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La prima de riesgo se estabiliza por debajo de los 60 puntos básicos tras la ronda de mejoras de calificación

Las agencias devuelven al país la nota perdida en 2012 y los bonos nacionales ganan posiciones entre los grandes fondos

El mercado ya lo había anticipado, pero las agencias de rating se mostraban reticentes, una cautela que empieza a disiparse. Las mejores perspectivas económicas y la mayor estabilidad política han convencido a los más indecisos, y España recupera el nivel mínimo “A” que perdió en 2012. Dos semanas después de que S&P Global Ratings elevara la nota de la deuda española a A+ con perspectiva estable, Moody’s y Fitch se han sumado: la primera la sitúa en A3 (equivalente a A-) y la segunda en A, ambas también con perspectiva estable. Pese a la mejora, la calificación española sigue entre uno y tres escalones por debajo de la francesa, pero esta diferencia podría reducirse en noviembre, cuando S&P actualice sus previsiones sobre la economía gala. A la espera de que las sospechas se confirmen, el rating del país vecino cuenta con una nota de Aa3, AA- y A+ según los criterios de Moody’s, S&P y Fitch.

Los inversores, sin embargo, parecen tenerlo más claro. Desde que en septiembre de 2024 se produjera el sorpasso de la deuda española a la francesa, la preferencia por los títulos españoles se ha consolidado. El bono a diez años cotiza en el 3,26%, frente al 3,5% del francés y el italiano. La prima de riesgo española (calculada por el diferencial entre los intereses con la deuda alemana, la referencia en la eurozona) se mantiene en los 56 puntos básicos, mínimos de dos décadas, frente a los 83 puntos del diferencial francés, que ya se sitúa al nivel del italiano. En 2009, cuando S&P retiró la triple A a España y dejó la nota en AA+, el riesgo país rondaba los 80 puntos básicos. Es decir, hoy, los inversores valoran mucho más positivamente la economía española que lo que reflejan las agencias.

“Históricamente, España se consideraba un país periférico en Europa, en contraste con economías centrales como Alemania, Francia o Bélgica. Sin embargo, el panorama ha evolucionado considerablemente”, señala Christian Rouquerol, director de ventas para Europa de Tikehau Capital. El experto recuerda que, mientras se premia la disciplina española, agencias como Fitch han comenzado a advertir a Francia por su incapacidad para frenar el déficit, reducir deuda y estabilizar el panorama político. El pasado 12 de septiembre, la calificadora rebajó la nota gala de AA- a A+ con perspectiva estable.

La mejora española se apoya en el crecimiento y en el control fiscal. A cierre de 2024, el déficit de las administraciones públicas fue del 3,2% del PIB, apenas dos décimas por encima del límite europeo, mientras que la deuda se redujo al 102,5%. Esta contención contrasta con los desequilibrios de los vecinos europeos. Francia, que en los dos últimos años ha tenido ya cuatro primeros ministros, cerró 2024 con un déficit del 5,8%, el más alto de la eurozona, y una ratio de deuda sobre PIB del 114%.

Con una economía que para 2025 crecerá entre el 2,7% previsto por el Gobierno y el 2,5% calculado por organismos como el FMI, los inversores consideran que la deuda española es un activo seguro. “Los bonos españoles se podrían convertir en el principal activo refugio de los inversores”, señala Manuel Pinto, analistas de mercados. Una visión compartida por François Collet, de DNCA (filial de Natixis IM), para quien la deuda española es una oportunidad atractiva de inversión. “Aunque el contexto fiscal no es excepcional, sigue siendo más sólido que el de muchos otros países similares”, destaca.

La mejora de la calificación, además de abaratar el coste de financiación, abre la puerta a nuevos compradores. “El hecho de que España tenga ya un mínimo de A- en las tres grandes agencias es muy positivo, porque permitirá la entrada de nuevos inversores, sobre todo en Asia, que no invierten en activos con calificación en el tramo BBB por ninguna de ellas”, sostiene Salvador Jiménez, socio de Análisis Económico y de Mercados de Afi. En un año en el que el tipo de cambio está afectando a las carteras, Pinto espera que los inversores europeos se refugien en su propia divisa respaldados por una economía con mayor crecimiento. Aquí los bonos españoles tienen una gran oportunidad. Mientras los inversores tratan de sacar el máximo partido a sus inversiones, España se beneficia de una mayor diversificación, una de las reglas que rigen la estrategia del Tesoro.

La menor dependencia y exposición a los aranceles estadounidenses, las condiciones sólidas del mercado laboral, el dinamismo de la actividad económica, la estabilidad política, la fortaleza del sistema financiero y la modernización de infraestructuras gracias a los fondos Next Generation son los principales catalizadores de la buena imagen de la deuda y economía española. Pero no todo es positivo. Quedan ajustes pendientes. Aunque España crece por encima de la media, Pinto advierte que los motores principales —hostelería, construcción y turismo— son sectores de baja productividad. A ello se suma la brecha entre salarios y precio de la vivienda.

Con la vista puesta en el corto plazo, desde Afi esperan que la prima de riesgo se mantenga estable, aunque advierten de que para consolidar la nota en la doble A sería necesaria una mayor disciplina fiscal. “No podemos olvidar el principal punto débil de España: un déficit público estructural todavía elevado. La buena dinámica de crecimiento ha permitido posponer los ajustes, pero si la economía se moderara, este desequilibrio pasaría a un primer plano”, remarcan.

En la misma línea, Javier Santacruz, investigador de la Fundación de Estudios Financieros del Instituto Español de Analistas, advierte de que la revisión al alza de la nota llega en un momento en el que es probable que se frene la reducción de la ratio de deuda sobre PIB, que aún no ha regresado a los niveles previos a la pandemia. Una debilidad que ya había señalado el gobernador del Banco de España, José Luis Escrivá, al identificar el elevado endeudamiento como uno de los principales puntos débiles para la economía.

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