El presidente de BlackRock afirma que la crisis bancaria puede ir a peor

Larry Fink se muestra preocupado por las grietas en el sistema financiero que se han gestado durante una década de dinero fácil

Larry Fink, presidente, CEO y fundador de BlackRock.REUTERS

Larry Fink, presidente, CEO y fundador de BlackRock, la mayor gestora de activos del planeta con 8,6 billones de dólares bajo gestión, afirma que la crisis bancaria iniciada por el colapso de Silicon Valley Bank todavía puede ir a peor. En concreto, Fink apunta a la existencia de grietas en el sistema financiero que se han ido acumulando tras una década de dinero fácil y tipos de interés hundidos.

“Desde la crisis financiera de 2008, los mercados han estado caracterizados por unas políticas fiscales y monetarias extremadamente agresivas. Como resultado de estas políticas, hemos sido testigos de cómo la inflación se ha descontrolado hasta niveles de la década de 1980. Para combatir esta inflación, la Fed elevó a lo largo del último año 500 puntos básicos los tipos de interés. Este es el precio que ya estamos pagando tras años de dinero fácil. Y es la primera ficha de dominó en caer”, escribe Fink en la carta dirigida a inversores y CEOs hecha pública hoy. “¿Están el resto de fichas de dominó empezando a caer? Es demasiado pronto para saber cómo de extendido está el daño”.

“El mercado de bonos se hundió el año pasado un 15%, pero todo parecía, tal y como dicen en las películas del oeste, tranquilo, demasiado tranquilo. La subida de tipos más rápida desde los 80 tenía que tener un precio más alto. El de exponer las grietas del sistema financiero. La semana pasada asistimos al mayor colapso bancario en 15 años y a una actuación inmediata por parte del Gobierno estadounidense”, alude Fink.

El presidente de BlackRock considera que, si bien la actuación de las autoridades monetarias y gubernamentales han contenido el problema por el momento, los colapsos de SVB y Signature Bank recuerdan a “otros incendios financieros espectaculares” como los acontecidos en las crisis de 1980, 1990 y 1994. La comparación no es baladí. En la crisis de 1980, 1.000 entidades financieras colapsaron.

“Todavía no sabemos cuáles serán las consecuencias del dinero fácil. Los cambios regulatorios golpearán como una cascada a los bancos regionales estadounidenses, con más intervenciones y cierres por llegar”, advierte Fink.

A su juicio, la economía y el sistema financiero están entrando en un nuevo periodo. Con una inflación que quedará estancada durante los próximos años entre el 3,5% y el 4% en Estados Unidos, la Reserva Federal se verá obligada a mantener los tipos altos, e incluso, a subirlos, concluye Fink.

Pimco también apunta a más problemas

Pimco, la mayor gestora en lo que a deuda soberana se refiere, entidad que contaba con 1,74 billones de dólares bajo gestión a 31 de diciembre de 2022, también se ha sumado al pesimismo mostrado por Fink.

“Recientemente, hemos caracterizado la estrategia de política monetaria de la Reserva Federal como algo parecido a subir lentamente el fuego hasta que sea demasiado tarde. Estos acontecimientos pueden muy bien conducir a una recesión. De hecho, un evento de desapalancamiento como el de 2008 no es esencial para que la economía caiga”, comienza diciendo Tiffany Wilding, economista de la entidad.

“Hay muy buenas razones para creer que el crecimiento del crédito, que ya se estaba ralentizando, se ralentizará aún más como consecuencia directa de estos últimos acontecimientos, a pesar de las medidas adoptadas por los funcionarios y la Reserva Federal”, prosigue Wilding antes de proceder a enumerar cinco de ellas.

“En primer lugar, es probable que los bancos regionales muestren una mayor aversión al riesgo, al menos a corto plazo. Es difícil creer que estos bancos, temiendo una posible salida brusca de depósitos, no endurezcan sus normas de concesión de préstamos. Segundo, y relacionado con lo anterior, la regulación bancaria para los bancos regionales de Estados Unidos tiene el potencial de volverse más estricta. Es probable que la Fed endurezca las normas regulatorias de los grandes bancos regionales allí donde pueda, reduciendo su capacidad y voluntad de conceder algunos de los préstamos más arriesgados”, prevé.

“En tercer término, aumentar el interés pagado por los depósitos no está exento de costes. En el caso básico, reducirá el margen de interés neto y contribuirá a la volatilidad de los precios de las acciones. En el peor de los casos, el aumento de los tipos de interés de los depósitos podría hacer que algunos bancos dejaran de ser rentables. Cuarto, incluso antes de esto, los estándares de crédito bancario se estaban endureciendo y el crecimiento de los préstamos se estaba ralentizando como resultado de unas condiciones monetarias más restrictivas”.

“Por último, en quinto lugar, con el aumento de los riesgos de recesión, es difícil creer que no vaya a haber implicaciones para los mercados de deuda privada en general, incluida una menor afluencia de dinero a este espacio”, alerta la experta.

“La cuestión no es si la Fed sube 50 puntos básicos o 25 puntos básicos en la reunión de marzo. Más bien se trata de si el ciclo de subidas de tipos de la Fed ha terminado”, reflexiona.

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