En colaboración conLa Ley

¿Conviene regular la IA en el arbitraje internacional?

La inteligencia artificial desempeña un papel significativo en varias etapas del proceso arbitral

Sansert Sangsakawrat (Getty Images)

La relación entre la inteligencia artificial (IA) y el arbitraje internacional es un tema complejo y de creciente relevancia en el ámbito legal. A medida que la IA continúa transformando la actividad empresarial, su impacto en el arbitraje internacional se hace cada vez más evidente. Debemos explorar la necesidad y la conveniencia de regular la IA en el arbitraje internacional, examinando diferentes perspectivas.

El arbitraje, con su flexibilidad y adaptabilidad a las necesidades de los usuarios, ha sido un pilar fundamental en la resolución de disputas a nivel internacional. Las normas que lo rigen han surgido de la experiencia práctica y las necesidades reales.

Ante el dilema entre la necesidad de control y regulación de la IA y la autonomía de la voluntad inherente al procedimiento arbitral, es esencial establecer un diálogo entre la regulación y los usuarios del arbitraje, especialmente en el ámbito internacional. La ley de inteligencia artificial aprobada este año por el Parlamento Europeo presenta aspectos relevantes que deben ser considerados en el derecho internacional privado y en la resolución de conflictos a través del arbitraje internacional.

En el debate sobre la necesidad de regulación, los argumentos a favor podrían incluir la protección de los derechos de las partes involucradas en los procesos arbitrales y la promoción de la confianza en la integridad del sistema de justicia arbitral. Sin embargo, hay profesionales que discrepan y podrían argumentar que la regulación excesiva podría obstaculizar la innovación y limitar la flexibilidad del arbitraje.

Para comprender la importancia de regular la inteligencia artificial en el arbitraje internacional, primero debemos examinar cómo se está utilizando actualmente esta tecnología en este contexto. La IA ya está desempeñando un papel significativo en varias etapas del proceso arbitral.

Por ejemplo, programas de IA son utilizados para procesar grandes volúmenes de información, lo que permite a los abogados acceder a datos relevantes para la estrategia del caso. Asimismo, existen herramientas que ayudan en la selección de árbitros, recopilando información detallada sobre su historial y desempeño. Además, la IA facilita la gestión de casos al agilizar la revisión de documentos durante el proceso de práctica de la prueba.

La experiencia nos enseña que las reglas más efectivas surgen de los usuarios en sus acciones del día a día por la necesidad de regular una situación cotidiana. El arbitraje es la muestra más clara de ello. Parte de su éxito como mecanismo de solución de controversias, como hemos mencionado, es que las leyes arbitrales, los reglamentos y las directrices que lo regulan nacieron de las relaciones y prácticas de sus usuarios. Es decir, la supervivencia de una norma o la necesidad de regulación de una situación vendrá indefectiblemente condicionada por su aplicación práctica y adaptabilidad. Sólo comprobando los aciertos y errores, en su uso, se podrá constatar la necesidad de prevalecer y volverse reglas o no.

El arbitraje internacional se rige por unas reglas que, en principio, parecen suficientes para su utilización. Estas normas regulan los aspectos más controvertidos de la práctica arbitral que podrían aplicarse por analogía a los conflictos que pudieran surgir de la utilización de la IA, tales como la toma de decisiones de los árbitros, la confidencialidad, la alteración de pruebas o la redacción de laudos.

Dado que no se requiere la implementación de reglas específicas cuando se emplea la IA, no parece necesario regular la divulgación de su uso en el arbitraje, ya que podría generar complicaciones procesales que obstaculicen el desarrollo del procedimiento. Por ejemplo, al enterarse de que el tribunal o la contraparte recurrieron a la IA, se podría solicitar la revisión de los códigos o algoritmos del programa. Esto no sólo prolongaría la duración del proceso, sino que también aumentaría los costos, poniendo en peligro así dos de los principales atractivos del arbitraje, el ahorro de tiempo y dinero para las partes involucradas.

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