El acuerdo comercial UE-Mercosur de 2024: un compromiso difícil de materializar
Una vez en vigor fortalecerá los lazos comerciales y políticos entre Europa y Sudamérica, promoviendo una mayor integración económica y cooperación en temas globales como la lucha contra el cambio climático
En un contexto mundial donde muchas potencias optan por el proteccionismo y el aislamiento, el acuerdo comercial UE-Mercosur se posiciona como una declaración de unidad y un compromiso con un comercio más libre y justo reforzando no solo las relaciones entre ambas regiones y demostrando el liderazgo de ambos actores en la promoción de una agenda global basada en la sostenibilidad, la equidad y la cooperación internacional.
Una vez en vigor el acuerdo ratificado fortalecerá los lazos comerciales y políticos entre Europa y Sudamérica, promoviendo una mayor integración económica y cooperación en temas globales como la lucha contra el cambio climático. También podría contrarrestar la influencia económica de China en ambas regiones, ofreciendo una alternativa en sectores clave como manufactura, tecnología y servicios.
Si el acuerdo no se materializa, la UE y Mercosur no solo perderán una oportunidad económica significativa, sino también un marco que facilita la implementación efectiva de normas sociales y medioambientales, lo cual subraya la importancia de abordar cuidadosamente las tensiones regulatorias y ambientales, garantizando que el acuerdo pueda consolidarse como un instrumento clave para el desarrollo sostenible y la cooperación estratégica entre ambas regiones.
El estancamiento podría prevalecer, como ha ocurrido durante las dos décadas de negociaciones y los cinco años de incertidumbre en la ratificación. La inacción prolongada podría beneficiar a China, ya que los países del Mercosur se inclinarían hacia acuerdos comerciales bilaterales o hacia vínculos más estrechos con otras potencias económicas. Asimismo, este escenario limitaría la influencia de la UE en América Latina y privaría a sus mercados de productos básicos económicos provenientes de la región.
A diferencia de quienes se oponen al acuerdo, existen otros interlocutores que ven suficientes salvaguardias para evitar la competencia desleal de productos más baratos o de peor calidad procedentes de países sudamericanos. También se han alcanzado protocolos para mejorar las normas de sostenibilidad en los países del Mercosur y equipararlas a las de la UE.
Fragmentos del texto del acuerdo se publicaron el 10 de diciembre de 2024 y ahora deberá someterse a un examen jurídico para su versión definitiva y traducción a todas las demás lenguas oficiales de la UE, lo que llevará unos seis meses en total. Al parecer, como ha ocurrido con otros acuerdos comerciales en el pasado reciente, la Comisión puede inclinarse por la división del texto. Esto significa que la parte comercial y la cooperación política podrán votarse por separado.
Como la política comercial es competencia exclusiva de la UE, para adoptar el acuerdo basta una mayoría cualificada en el Consejo (es decir, el 55% de los Estados miembros, que en conjunto representan el 65% de la población europea). No obstante, la cooperación política requerirá, además de la aprobación del Parlamento Europeo la de los Parlamentos nacionales de los Estados miembros. Aún no está claro si el Consejo votará a favor del acuerdo con la mayoría cualificada necesaria, pues su mayores opositores, Francia, Polonia, Austria e Irlanda se han pronunciado públicamente en contra del acuerdo. La posición de Italia, que probablemente será decisiva en la votación, aún no está clara.
Una vez que el Consejo haya votado a favor del acuerdo, el último paso será que el Parlamento Europeo se pronuncie sobre el mismo. Si el Parlamento no aprueba el acuerdo, éste no se materializará. No resultará extraño que, hasta la votación, el texto sea objeto de un intenso escrutinio evaluándose el impacto económico del acuerdo, especialmente a la luz de los compromisos de la UE con la sostenibilidad y los derechos laborales. La votación final podría tener lugar en el primer semestre de 2026.
Aunque se apruebe, esta ratificación sólo se aplicará a las disposiciones relacionadas con el comercio que sean competencia exclusiva de la Unión Europea. Los aspectos no comerciales, como la protección de las inversiones y los mecanismos de solución de diferencias, requerirán también la aprobación unánime de todos los parlamentos nacionales, lo que probablemente retrasará la plena aplicación del acuerdo durante meses o posiblemente años
En todo caso la entrada en vigor total o parcial del acuerdo no sólo proporcionara un foro para el diálogo, sino también un marco jurídico para la aplicación de los compromisos vinculantes acordados. Esta es una oportunidad para ambos socios de afrontar, con una cooperación los más estrecha posible y en mejor disponibilidad, los retos del creciente proteccionismo mundial.