‘Yellowstone’: tierra, familia y poder
La serie ahonda en el conflicto entre progreso y tradición, con un personaje central que se opone a convertir la naturaleza en objeto de explotación turística para beneficio de unos pocos
Con retraso desde su estreno en Estados Unidos, llegó el año pasado a España de la mano de SkyShowtime uno de las series dramáticas más importantes de los últimos tiempos, Yellowstone. Creada por el showrunner Taylor Sheridan (guionista de la fantástica Comanchería o director de la también estupenda Wind River) y protagonizada por un imponente Kevin Costner, en el papel del patriarca John Dutton que dirige con mano firme el rancho que desde hace más de cien años pertenece a su familia, la serie nos narra tanto la lucha de Dutton por mantener la propiedad de sus tierras y el estilo de vida de sus antepasados frente a la especulación inmobiliaria, como el intento de conservar a su familia unida y trasladarles el legado que el rancho Datton-Yellowstone supone.
La serie, que se rueda y desarrolla en los parajes montañosos y vírgenes del estado de Montana, es de una actualidad asombrosa, ya que ahonda en el conflicto entre progreso y tradición, configurando a un personaje central al que da vida Kevin Costner que se opone a convertir la naturaleza en objeto de explotación turística o de desarrollos inmobiliarios para beneficio de unos pocos, e insiste en preservar la ganadería como forma de vida heredada de sus antepasados y que les permite una especial comunión con la tierra y la naturaleza. Y todo lo anterior pese a que el modelo de negocio del rancho esté en franco declive y ponga en peligro la propia continuidad del mismo y de su legado a las siguientes generaciones.
Para lograr esos objetivos John Datton cuenta con sus hijos Kayce (Luke Grimes) y Beth (magnifica Kelly Reilly) y con su mayoral Rip (Cole Hauser) y sus cowboys que le siguen y arropan con una fe ciega conformando una gran familia, de naturaleza no siempre biológica. Porque si hay otro gran tema en Yellowstone este es la Familia, la importancia de la unión y el apoyo incondicional de los seres queridos, la educación de las nuevas generaciones, la maternidad como anhelo y realización del proyecto en común de la pareja, y que los lazos de sangre no son necesariamente los que acaban conformando una familia. Todo lo anterior está estupendamente narrado en la serie y se desarrolla con una progresión dramática que se toma su tiempo para que podamos entender y compartir las relaciones entre los personajes y sus reacciones.
Desde el punto de vista legal, Yellowstone es muy interesante en múltiples aspectos, el primero de ellos es el relativo a las vicisitudes de cualquier empresa familiar, como es el rancho Dutton- Yellowstone. La necesidad de designar a un sucesor, el reparto de las funciones entre la segunda generación, la necesidad de buscar alternativas a un modelo de negocio que se adivina entrará en crisis ante el progreso de nuevas técnicas ganaderas, la modificación de disposiciones testamentarias para preservar la empresa familiar. Yellowstone apunta muchos conflictos propios de la empresa familiar, aunque las soluciones que veamos en pantalla estén muy mediatizadas por el pensamiento inmutable y casi obsesivo del patriarca John Dutton.
También trata otros temas muy interesantes como el desarrollo urbanístico en terrenos rurales o naturales, y los motivos empresariales y políticos que pueden favorecerlo, así como la defensa frente a eventuales expropiaciones que pueden realizar los ganaderos propietarios de los ranchos o la minoría india que se encuentra confinada en su reserva. La escasez de recursos naturales como el agua y su impacto en los proyectos urbanísticos, o el turismo como necesaria fuente de ingresos para un Estado que no tiene recursos energéticos, son traídos a la serie como elemento de conflicto entre la familia Dutton y los fondos de capital privado que pretenden hacer de su rancho, y por extensión de Montana, un destino vacacional para los urbanitas adinerados de Estados Unidos.
Y en relación con lo anterior, surge el otro gran tema que trata la serie, el poder. Como una nueva versión de El Padrino, la familia Dutton necesita ostentar el poder para protegerse de aquellos que amenazan su forma de vida. Y como para frenar determinadas iniciativas precisa de influencia y poder, es constante la lucha por situar a sus miembros o aliados en las posiciones más relevantes de las distintas instituciones de Montana. Es una necesidad que va haciéndose más imperiosa conforme la serie se desarrolla, y alude a que negocios y poder muy a menudo van de la mano y no pueden disociarse, sobre todo cuando se habla de infraestructuras y de desarrollos urbanísticos e inmobiliarios.
En definitiva, una serie brillante y entretenida, magníficamente interpretada y con una fotografía y guion espectaculares que hará las delicias de todos aquellos que disfruten con los dramas familiares.