La velocidad de crucero del empleo, colchón para familias y PIB

El excelente arranque de 2023 se puede estar enfriando, y será la temporada turística la que confirme o revierta esta tendencia

Ana Escobar (EFE)

La economía española lleva creando empleo de forma sostenida desde que acabó la pandemia. Desde principios de 2021 todos los meses se han saldado con un aumento de la afiliación a la Seguridad Social, si se eliminan los efectos estacionales y de calendario. Solo una mancha, la caída de julio de 2022 que se vio seguida de un flojo agosto. Fue el primer verano de la guerra, el de la inflación a doble dígito y las perspectivas de racionamiento energético y recesión en otoño. Entrado 2023, España ha creado casi medio millón de empleos, se tengan en cuenta o no los efectos del calendario.

Si durante la pandemia los ERTE sujetaron el consumo y evitaron una espiral de destrucción de actividad y tejido económico, hoy por hoy el dinamismo del empleo es, junto a la pujanza del sector exterior, lo que mantiene el pulso de la economía a pesar de los vientos en contra. En los datos de mayo pesa mucho el excelente momento de la hostelería, fruto de un sector turístico que está en ebullición ya antes de arrancar el verano. Pero también se crea empleo en el comercio, en la industria y en las actividades profesionales y técnicas. Ningún sector económico destruyó empleo el mes pasado. En términos interanuales, el régimen general crea más de 600.000 empleos, un 3,45% más. Es cierto que la tasa se ha desacelerado; aunque ha sido un buen mes para el empleo, el alza de la afiliación ha sido la menor desde 2016, el mes ha ido de más a menos, y el paro registrado ha crecido en términos desestacionalizados. El excelente arranque de 2023 se puede estar enfriando, y será la temporada turística la que confirme o revierta esta tendencia.

La timidez con la que los salarios están recogiendo el alza del coste de la vida es una suerte de pacto de rentas unilateral. Un factor que, combinado con el aumento de los márgenes empresariales y la resistencia de la demanda (en particular de la demanda externa, que se beneficia de la mayor competitividad), ayuda a explicar la facilidad con la que los empleadores dan de alta a nuevos trabajadores. No hay muchas experiencias de una devaluación salarial en un contexto de crecimiento, pero España parece estar viviendo una. El resultado no es, desde luego, ideal para los trabajadores (en particular las rentas más bajas), pero las grandes cifras dibujan un panorama bastante más alentador. La subida del salario mínimo, finalmente, no ha tenido los efectos negativos temidos por los economistas y, al menos en el contexto actual, puede haber ayudado a paliar parte del peaje inflacionista.

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