El ‘Green Deal’ industrial: la oportunidad de una reindustrialización inteligente y sostenible

Los inversores y los grandes fondos lo tienen claro: hay liquidez en los mercados. Ahora hace falta liderazgo público y privado y buenos proyectos para impulsar el proceso

En la era de la economía digital la industria sigue teniendo un papel vertebrador para el desarrollo económico y social de nuestras sociedades. Su contribución no solo es decisiva para garantizar el crecimiento, sino que es uno de los pilares de la creación y mantenimiento del empleo, así como de la cohesión social y territorial. La revolución tecnológica, y particularmente la transformación digital, van a transformar (ya lo está haciendo) nuestros sistemas productivos, tensionando muchas empresas y sectores industriales. Estos, no solo corren el riesgo de quedar obsoletos por la robotización y la digitalización, también la crisis climática y la necesidad de descarbonizar nuestra economía nos interpela a transformar las formas de producir y consumir hacia modelos sostenibles. Aquellos que no se adapten, tendrán serios problemas de competitividad e incluso de viabilidad.

Algunos estudios advierten que el sector industrial afrontará un periodo negro en la próxima década con la pérdida de millones de empleos. El Observatorio de Formación Profesional de CaixaBank Dualiza y Orkestra-Instituto Vasco de Competitividad prevén que en el horizonte 2030 la industria extractiva y la manufacturera perderá, solo en España, 218.000 empleos en relación al año 2020. Una previsión que puede impactar en territorios que concentran una mayor actividad industrial, como Cataluña con un 22,07% del total, o Madrid, Andalucía o Valencia, con el 11% aproximadamente cada una de ellas. Sin embargo, Navarra, País Vasco y Rioja son los territorios donde el peso industrial es más importante en el conjunto del PIB autonómico.

La economía española se ha caracterizado por desarrollar un potente sector servicios en las últimas décadas, del 46% del PIB en 1970 al 75% en el año 2022. La industria y la energía redujeron su peso del 25% del PIB en 1970 al 16,9% en el año 2022, según el Instituto de Empresa. ¿Una tendencia irreversible o existe la posibilidad de reindustrializar el país? Muchos pensamos que el futuro no tiene por qué ser un lugar distópico que condene a la desindustrialización y al desempleo a los trabajadores industriales. La transformación digital y la descarbonización generan riesgos, pero es una gran oportunidad para la reindustrialización si lo gestionamos con audacia e inteligencia. El Green Deal europeo es una ventana de oportunidad en sectores estratégicos y de alto potencial como las clean-tech, la industria 4.0, la movilidad sostenible, la salud, la biotecnología o la economía verde y circular.

La Comisión europea ha presentado un plan industrial Green Deal para mejorar la competitividad ampliando la capacidad de fabricación de la UE en tecnologías y productos cero emisiones. Un Green Deal industrial que debe aprovechar las fortalezas del Mercado Único complementando los esfuerzos ya en curso y priorizando cuatro pilares de actuación. El primero, ofrecer un marco regulatorio más simple, predecible y simplificado. La Comisión propondrá una Ley de industria cero emisiones para identificar objetivos comunes y proporcionar un marco regulatorio de rápido despliegue que garantice permisos simplificados, promoviendo proyectos estratégicos y desarrollando estándares para respaldar la escalabilidad de tecnologías en el mercado único. Todo ello, complementado con una Ley de Materias Primas Críticas para garantizar un acceso suficiente a las tierras raras, vitales para la fabricación de tecnologías clave.

El segundo, acelerar la inversión y la financiación pública y privada en los mercados de capitales para la transición verde y la producción de tecnología limpia en Europa. En ese contexto, la política de competencia juega un papel fundamental para garantizar la igualdad de condiciones en el mercado único, acelerando y simplificando la concesión de ayudas con un marco temporal de transición y crisis que permita financiar la innovación, la fabricación y el despliegue de tecnologías limpias a través del REPowerEU, el InvestEU y el Fondo de Innovación.

El tercero trata de potenciar la recapacitación de la fuerza laboral para mantener el empleo, ya que entre el 35 % y el 40 % de los trabajadores en la UE podrían verse afectados por el impacto de la transición verde. Es por ello que hay que apostar por la formación -reskilling y upskilling- invirtiendo en las capacitaciones necesarias para una transición verde centrada en las personas y en especial en la actualización de habilidades en industrias estratégicas.

Finalmente, apostar por el comercio abierto para garantizar unas cadenas de suministro resilientes. La transición verde debe regirse bajo los principios de competencia leal y comercio abierto, por lo que hay que seguir desarrollando una red de acuerdos de libre comercio y formas de cooperación inclusivas para apoyar la transición ecológica en el marco de la OMC. La creación de un Club de Materias Primas Críticas podría garantizar la seguridad global de suministros de la UE para una base industrial competitiva y diversificada.

En definitiva, un Green New Deal industrial europeo puede generar un nuevo círculo virtuoso de crecimiento y empleo movilizando inversiones sostenibles para una industria verde con ayudas para las regiones en transición. Según la OIT, la apuesta por una economía y una industria sostenible en Europa tiene el potencial de crear entre 700.000 y 1.000.000 empleos verdes en la próxima década. El FMI apunta que el nivel de inversiones en 2022 rondaba los 630.000 millones de dólares anuales, pero necesitamos invertir entre 3 y 6 billones de euros por año de forma sostenida hasta 2050 para alcanzar los objetivos de descarbonización. Debemos y podemos hacer del riesgo una oportunidad. La reindustrialización verde no solo es posible sino necesaria. Los inversores y los grandes fondos de inversión lo tienen claro, hay liquidez en los mercados, ahora hacen falta liderazgo público, social y privado y buenos proyectos que lo impulsen. El verdadero riesgo radica precisamente en la no acción o en la tentación de repartir esos fondos sin criterios de impacto transformador. ¿Vamos a por ello?

 Pau Solanilla es Fundador de Sostenibles.org, Comisionado de Promoción del Ayuntamiento de Barcelona y colaborador de Agenda Pública

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