Brecha digital y productividad total de los factores

La refriega política no debería impedir que nuestros gobernantes pusieran esta problemática en el frontispicio de sus objetivos

Pixabay

La falta de talento digital cuesta. En concreto, 14.500 millones de euros al año, según un reciente informe de un consorcio de empresas liderado por Repsol, Ferrovial o Telefónica. El documento incluso revela que 6.500 ofertas de empleo relacionados con el manejo de los datos y la inteligencia artificial no podrán cubrirse en 2023 por la falta de perfiles adecuados. Un escenario que incluso ha obligado a las corporaciones a poner en pausa determinados proyectos.

Pedro Solbes, recientemente fallecido, ya avisaba en su etapa como vicepresidente del Gobierno de la necesidad de cambiar el patrón de crecimiento de la economía española, dotando de mayor peso a los sectores que generan valor añadido. Casi dos décadas después, la sensación –y así lo demuestran los datos– es que poco se ha avanzado. La dependencia del sector servicios y del turismo, tan patente en estos días, aflora la ausencia durante décadas de un necesario pacto de Estado para el fomento de todas aquellas profesiones que alimentan la productividad total de factores (PTF), de las ingenierías a la biotecnología. Se trata en todos los casos de disciplinas que permiten crear mayor riqueza con menos recursos, proporcionado eficiencia y calidad al empleo y al crecimiento. Las empresas del Ibex conocen bien esta debilidad, al punto de que es motivo de permanente queja la falta de profesionales concretos, de ingenieros a informáticos, con especial dificultad para incorporar mujeres en algunas áreas. No es una cuestión que pueda resolverse ni de lejos en lo que dura una legislatura, pero la refriega política no debería impedir que nuestros gobernantes pusieran esta problemática en el frontispicio de sus objetivos, también como mejor legado de su desempeño institucional.

En este sentido, los fondos europeos Next Generation, que llevan aparejada una ingente inyección de capital en sectores estratégicos como el vehículo eléctrico o la transición verde, suponen una excelente oportunidad como instrumento tractor para impulsar proyectos tecnológicos y terminar de incorporar a las pymes a la economía digital y del conocimiento. El impasse político hasta la formación de Gobierno debería reducirse al mínimo y, en todo caso, no frenar un proceso de asignacion de recursos ya marcado en muchos momentos por la burocracia y la lentitud de unas administraciones justas de efectivos que jamás habían tenido que gestionar tal cantidad de dinero. En ello y en el pacto educativo se juega el futuro del país y de las que generaciones que vienen.

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