Invertir en botellas de vino o barricas de whisky, un trago que es mejor tomar a sorbos

El whisky es, según Knight Frank, el artículo que más se ha revalorizado de entre los distintos activos de lujo que salen a subasta

Un trabajador levanta una barrica de whisky en la destilería Speyside Cooperage, en Craigellachie, Escocia.Getty Images

Ni los cuadros de prestigiosos artistas, tampoco los coches de alta gama, mucho menos los diamantes... La respuesta a la pregunta de cuál es la inversión más rentable de entre las opciones predilectas de los bolsillos pudientes está en una botella. Eso mismo apunta Knight Frank. La consultora especializada en lujo analizó en marzo la evolución de los precios que habían alcanzado distintos activos exclusivos en las principales casas de subastas. El resultado determinó que el whisky es el más rentable de todos, con una subida del 373% en los últimos 10 años. En el caso del vino, el repunte fue del 162%, colocándolo en tercera posición, por detrás de los anteriormente citados coches de lujo. Aunque la perspectiva de altas rentabilidades puede resultar embriagadora, a la hora de invertir en alcohol, al igual que cuando se adquiere con otros fines, más vale aproximarse con cautela, por varios motivos.

Aquellos interesados en el alcohol como fuente de rentabilidad tienen un abanico de opciones a su disposición, cada uno, con sus riesgos y características. En el caso del whisky, la compra de botellas prémium para su venta futura, entrar en acciones de empresas del sector o, más recientemente, la inversión mediante brókeres de barriles enteros son las principales formas de abordarlo.

En opinión de Roseanna Ivory, investment manager de Abrdn, la mejor de estas alternativas es la compra de acciones. “Invertir en líderes mundiales de bebidas espirituosas con atractivas carteras de whisky –Diageo en el Reino Unido y Pernod Ricard o incluso Rémy Cointreau en Europa, un poco más pequeña pero igualmente prémium– ha proporcionado algunos de los rendimientos más atractivos para los accionistas dentro de los productos de consumo en los últimos diez años”, comenta. En ese plazo de tiempo, Diageo se ha revalorizado un 82%; Rémy Cointreau, un 86%, y Pernod Ricard, el 136%. Subidas considerables, pero menores a las de las botellas per se.

Cristian Enache y Eduardo Jiménez Dao, cofundadores de Whisky Club Madrid, son dos grandes expertos del “agua de vida”. Efectivamente, la rentabilidad con las botellas puede ser mayor, pero esto sucede porque el riesgo se dispara. No solo entra en juego el conocimiento del inversor a la hora de seleccionar la adecuada, sino que, además, hay que sumar a la ecuación que las buenas botellas escasean y muchas ya están en manos de coleccionistas. Por esto mismo, hace unos años empezaron a surgir firmas de brókeres que ofrecen a inversores minoristas la opción de comprar barriles de whisky, almacenárselos y, posteriormente, ayudar a venderlos.

Enache y Jiménez explican que si la compra de botellas como inversión es difícil, la de barricas ya es algo mucho más complejo. “Tienes que mandar a tu bróker o confiar lo suficiente en él como para asegurarte de que no es que solamente la barrica existe, sino que tiene una buena calidad, buena trazabilidad y buen cuidado, y que en algún momento se podrá recuperar. No quiero pensar mal, pero existen incluso cambiazos en el whisky”, advierte Enache.

Otro problema del cask investment, nombre por el que se conoce este mercado de las barricas, radica en que las grandes destilerías, las más reputadas, rara vez acuden a este formato de venta. Si bien, hay excepciones. Recientemente, Ardbeg, marca que pertenece al grupo Moët Hennessy, propiedad a su vez de LVMH, vendió una sola barrica que tenía 42 años por 16 millones de euros. “No es habitual que las grandes marcas suelten barricas tan fácilmente. Es cuestión de imagen. Ellos tienen que garantizar su calidad. Por ejemplo, monto una empresa, compro una de sus barricas y para ganar más dinero rebajo demasiado el whisky. Con esto podría dañar la imagen de la marca, porque la bebida no estaría en las condiciones más óptimas”, dice Enache.

Preguntada la CNMV por si este tipo de brókeres deberían contar con supervisión o licencia para ofertar sus productos en España, tal y como ya están haciendo algunas de las firmas dedicadas a esta actividad, el supervisor de los mercados respondió que el alcohol no es un instrumento financiero, con independencia de que se comercialice con finalidad de inversión. Por tanto, no están sometidas a control por parte del regulador.

Invertir en vino

Con el vino sucede algo parecido a lo del whisky, solo que en este mercado la tradición de la inversión mediante las compras de botellas es mucho mayor y la de barricas prácticamente inexistente. Así lo resume Audrey Vigne, responsable de Insolity, una compañía dedicada a la venta y conservación de estas preciadas botellas. La experta describe que, cuando las vende, el coleccionista suele hacerlo a través de espacios comerciales virtuales como Catawiki o IdealWine. También dependiendo de la colección se puede acudir a subastas como, por ejemplo, en Sotheby’s, o bien de particular a particular.

Vigne da las claves para saber si se está ante un gran vino o no. En primer lugar, influye el propio proceso que sigue el viticultor. Las técnicas que emplea, cómo hace el vino y la cantidad de producción que tiene. Es más coleccionable y, por lo tanto, tiende a revalorizarse más aquel vino con algún tipo de rareza. Por eso la experta identifica una producción limitada como algo importante. En segundo lugar entra la reputación del viñedo. El tercer factor es el potencial de envejecimiento del vino, que, según Vigne, tiene que ser superior a cinco o diez años, “pero ­estamos hablando de guardarlo durante 30 o 40 años”. También influye la calidad de la añada. Por último estaría el tratar de que, incluso ya en el momento de comprarlo sea un vino exclusivo, con pocas botellas en el mercado.

“Todo está ligado. Yo te diría también que es muy importante comprar la botella con garantías. Tener la certeza de que viene realmente del bodeguero. Es necesario saber guardarlo. Si alguien quiere preservar vino, ya sea para coleccionarlo o invertir, y no tiene espacio en su residencia para almacenar debidamente estas botellas, es complicado que luego la rentabilidad sea adecuada”, apunta Vigne.

También en el vino grandes empresas del alcohol como el gigante Diageo dan opciones de posicionarse vía acciones. Hay viñedos cotizados, empresas de vidrio, de corcho como la portuguesa Coriticeira Amorim... e, incluso, existen vehículos de inversión especializados en exprimir al máximo a esta milenaria bebida. Es el caso del March International Vini Catena, un fondo de Banca March lanzado en 2011 que cuenta con 78,7 millones de euros de patrimonio bajo gestión y que, a buen seguro, ha dejado un buen gusto en el paladar de los más de 3.000 partícipes, ya que en los últimos 10 años renta el 57,83%.

“La inversión en vino físico tiene ciertas características que hacen que, si bien sea factible, la ejecución práctica de la misma no sea todo lo ágil y exenta de riesgos que un inversor no profesional pueda desear. Es un mercado no regulado. Por este motivo, nosotros preferimos hacer la inversión en vino a través de bodegas cotizadas en Bolsa”, sostiene Javier Pérez Fernández, gestor del fondo Vini Catena.

A la pregunta de qué factores hay que tener en cuenta si se está pensando invertir en vino físico, la respuesta de Pérez es el mejor resumen sobre por qué hay que aproximarse con cautela al alcohol. “Para empezar, el mercado no es tan grande en términos de valor negociado como otros. La escasez de botellas de las mejores cosechas hace que estas solo estén disponibles para un número limitado de inversores. Obviamente, las botellas tienen que ser almacenadas, aseguradas y, en caso necesario, transportadas. Esto requiere contar, normalmente, con el apoyo de agentes especializados en estas tareas. Es un producto que requiere conocimiento a nivel experto para poder valorar sus bondades o ausencia de ellas. Adicionalmente, las falsificaciones, que según algunas estimaciones suponen hasta el 20% del volumen negociado, añaden una capa de riesgo adicional. Finalmente, la transparencia en la valoración, aunque ha mejorado muy notablemente en los últimos años, hace que la inversión en vino físico sea considerada como un mercado de coleccionistas”, sentencia el gestor.

Haciendo un resumen de los riesgos, Pérez los desglosa uno a uno. El del propio mercado, el de falta de liquidez, el de que no esté bajo el paraguas de la CNMV, el de deterioro por no almacenarlo correctamente, el de que haya costes ocultos y el de las falsificaciones. La inversión en alcohol mediante vías alternativas, mejor a sorbos que a tragos.

Pattison Crash, ¿una historia condenada a repetirse?

Enache y Jiménez cuentan que lo que está sucediendo con la inversión en barricas de whisky les recuerda en parte a algo que ya pasó hace muchos años: el conocido como Pattison Crash. A finales del siglo XIX y principios del XX, una firma de brókeres se dedicó a invertir comprando whisky de todas las grandes compañías de aquel entonces. 

“Hinchó de forma artificial los precios, gastó cantidades enormes de dinero en publicidad, falsificó inventarios y lo que consiguió con esto, cuando finalmente se declaró en quiebra en 1906, es que todos sus acreedores, que principalmente eran las destilerías, perdieron el dinero. Una tercera parte de todas las destilerías que confiaron en Pattison quebraron, simplemente, por confiar en personas ajenas a esta industria y por no tener regulada ni controlada la venta de barriles”, relata Enache.

“Aunque creo que el intervencionismo en la economía no es bueno y efectivamente tiene que haber libertad, tampoco puede ser total. Debería haber organismos nacionales o internacionales que vigilaran”, opina.

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