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Cómo afecta la reducción de la jornada en el calendario laboral de 2025

Las empresas tendrán que hacer ajustes operativos y económicos, lo que incluye la reorganización de turnos, contratación adicional y un ajuste en los cálculos salariales

Agencia Getty

A raíz de la obligación de las empresas de confeccionar el calendario laboral anualmente y de la futura reducción de jornada que ahora anuncia nuestra ministra de Trabajo, Yolanda Díaz, se abre una nueva incertidumbre. Si bien el Gobierno ha pactado la reducción de la jornada semanal a 37,5 horas para el 2025, surgen importantes cuestiones sobre cómo esta medida impactará a las empresas, especialmente con la posible aplicación a mitad de año.

Recientemente, el debate sobre la tramitación urgente de esta medida ha desatado un nuevo desencuentro entre el Ministerio de Trabajo y el de Economía. Según Yolanda Díaz, el Ministerio de Economía habría bloqueado la inclusión de esta medida en la agenda del Consejo de Ministros, lo que retrasaría su aplicación y generaría incertidumbre sobre cómo las empresas deben planificar sus recursos. El Ministerio de Economía, por su parte, ha desmentido esta acusación, asegurando que el tema será tratado tan pronto como sea posible, dado su “carácter trascendental” para la economía.

Este cruce de acusaciones, que pone de manifiesto las tensiones internas del Gobierno, resalta la dificultad que tienen las empresas para preparar sus calendarios laborales en medio de este escenario de incertidumbre política y legislativa. Con la posible entrada en vigor de la reducción a mitad de 2025, las empresas tendrán que hacer ajustes operativos y económicos, lo que incluye la reorganización de turnos, contratación adicional y un ajuste en los cálculos salariales.

Según el Estatuto de los Trabajadores, las empresas deben confeccionar anualmente un calendario laboral que incluya el horario de trabajo y la distribución anual de los días laborables, festivos, descansos semanales y entre jornadas, así como otros días inhábiles.

Este calendario debe elaborarse en consulta con los representantes de los trabajadores, teniendo en cuenta las jornadas máximas legales o las pactadas en convenios colectivos. Tras la reforma laboral introducida por el RDL 32/2021, los convenios sectoriales tienen prioridad sobre los de empresa, lo que limita la posibilidad de establecer jornadas superiores a las estipuladas en los primeros.

El anuncio de la reducción de la jornada laboral a 37,5 horas semanales plantea un reto considerable para las empresas. Aunque el calendario laboral de 2025 deberá confeccionarse en enero del mismo año utilizando las condiciones vigentes, si la reducción entra en vigor en julio, las empresas tendrán que realizar ajustes significativos, tanto operativos como económicos.

Turnos de trabajo y contratación adicional. En empresas con sistemas de turnos continuos, como aquellas con maquinaria que no puede detenerse, la reducción de la jornada semanal podría requerir la contratación de personal adicional. Esto resulta especialmente complejo en sectores donde ya existe una escasez de mano de obra.

Revisión de costes laborales. Para los trabajadores a tiempo parcial o en jornadas reducidas, será necesario recalcular los salarios. Al disminuir el número de horas trabajadas, el coste por hora efectiva aumentará, lo que generará un impacto directo en los presupuestos empresariales.

Planificación y ajustes internos. Las empresas deberán ajustar cargas de trabajo, reorganizar horarios y prever cambios presupuestarios para mitigar el impacto económico de esta medida.

Dada la incertidumbre legislativa, confiar en que se establezca un periodo transitorio hasta enero de 2026 podría ser arriesgado. Por ello, las empresas deben confeccionar el calendario laboral de 2025 con la jornada actual de 40 horas semanales y han de realizar una planificación paralela para el escenario de 37,5 horas, anticipando los ajustes necesarios en plantilla, turnos y costes.

La reducción de la jornada de golpe y sin periodo transitorio, si prospera, plantea desafíos significativos para la gestión empresarial. Una planificación proactiva, flexible y anticipada será clave para afrontar con éxito esta transición.


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