¿Contratar o no al becario? Así deciden los bufetes si quedarse con el estudiante en prácticas (o no)
La beca no garantiza el salto a júnior, pero sí es muy valorada por los socios
Hacer prácticas en un gran bufete de abogados es el sueño de cualquier estudiante de Derecho: no solo es una estupenda manera de conocer las tripas de un despacho de élite y las entrañas de sus casos, sino también (y los estudiantes lo saben) es el camino ideal para meter cuello en su plantilla. Los becarios, ansiosos por destacar, buscan ganar enteros para una posible contratación. Y la eterna pregunta que les ronda es: ¿me cogerán o no me cogerán?
Esta duda asalta tanto a los estudiantes que en septiembre terminan sus prácticas de verano como a los que, también en estos días, empiezan las pasantías obligatorias del máster de Abogacía. ¿De qué depende que un despacho decida dar el paso y apostar por un becario para incluirlo en nómina? Una selección de bufetes comparte con CincoDías cuáles son sus políticas respecto a la contratación de estos jóvenes. Las responsables de selección coinciden en algo: las becas son el nicho ideal para captar abogados primerizos. En otras palabras, haber realizado prácticas en un bufete implica reunir muchas papeletas para cerrar una futura contratación, pero las gestoras de talento advierten de que la beca no es una garantía total para cerrar un hipotético fichaje.
Cada despacho dibuja su particular estrategia. Laura Elorza, gerente responsable de recursos humanos en Garrigues, comparte que ellos practican una política orientada a la “retención del talento”, de forma que cada alumno de prácticas de máster tiene luego “la oportunidad de iniciar su carrera” en la casa. Por lo tanto, la pasantía supone una ventaja respecto a otros candidatos para dar el ansiado salto a abogado júnior. En Uría Menéndez la mitad de los abogados actualmente en nómina son exbecarios. Natalie Langridge, responsable de contratación del despacho, explica que la proyección de carrera desde abajo, desde la beca, es una de las señas de identidad de la firma.
No obstante, aunque lo natural es que el becario sea contratado, este no se libra de atravesar un duro proceso interno antes de entrar en nómina. “Los candidatos deben superar nuestro proceso de selección, que consiste en una fase de pruebas escritas, de conocimientos jurídicos, de inglés y una redacción en castellano sobre un tema de actualidad”. De salir airosos, los aspirantes se enfrentan a una ronda de entrevistas con socios y counsels.
“Aunque la contratación no está asegurada tras las prácticas, es un punto positivo haberlos conocido durante su estancia con nosotros”, coincide, por su parte, Sonsoles García, responsable de selección de Clifford Chance, firma que acoge cada verano en torno a 30 alumnos de penúltimo curso y hasta nueve estudiantes del máster de Abogacía en septiembre.
Adela García de Tuñón, responsable de recursos humanos de otro bufete internacional, Linklaters, agrega que si bien valoran “los perfiles académicos completos” no necesariamente “un estudiante con un doble grado es mejor”. “No tenemos programas académicos favoritos. Lo que realmente buscamos es a los mejores candidatos, aquellos que demuestren inteligencia y muchas ganas”, explica la experta.
Salto salarial
En Cuatrecasas, por su parte, superar con éxito la pasantía como becario sí implica meter medio pie en el bufete. Núria Rexach, recruitment manager de la firma que dirige Javier Fontcuberta, apunta que nueve de cada diez estudiantes que terminan sus prácticas acaban pasando a nómina. Los becarios “son nuestra principal fuente de incorporaciones”, reafirma.
Los jóvenes que consiguen dar este salto lo notan, esencialmente, en el bolsillo. En los grandes bufetes, los becarios de máster pueden embolsarse entre 1.000 y 2.000 euros mensuales; pero alcanzar el primer escalafón en la carrera jerárquica del bufete implica saltar a rangos salariales mucho mayores, de entre 40.000 euros y 45.000 euros por año. Se trata del primer escalón hasta llegar a los puestos de alta dirección, donde los salarios pueden superar los 300.000 euros.
El becario ideal, según las firmas
Conocimiento. ¿Qué hace que un becario sea brillante? Las firmas ponen el foco esencialmente en dos cualidades: la brillantez académica y la actitud. Según las respuestas dadas por las responsables de gestión de talento consultadas por este medio, el expediente es uno de los factores más mencionados para inclinar la balanza hacia la tan codiciada contratación: logros como las notas brillantes, los programas de doble grado, los másteres de especialidad, la formación complementaria en administración de empresas, economía o contabilidad, el domino en varios idiomas y el bagaje de conocimiento jurídico-técnico son algunas de las cualidades más repetidas.
Actitud. Pero ser ratones de biblioteca o enciclopedias legales con patas no es suficiente. La mayoría de los bufetes coinciden en que, en muchas ocasiones, los socios simplemente deciden quedarse con el becario que muestre mejor actitud. Las firmas buscan jóvenes con ganas, el “entusiasmo”, el “hambre de aprender”, que entiendan “los valores de la firma”, que “sepan trabajar en equipo” y que muestren “motivación”, según trasladan los reclutadores.
Testimonio. “Valoramos que los estudiantes en prácticas tengan una buena base de conocimiento y técnica jurídica, pero también capacidad de aprendizaje, de esfuerzo y ganas de crecer”, corrobora Eduardo Pedrosa, socio director del despacho Pedrosa Lagos. En su firma, de más de 100 letrados, cada año acogen entre 12 y 15 becarios; de estos, según traslada el bufete, una estimación de seis de cada diez son contratados.
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