China anuncia su primera flexibilización monetaria desde 2010
El Politburó adelanta que adoptará en 2025 políticas fiscales “más proactivas” y una política monetaria “moderadamente laxa”
China ha anunciado este lunes que adoptará en 2025 un conjunto de políticas fiscales “más proactivas” para expandir la demanda interna y una estrategia de política monetaria “moderadamente laxa”, lo que supone el primer cambio de postura hacia una flexibilización en 14 años. La declaración del Politburó del Partido Comunista (uno de los mayores órganos de toma de decisiones del gigante asiático) llega a las puertas de una importante reunión económica en la que altos funcionarios chinos establecerán los objetivos clave y la dirección para el próximo calendario. Muchos analistas opinan que estos pequeños cambios retóricos indican que Pekín es consciente de los riesgos del entorno económico actual: la segunda economía del planeta se prepara para una posible segunda guerra comercial con Estados Unidos cuando Donald Trump asuma la presidencia el próximo 20 de enero.
“El Partido debe implementar políticas fiscales más proactivas y políticas monetarias moderadamente laxas”, ha señalado el Politburó en un comunicado citado por la agencia estatal de noticias, Xinhua. El organismo, compuesto por 24 miembros y liderado por el presidente Xi Jinping, ha informado que planea reforzar las medidas “no convencionales” con el objetivo de contrarrestar un ciclo económico adverso, además de impulsar “vigorosamente” el consumo y expandir la demanda interna “en todas las direcciones”, detalla Xinhua.
El gigante asiático venía adoptando una postura monetaria “prudente” desde 2010. La última vez que implementó una estrategia “moderadamente laxa” fue a finales de 2008, tras la crisis financiera global, táctica a la que puso fin dos años más tarde. El Banco Popular de China (el banco central) utiliza cinco enfoques para definir su política monetaria, en términos de nivel de intervención y estímulo financiero: laxa, moderadamente laxa, prudente, moderadamente restrictiva y restrictiva.
En estos 14 años, China ha buscado un equilibrio para estimular el crecimiento y controlar los riesgos financieros, como pueden ser la inflación o la acumulación excesiva de deuda. Pero el reciente cambio refleja la urgencia de adoptar medidas más expansivas para estimular la economía después de que la apertura postpandémica no trajese consigo el repunte que se esperaba. Según una nota de Huatai Securities, es, además, la primera vez desde 2001 que Pekín describe su estrategia fiscal como “más proactiva”, recoge el diario hongkonés South China Morning Post. Fue en aquel año cuando China se unió a la Organización Mundial del Comercio (OMC) y, desde entonces, adoptó una política más cautelosa y centrada en el crecimiento sostenido.
Dong Shaopeng, investigador principal del Instituto Chaoyang de Estudios Financieros de la Universidad de Renmin, cree que el anuncio demuestra que “el Gobierno conoce bien la situación económica real” y que hará lo posible por “protegerse de los golpes externos, especialmente las presiones comerciales y tecnológicas de Estados Unidos”. En su opinión, la reunión ha establecido “requisitos claros” para promover la demanda interna y estabilizar los mercados inmobiliario y bursátil, “respondiendo a las preocupaciones del mercado”, un paso que considera “esencial” para resolver “problemas reales como el empleo o la vitalidad empresarial”. Con él coincide Zhang Zhiwei, presidente y economista jefe de Pinpoint Asset Management, quien apunta que “el mercado temía que el estímulo se centrara en la inversión y empeorara el problema del exceso de capacidad”.
La economía china se ha visto durante meses afectada por presiones deflacionarias herederas de la crisis de su sector inmobiliario, además de una pérdida de confianza de los hogares, cuyo nivel de riqueza también se ha reducido. Ante esta situación, Pekín anunció en septiembre medidas de estímulo monetario para impulsar el mercado de valores, así como recortes de tasas de interés para los titulares de hipotecas y la flexibilización de las restricciones a la compra de viviendas. En noviembre, lanzó un paquete de deuda de casi 1,3 billones de euros para rescatar a los gobiernos locales. Esa apuesta, que se quedaba lejos del gran paquete de estímulos fiscales que algunos expertos financieros auguraban, va dirigido a aligerar el inmenso problema de deuda oculta que acumulan desde hace años las entidades locales.
Sin embargo, muchos especialistas alertaban que esos esfuerzos eran insuficientes para revertir los vientos en contra. “Para salir del círculo vicioso de deuda y deflación, las autoridades chinas deben intensificar las medidas fiscales para impulsar el consumo”, afirman los analistas de Brown Brothers Harriman, mencionados por Financial Times, quienes consideran, no obstante, que el último anuncio “es alentador”.
“El lenguaje utilizado en este comunicado del Politburó no tiene precedentes”, expresa a Bloomberg Xing Zhaopeng, estratega sénior del Australia & New Zealand Banking Group. Xing lo interpreta como una señal de que se producirá una fuerte expansión fiscal, grandes recortes de tasas y compra de activos. “El tono político muestra una gran confianza frente a las amenazas de Trump”, agrega, en referencia a la promesa del presidente electo de imponer un arancel del 60% a las exportaciones chinas.
Tras el anuncio de la reunión, el índice Hang Seng de la Bolsa de Hong Kong registró un alza del 3,1%, su mayor subida en casi un mes. Asimismo, el rendimiento de los bonos del gobierno a 10 años cayó cinco puntos básicos, hasta un mínimo histórico del 1,91%, mientras que el valor del yuan offshore (la negociación de la divisa china fuera de las fronteras del país) se revalorizó un 0,1% frente al dólar estadounidense.
El cónclave de diciembre del Politburó suele sentar las bases para la Conferencia Central de Trabajo Económico, una de las reuniones clave de política económica y que dicta el rumbo nacional para el próximo año. Previsiblemente, se celebrará a partir del miércoles. La prioridad del Partido Comunista es devolver la confianza al consumidor medio chino y a inversores y empresarios de dentro y fuera del país. Además, tiene la meta de alcanzar el objetivo de crecimiento de en torno al 5% que fijó el Ejecutivo en marzo. De momento, se le ha complicado el camino: el Producto Interno Bruto (PIB) aumentó un 4,6% interanual en el tercer trimestre, la cifra más baja de los últimos 18 meses.