Los equilibrios de la banca para gestionar la abundancia

La eterna inquietud del sector por su imagen choca con sus reticencias a remunerar el pasivo

Montaje de billetes de euro.Javier Ghersi (Getty Images)

Corren buenos tiempos para el negocio bancario tras años de estrecheces con los tipos de interés a cero. Así lo demuestra casi cualquier parámetro del balance de las grandes entidades del país. De hecho, Santander, BBVA y CaixaBank lograron entre abril y junio los mayores ingresos de su historia pese al frenazo del crédito, con el margen bruto (en esencia la suma de ingresos por intereses y comisiones) más alto registrado en un trimestre en toda la historia del sector financiero.

A pesar del contexto general de caída del crédito y que las entidades aseguraban que no iba a haber ingresos extraordinarios por las subidas de tipos, nunca han facturado tanto como ahora. Ni siquiera son datos comparables en el arranque de siglo, cuando los tipos también se movían en el entorno del 3% y el 4%. La bonanza de la operativa de los bancos, además, se compadece bien con la solidez y eficiencia que presentan las entidades, a tenor de las últimas estadísticas del Banco España. Según esos datos, los bancos se mueven de forma recurrente en unos ratios de capital de nivel ordinario (CET1) por encima del 13%, en línea con los requerimientos de la Autoridad Bancaria Europea (EBA).

No obstante, los buenos tiempos no deben llevar a la complacencia. La situación macroeconómica está lejos de aparecer despejada. El drástico encarecimiento de las hipotecas por la subida de tipos y la pertinaz inflación permanecen como una amenaza no menor por la vía de la morosidad. Del mismo modo, nunca se insistirá lo bastante en la necesidad de estar preparado para turbulencias imprevistas, como las que en marzo pasado provocaron en Europa la caída de un gigante como Credit Suisse. No por casualidad, desde el Banco Central Europeo (BCE) se ha insistido en la prudencia a la hora de remunerar a los accionistas, poniendo énfasis en mantener sólidas posiciones de capital.

Por otra parte, la eterna inquietud de la banca por su reputación y su imagen ante la sociedad choca con sus reticencias a remunerar el pasivo, pese a unos tipos por encima del 4%. La amplitud de los márgenes casa mal con la ausencia de depósitos en la oferta comercial de las principales entidades del país, por mucho que argumenten que no tienen necesidad de atraer capital y que no exista una elevada demanda de crédito. La interinidad del Gobierno no debería ser excusa para alargar estas políticas, que explican en parte unos márgenes disparados y a las que otros países como Reino Unido han intentado poner coto de forma activa.

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