellingham, Pedri o Lewandowski están, y se esperan nuevos actores, aunque cada vez más acechen otras ligas menores, que se fortalecen, como la MLS estadounidense con Messi o la Saudi Pro League con Benzema.

A modo de advertencia, LaLiga no debe olvidar que los grandes actores de este espectáculo son los jugadores; el envoltorio y la solidez de convicciones de la organización la hacen un referente mundial, pero en este mercado 2023-24, está a la cola de las transacciones de futbolistas entre las cinco grandes ligas europeas, tanto en lo que gasta como en lo que ingresa.

Es problemático. Síntoma de austeridad y sensatez, cierto, pero también de pérdida de competitividad ante sus rivales directos. Es un buen momento para que la formación de jugadores de los clubes españoles salga a relucir a fin de no perder fuelle, y para revisar las políticas de cláusulas de rescisión en aras a ser más competitivos.

Eso sí, al final, los públicos, el nuevo al que se quiere acceder y el tradicional ya adquirido, quieren gozar de estrellas. Será interesante observar que los pilares de esta competición revolucionaria no se queden sin sus estandartes. Expectantes estaremos.

Xavier Vilaseca es profesor del máster en Sports Management de EAE Business School

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