Rentabilidad frente a hipercrecimiento, nuevo paradigma emprendedor español
Estamos ante un escenario en el que, aun con liquidez y recursos, los inversores se muestran cautelosos
El complejo contexto económico al que asistimos en los últimos tiempos ha cambiado el paradigma del ecosistema emprendedor de nuestro país amparado en la búsqueda de rentabilidad y eficiencia como impulsores de la escalabilidad y crecimiento de los negocios, frente al objetivo de hipercrecimiento de periodos anteriores.
Analicemos la situación de la inversión en el mercado tecnológico de los últimos meses. Lo primero que llama la atención es el aparente comportamiento conservador de los inversores. 2022 se cerraba con 3.397 millones de euros de inversión total en el sector, frente a los 4.314 millones de 2021 (-21%); mientras que 2023 ha arrancado su primer trimestre alcanzando los 742 millones, lo que supone un 39% menos si lo comparamos con los 1.226 millones del mismo trimestre de 2022. Si ponemos el foco sobre el número de operaciones, 2022 sumó un total de 424 transacciones, frente a las 413 de 2021 (-2,5%); mientras que en el primer trimestre de 2023 se han anunciado 104 operaciones, frente a las 117 del mismo periodo de 2022 (-12,5%).
Si estas cifras las analizamos sin mayor contexto, podría parecer que nos encontramos ante una falta de liquidez en este mercado. La realidad, sin embargo, apunta en dirección contraria: los recursos se encuentran en máximos históricos, ya que según los últimos datos disponibles, a finales de 2022 el conjunto de los inversores europeos en tecnología contaban con un nivel de liquidez cercano a los 80.000 millones de euros, prácticamente el triple de lo alcanzado en los últimos cinco años. Nos enfrentamos por tanto a un escenario en el que teniendo liquidez y recursos, los inversores se muestran especialmente cautelosos a la hora de ejecutar o ampliar sus inversiones.
Un elemento clave a la hora de evaluar la madurez del ecosistema español lo encontramos en el origen de las inversiones. En 2022 vimos cómo un 40% del total de las operaciones cerradas en este contexto se realizaron con capital extranjero; a lo que debemos sumar que la coinversión con inversores nacionales suma otro 47% de las operaciones de nuestro ecosistema. El arranque de este 2023 mantiene esta tendencia de preponderancia exterior, si bien la inversión nacional ha ganado terreno, alcanzando en lo que llevamos de año un 29% de capital exclusivamente español.
Si ponemos el foco sobre la tipología de inversor, vemos cómo el venture capital sigue siendo el gran motor de la inversión en el ecosistema (1.835 millones en 2022), seguido del private equity (598 millones), corporaciones (485 millones) y family offices (149 millones). Si nos centramos en los sectores que acaparan la inversión, veremos cómo encabeza la inversión el turismo (13% de la cifra total), seguido muy de cerca por el mundo fintech y la movilidad, con un 12% cada uno de ellos.
Pero más allá de las cifras de inversión que ofrecen muestra de la situación actual, ¿hacia dónde se encamina la inversión en el corto plazo? A nuestro juicio, hay cuatro tendencias que van a marcar las dinámicas de inversión en los próximos meses.
1. Búsqueda de negocios más eficientes y de riesgo más controlado. El mundo inversor ha reorientado sus objetivos hacia negocios que destaquen por su rentabilidad y eficiencia, frente al crecimiento acelerado que primaba hasta hace poco. Hoy en día los inversores no se guían solo por modelos de hipercrecimiento, prestando especial hincapié en negocios escalables, con métricas saludables y capacidad de tracción.
2. Maximización del uso de los recursos propios. Está produciéndose una evolución evidente en la exigencia de aprovechar al máximo los recursos disponibles, tanto financieros como de talento y tiempo, ajustando al máximo la eficiencia y sostenibilidad del modelo de negocio de las compañías.
3. Mayor sofisticación en las herramientas de financiación. Comenzamos a presenciar movimientos que apuntan a cambios importantes en la financiación del ecosistema. Vemos nuevas estructuras de financiación, con rondas que cada vez alcanzan más tamaño y complejidad, y transacciones que combinan el equity con otras fórmulas como convertibles, venture debt, financiación bancaria o ayudas públicas, entre otras herramientas. De hecho, muchas de las operaciones que estamos viendo en estos momentos se están realizando en formato de nota convertible, de manera que el inversor se reserva la posibilidad de convertir el capital en participaciones de la sociedad, una fórmula que es consecuencia directa de la complejidad de establecer valoraciones concretas en el contexto de mercado actual, y especialmente en aquellos casos en los que la tecnología disruptiva sea el principal activo de la compañía.
4. Creciente especialización del ecosistema de inversión. Si bien la tónica generalizada es la de una mayor sofisticación en los procesos de inversión en el ecosistema, es posible identificar ciertas dinámicas comunes en la operativa de los principales actores del mercado. Así, los venture capital nacionales han levantado en los últimos meses fondos más grandes, lo que les está permitiendo acompañar a sus participadas en cartera con procesos de follow-on y captar nuevos proyectos en fases de scaleup, donde antes primaba la presencia de fondos internacionales. Por su parte, vemos una mayor entrada de private equities en este entorno tecnológico, buscando negocios con rentabilidad, generación de caja y escalabilidad y una mayor diversificación hacia modelos con tecnologías habilitadoras.
Dentro de esta tendencia hacia una mayor especialización, el concepto de capital paciente gana fuerza entre los fondos que, conscientes de su dry powder y las exigencias de sus inversores, han sofisticado sus procesos de inversión mediante un análisis detallado de las métricas de negocio, que se han visto modificadas al evolucionar de una búsqueda de la escalabilidad a centrar su objetivo en el ebitda. Por su parte, las grandes corporaciones están sofisticando tanto la composición de sus equipos como las acciones de inversión ejecutadas, cubriendo los diferentes puntos de desarrollo, ya sea a través de vehículos y talento propio, o participando como inversores ancla como fondos regulados y dirigidos por gestoras especializadas.
Todas estas tendencias apuntan en un mismo sentido: las dinámicas de inversión en el ecosistema de emprendimiento español han cambiado, reorientándose ahora hacia un nuevo paradigma en el que el protagonismo lo tiene la resiliencia de la compañía, basada en la escalabilidad y crecimiento de los negocios acompañada de la generación de rentabilidad a corto y medio plazo, pasando a un segundo plano el hipercrecimiento que marcó en años anteriores las decisiones de los inversores.
Mario Teijeiro / Santiago Álvarez de Mon son sirector de ‘M&A tech’ / ‘senior manager’ de ‘M&A tech’ en Deloitte Financial Advisory
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