Es el momento de una década de inversión europea

La versión actual del marco europeo es inadecuada para abordar la crisis climática y obstaculiza el crecimiento de la producción de energía

Dominique Potier/ Antonio Misiani/ Pedro Casares Hontañón/ Cansel Kiziltepe
Vista general del Parlamento Europeo.Europa Press/Contacto/Nicolas Landemard (Europa Press/Contacto/Nicolas La)

Europa lleva más de un década atravesando emergencias simultáneas. La crisis financiera y del euro, a la que han sucedido la llegada a Europa de millones de refugiados que huyen de guerras civiles, la pandemia del Covid-19 y la actual guerra de Rusia en territorio ucraniano, han estancado los avances hacia la integración europea. Ello ha aumentado incluso las desigualdades entre los Estados miembros de la UE y ha allanado el camino a los gobiernos fascistas en su ascenso al poder. Estas tendencias se deben, en parte, a soluciones económicas asimétricas a las crisis y denotan una falta de solidaridad financiera en el seno de la UE. Europa no puede permitirse echar por tierra otros diez años. Los retos relacionados con la neutralidad climática, la cohesión social y la revitalización del concepto de Europa son extraordinarios. Pese a que pueda parecer abstracto, la vía para abordar estos retos de manera eficaz reside en el marco fiscal de la UE y la normativa que este impone a sus Estados miembros. La propuesta de la Comisión Europea encaminada a reformar el marco fiscal de la UE supone un paso en la buena dirección, pero debemos introducir profundas mejoras. La próxima década será decisiva y no puede desaprovecharse. Cada año cuenta.

Así pues, hemos de posibilitar que los países de la Unión realicen inversiones adicionales por cuenta propia y también crear un marco institucional para financiar proyectos de manera conjunta. La reforma del marco fiscal de la UE es un asunto delicado, pero resulta esencial para lograr nuestros objetivos europeos comunes. La Comisión calcula que se necesitan 260.000 millones de euros más al año en inversiones para alcanzar los objetivos comunes del marco sobre clima y energía para 2030. Otros investigadores estiman incluso que, para facilitar la transición ecológica, la inversión adicional se eleva a 855 000 millones anuales. El logro de este cometido es tanto un imperativo como una oportunidad, ya que permitiría crear nuevas oportunidades económicas, asociadas a millones de empleos de calidad. También reviste una oportunidad para el avance de los proyectos europeos comunes como la red ferroviaria europea de alta velocidad o la infraestructura relacionada con el hidrógeno limpio, como plantearon los comisarios europeos Thierry Breton y Paolo Gentiloni.

Hasta la fecha, las directrices europeas relativas al gasto se establecen en virtud del Pacto de Estabilidad y Crecimiento y sus numerosas reformas y enmiendas, que definen el nivel de gasto y endeudamiento permitido a los Estados miembros. Sin embargo, el pacto otorga prioridad a la disciplina fiscal frente a las tan necesarias ventajas de la inversión pública. Pone el foco en la reducción de la ratio de endeudamiento público con respecto al PIB y en un estricto principio rector dirigido a establecer límites de los saldos presupuestarios. La normativa data de la década de 1990 y se introdujo bajo condiciones políticas y económicas muy diversas.

La versión actual del marco fiscal resulta inadecuada para abordar la crisis climática y obstaculiza el rápido aumento de la producción autónoma de energía. Al comienzo de la crisis ocasionada por el Covid-19, tampoco resultó idóneo para afrontar debidamente el desastre económico, lo que al final llevó a la suspensión del Pacto de Estabilidad y Crecimiento en 2020 hasta finales de 2023. Vivimos tiempos de crisis simultáneas. La inminente emergencia es mayor que la suma de las crisis por separado. La pandemia, la guerra, la catástrofe climática y la crisis energética ya representan un desafío de por sí, pero consideradas en su conjunto, suponen una tarea de gran envergadura. No obstante, contamos con recursos. Se nos abre una oportunidad para cambiar las reglas y afrontar estas emergencias simultáneas. Es hora de actuar con determinación y empezar a invertir en nuestro futuro en la escala necesaria para superar estos retos.

Con miras a promover un decenio de inversiones en el futuro de Europa, instamos a aplicar la regla de oro del gasto público. A partir de esta idea, las inversiones deberán regularse de manera distinta al gasto en consumo. Estas no deberán amortizarse con ingresos corrientes, sino que habrán de financiarse con deuda, con lo que se logra una distribución equitativa de los costes del capital público entre las generaciones futuras, quienes también lo utilizan. Las inversiones públicas aumentan el capital público y la capacidad de producción de la economía, y, por ende, favorecen el crecimiento y la autosuficiencia en el medio y largo plazo; razón por la que no deberían tomarse en consideración a la hora de evaluar el saldo presupuestario de los Estados miembros de la UE. Además de otras reformas a corto plazo, la introducción de una regla de oro puede llevarse a cabo con el voto de unidad del Consejo Europeo, sin necesidad de modificar los tratados de la Unión.

Sin embargo, los costes asociados a la adquisición de préstamos son muy heterogéneos entre los países miembros, de modo que resulta igualmente indispensable institucionalizar una vía para la financiación de los proyectos europeos comunes por parte de una institución fiscal de la Unión respaldada por todos los Estados miembros. Es necesario contar con una autoridad fiscal, una especie de Ministro de Finanzas, para concluir el proceso de integración económica y monetaria. Dicha institución es nuestra mejor opción a la hora de tratar de evitar la próxima crisis o mitigar sus efectos en las economías y democracias europeas. La transformación tanto del sector energético como del transporte son objetivos comunes obvios y ofrecen enormes posibilidades de lograr las metas relacionadas con la neutralidad climática. Las infraestructuras de ambos sectores deberían financiarse con cargo a la deuda conjunta europea. Hacen falta Estados proactivos y también la Unión ha de serlo. No debemos cejar en nuestro empeño. Se acabó el tiempo de la cautela y los pequeños avances. Nuestras circunstancias demandan que realicemos un gran esfuerzo y revitalicemos el concepto de Europa con un decenio de inversiones en nuestro futuro.

Este artículo es un llamamiento de cuatro políticos socialdemócratas de España, Francia, Italia y Alemania para exigir mayor inversión pública para el proyecto Europeo. El artículo se publica en el contexto de la próxima reunión del ECOFIN del 14 de marzo, en cuatro países de forma simultánea: en Francia, en Alternatives économiques, en Alemania en Handelsblatt, en Italia en Il Sole 24 Ore y en España en Cinco Días. Los autores son:

Dominique Potier/ Antonio Misiani/ Pedro Casares Hontañón/ Cansel Kiziltepe/ Parti socialiste/ Partito Democratico/ PSOE/ SPD

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