No más ‘analgésicos’ para la energía
Los recursos económicos disponibles deben centrarse en construir un nuevo modelo energético y no en poner parches a corto plazo al actual
Europa acaba de plantear una nueva ayuda económica para subvencionar la luz a pequeñas y medianas empresas y a hogares. En plena situación de emergencia climática, con un conflicto bélico que no ve su fin y los precios de la energía disparados, este tipo de acciones anunciadas por Bruselas son como ese analgésico que uno se toma para aliviar de forma inminente la sensación de dolor, pero que de ningún modo acaba ni soluciona el problema.
Así se encuentra el paciente de la energía en Europa: sometido a medidas desesperadas a corto plazo que comprometen los compromisos de sostenibilidad marcados por la Agenda 2030. Y lo peor, sin vistas a encontrar un tratamiento a largo plazo, es decir, sin un plan claro que defina el futuro modelo energético del continente que nos permita pensar en un mañana más sostenible, renovable y beneficioso para la economía, la sociedad, el planeta y el bienestar de las personas.
Si seguimos con el modelo energético actual, dependiente de la quema de combustibles fósiles emisores de CO2 y centralizado (centrales que se conectan a las redes de transporte y distribución), vamos directos a una situación en la que tendremos que adaptarnos a la polarización de los precios y donde la intermitencia de las fuentes renovables aumentará el estrés en la red, lo que puede provocar apagones en el suministro en los próximos años. Y tampoco se alcanzarían los objetivos de descarbonización establecidos por la misma Unión Europea para paliar el cambio climático.
Además, este modelo genera dependencias entre países que por su falta de recursos energéticos propios no pueden ser autónomos, creando tensiones geopolíticas y poniendo en situación de alta vulnerabilidad a aquellas economías más dependientes energéticamente.
En este estado de urgencia energética, la electrificación como principal fuente de energía limpia es la clave, y la entrada masiva de fuentes de energía de origen renovable lo cambia todo y es la mejor oportunidad, y un gran reto al mismo tiempo, para construir el sistema energético del futuro. Pero nos estamos enfocando principalmente en la generación de la energía cuando deberíamos estar poniendo el foco en la demanda. La verdadera transición energética pasará por la flexibilidad de la demanda o no la habrá.
El sistema eléctrico, para ser estable, necesita que el total de la generación de electricidad sea igual al total del consumo en todo momento. Este equilibrio se ha conseguido tradicionalmente adaptando las grandes centrales de generación a la demanda en cada momento. Pero esto cambia con la entrada de fuentes renovables, especialmente la eólica y la solar fotovoltaica, que no son regulables ni predecibles; y a esto hay que añadir que los consumidores también pasan a ser generadores y nuevos gestores de electricidad. Para abordar la tremenda complejidad que estos factores añaden a la red eléctrica, la demanda debe flexibilizarse, ¿esto qué significa? Los consumidores de energía deben tener la capacidad de adaptarse a las condiciones cambiantes del mercado energético y tomar decisiones informadas sobre cuándo y cómo usar la energía, en base a incentivos del mercado, precio de la energía, la energía disponible, meteorología, etc, es decir, deben convertirse en prosumidores, gestores activos de su energía. La digitalización será el habilitador clave. Digitalización y flexibilidad son las dos palancas que deben activarse lo antes posible para impulsar definitivamente este modelo de energía eléctrica descentralizada con origen 100% renovable y no emisora de CO2. Un modelo que ya es urgente tener encima de la mesa y que no podemos retrasar.
La digitalización de la energía, es decir, el uso de tecnologías digitales y de la información permitirá mejorar la eficiencia, la seguridad y la sostenibilidad en la producción, distribución y consumo de energía. La tecnología, por ejemplo, ya está facilitando a los consumidores generar y almacenar su propia energía y reducir costes; y en la industria, la instalación de dispositivos permite obtener detalle y contexto de sus operaciones, y conocer, entre otras cosas, el total de emisiones. Una gestión eficiente de la energía a través de un proceso de digitalización mejora las operaciones de una empresa y aumentar su competitividad en el mercado.
Sin ningún tipo de duda, y para poder afrontar el contexto energético, tanto el actual como el futuro, descarbonizar y flexibilizar nuestra energía sin pérdida de competitividad solo tenemos una opción: considerar la energía como un recurso, como un activo. Tenemos que pasar de simplemente consumirla a gestionarla de forma activa: optimizar su uso y reducir costes sin comprometer la calidad y la eficiencia de los servicios y procesos. El contexto actual de la transición energética en Europa obliga más que nunca a establecer medidas de eficiencia energética a largo plazo y que formen parte de un gran plan global y acordado por todos porque habrá que consumir menos y consumir mejor.
Como país, el despliegue masivo de almacenamiento y la digitalización del sistema eléctrico, hasta detrás del contador, para poder maximizar la gestionabilidad del sistema, democratizar los mercados de flexibilidad y la gestión de la demanda, son seguramente las mejores palancas que tenemos para estar a la cabeza como economía descarbonizada con la consecuente atracción de inversión extranjera, atracción y retención de talento y creación de empleo de calidad y larga duración. En caso de no hacerlo o hacerlo demasiado tarde, además de no aprovechar la gran oportunidad que tenemos en este justo momento, hay riesgo de entrar en un escenario donde se desincentive la inversión en renovables por incapacidad del sistema de les cabida provocando una ralentización de todo este potencial.
El reto al que nos enfrentamos es enorme. Por eso, los recursos económicos disponibles deben centrarse en construir el nuevo modelo energético y no en “analgésicos a corto plazo”, como declaró recientemente Philippe Delorme, director de operaciones europeas de Schneider Electric, al periódico Financial Times.
Jordi García es vicepresidente de las divisiones de Digital Energy y Power Products de Schneider Electric Iberia
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