Syngenta siembra la semilla de la duda

La compra de la compañía por 40.000 millones de euros por parte de ChemChina es la mayor hecha por una firma china en el extranjero

Oficinas centrales de Syngenta en Basilea. Reuters

Alimentar al mundo es una atractiva propuesta de inversión; hacerlo con pesticidas muy tóxicos es más difícil de vender. Es el dilema al que se enfrentan los inversores con la vuelta a la Bolsa, en Shanghái, de la agroquímica Syngenta.

Su compra por 40.000 millones de euros por parte de ChemChina es la mayor hecha por una firma china en el extranjero; fue en 2017, y salió a Bolsa en 2018. En 2022, el repunte de las materias primas impulsó las compras de semillas, pesticidas y fertilizantes, lo que elevó las ventas un 20%, hasta 7.400 millones en junio-septiembre. Si siguieron así, en 2022 habrían alcanzado 32.000 millones, con un ebitda de 4.900 millones si su margen de beneficios se mantuvo estable en el 15% de los ingresos. Suponiendo que el CEO, Erik Fyrwald, pueda elevar las ventas un modesto 10% anual, justo por debajo de su media preguerra de Ucrania, y mantener el margen, el ebitda crecería hasta 6.400 millones en 2025. Si se valora al múltiplo de 9,6 veces el ebitda para ese año de Corteva, de EE UU, Syngenta podría alcanzar 62.000 millones, deuda incluida.

Y podría crecer más rápido. Los repelentes de plagas son el medio más fiable de potenciar los cultivos. Alimentar la creciente población del mundo es acuciante. Pero la dependencia de Syngenta de los pesticidas tóxicos es un reto. Más de la mitad de sus ventas proceden de la protección de cultivos, división que vende productos como Paraquat, mortal si se ingiere en pequeñas cantidades y prohibido en la UE.

La mayor tarea de Fyrwald es convencer a los inversores de que Europa es un caso atípico. La esperanza es que Brasil, India o China ignoren las preocupaciones sanitarias y de contaminación para centrarse en el máximo rendimiento al menor coste. Pero el plan de la UE de reducir el uso de pesticidas químicos un 50% para 2030 es una amenaza a la larga para la firma suiza, que obtiene casi un cuarto de sus ventas de Europa, Oriente Próximo y África.

Syngenta ya está cubriendo sus apuestas. Su compra en 2020 del fabricante de alimentos vegetales sostenibles Valagro se dirige a un mercado que se espera que se duplique en cinco años. Aun así, pasará mucho tiempo hasta que este segmento sustituya a la oferta química. Si las normativas mundiales avanzan más deprisa, la rentabilidad potencial de Syngenta se sembrará en terreno poco fértil.

Los autores son columnistas de Reuters Breakingviews. Las opiniones son suyas. La traducción, de Carlos Gómez Abajo, es responsabilidad de CincoDías

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