La política irrumpe en los mercados

A corto plazo el ‘America First’ puede ser positivo para las Bolsas

Donald Trump durante su mitin en Grand Rapids, Michigan, el 20 de julio 2024.Evan Vucci (AP)

Desde el comienzo del ejercicio 2024, todos los analistas económicos y, en general, todos aquellos que participamos de alguna manera en los mercados de activos, venimos resaltando la importancia de la cita electoral estadounidense de noviembre. Los últimos acontecimientos ocurridos en la primera potencia mundial, con el intento de asesinato del candidato y ex inquilino de la Casa Blanca, Donald Trump, y el cambio del candidato demócrata -aún por determinar- tras la renuncia del actual presidente, Joe Biden, no ha...

Para seguir leyendo este artículo de Cinco Días necesitas una suscripción Premium de EL PAÍS

Desde el comienzo del ejercicio 2024, todos los analistas económicos y, en general, todos aquellos que participamos de alguna manera en los mercados de activos, venimos resaltando la importancia de la cita electoral estadounidense de noviembre. Los últimos acontecimientos ocurridos en la primera potencia mundial, con el intento de asesinato del candidato y ex inquilino de la Casa Blanca, Donald Trump, y el cambio del candidato demócrata -aún por determinar- tras la renuncia del actual presidente, Joe Biden, no hacen sino acrecentar esta importancia.

En efecto, nos encontramos ante unos comicios cuyo resultado va a marcar las pautas de la política y la economía mundiales durante los próximos cuatro años. Y es que existe una divergencia muy notable en la gestión previsible de ambos partidos en liza, en virtud de lo realizado durante sus últimos y respectivos mandatos.

En el caso de Donald Trump, vemos un resurgir del aislacionismo estadounidense, muy propio de lo que fue el partido republicano hasta el mandato de D.D. Eisenhower. En esencia, el America First supone un modelo de gestión centrado en dos máximas: prioridad al saldo positivo de las cuentas de EE UU, y visión marcadamente bilateral en asuntos internacionales. Irónicamente, la búsqueda de este interés propio puede resultar beneficioso para los mercados -singularmente las Bolsas- en el corto plazo, por el previsible buen desempeño de las empresas estadounidenses y su mejora de beneficios. Otra cosa es el largo plazo, en la medida en la que unas políticas fiscales expansivas (reducción de impuestos) pueden acarrear mayores déficits y una inflación que, aunque en vías de controlarse (3% y 3,3% en IPC general y subyacente, según los últimos datos publicados), está lejos de ser embridada. En otras palabras, podríamos ver una resistencia a mantener tipos altos durante más tiempo.

Si miramos al otro lado de la bancada política, la administración Biden -y es de suponer que así obraría cualquier administración demócrata previsible-se ha caracterizado por una visión más constructiva del papel internacional de EE UU en el mundo, con un liderazgo más nítido. Ello ha sido muy importante en la concreción del apoyo a Ucrania en su guerra contra Rusia y en la cuasi unidad y resurgimiento de la OTAN, en esa faceta. Adicionalmente, la intervención estadounidense ha conseguido que el conflicto en Oriente Medio no se extienda a nuevos actores (singularmente Irán) por la vía de un nuevo frente con Israel. En el apartado económico, su visión está más cercana a que los mayores gastos deben ser sufragados por mayores impuestos. En todo caso, la economía estadounidense marcha mejor de lo que se podía esperar hace tan solo un año, dados los elevados tipos de interés.

La realidad a día de hoy, pendientes del nuevo candidato demócrata -probablemente la actual vicepresidenta Kamala Harris- y, a pesar de que el hecho de que Biden haya renunciado, ha disminuido la brecha de voto entre partidos, las encuestas dicen que Trump no solo va a ganar, sino que los republicanos podrían tener mayoría en ambas cámaras. Esto sería una alternativa que el mercado no vería especialmente positiva a medio y largo plazo, en la medida en la que medidas maximalistas en términos de ingresos y gastos y la mayor confrontación con China, podrían trastocar -aún más- el equilibrio de las cuentas americanas y la estabilidad mundial. Sin contar ver a una posible Rusia crecida, si hay un final inmediato pero desfavorable para Ucrania del conflicto.

Probablemente, la mejor alternativa para los mercados consiste en que alguna de las cámaras, especialmente el Congreso, quede con una mayoría demócrata (probabilidad del 20%), que suavice estas políticas de máximos de Trump. Algo parecido a lo que, saltando a este lado del charco, los mercados esperan de Francia. En líneas generales, la moderación, bien intrínseca de los gobiernos o bien inducida por la imposibilidad de llevar a cabo políticas disruptivas, sean a derecha o izquierda del arco parlamentario, suele ser la opción preferida de las inversiones.

Debemos tener presente que el mundo ha cambiado su visión en aspectos muy importantes. Dentro de estos cambios merece la pena comentar que las decisiones económicas actuales se toman poniendo la seguridad por encima de los fríos números económicos. Por ejemplo, en términos de abastecimiento energético o de bienes clave, como pueden ser los chips. La deslocalización y globalización pierden peso, lo cual, no lo olvidemos, constituye un factor inflacionista. Ello infiere también tipos de interés sistemáticamente más altos. Y todo ello en un contexto de deuda pública elevada y seriamente hipotecada, no lo olvidemos, por los mayores gastos esperables en defensa o sostenibilidad (descarbonización, transición energética, etc.)

Naturalmente, todo ello tiene una lectura en los mercados que, a las puertas de las vacaciones estivales de agosto, se caracterizan por tensiones en la parte de renta fija y por bolsas cercanas a zonas de máximos tanto en Europa como, sobre todo, en EE UU. Con independencia de quién gane las elecciones estadounidenses o cómo sea de gobernable Francia, el ciclo general se nos muestra razonablemente expansivo para los próximos seis o 12 meses, lo que implica inflaciones a la baja…pero lentamente. En ese contexto, la renta fija se constituye como el activo más atractivo de compra actual, pero con visión de largo plazo. En cuanto a las Bolsas, habrá que estar muy atentos a los datos macro y a la campaña de presentación de resultados del segundo trimestre. Y, por supuesto, a las elecciones estadounidenses, cuyo peso será más evidente sobre los mercados, cada día que pasa. No es descartable que veamos alguna corrección -incluso el ciclo anual empuja a ello-, pero caso de darse y sin cambiar el marco actual, esta corrección debería ser un punto relevante de compra, particularmente en renta variable norteamericana. La elección de sectores y compañías dependería del ganador de los comicios: Con Trump, petróleo y energía, finanzas, automóviles…y dólar fuerte. Con los demócratas, energía verde, tecnología, atención médica…y dólar más flojo. Aún quedan meses para esto, pero el tablero ya está -casi- dispuesto. Hagan juego.

Pedro del Pozo es director de inversiones de Mutualidad.

Sigue toda la información de Cinco Días en Facebook, X y Linkedin, o en nuestra newsletter Agenda de Cinco Días

Más información

Archivado En