El caos regulatorio en Europa desata salidas de 20.700 millones en los fondos sostenibles

Los reembolsos netos del tercer trimestre continúan la tendencia del trimestre anterior

Wind turbines at the Pujalt wind farm, operated by Parque Eolico Pujalt S.L., in the Anoia region of Catalonia, Spain, on Tuesday, Dec. 27, 2022. Spain aims to get almost three-quarters of its electricity from renewables by the end of the decade, up from about 47% last year. Photographer: Angel Garcia/BloombergAngel Garcia (Bloomberg)

Los fondos de inversión con un perfil sostenible están teniendo uno de sus primeros reveses desde que se pusieron de moda hace cinco años. En el tercer trimestre de 2023 han sufrido salidas de dinero por valor de 20.700 millones de euros debido especialmente al caos regulatorio que ha envuelto a esta tipología de inversión. En el trimestre anterior hubo reembolsos por otros 21.500 millones, según datos de la firma Morningstar. Este movimiento en fondos sostenibles contrasta con la entrada de dinero en productos ...

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Los fondos de inversión con un perfil sostenible están teniendo uno de sus primeros reveses desde que se pusieron de moda hace cinco años. En el tercer trimestre de 2023 han sufrido salidas de dinero por valor de 20.700 millones de euros debido especialmente al caos regulatorio que ha envuelto a esta tipología de inversión. En el trimestre anterior hubo reembolsos por otros 21.500 millones, según datos de la firma Morningstar. Este movimiento en fondos sostenibles contrasta con la entrada de dinero en productos convencionales.

Los fondos que incorporan criterios medioambientales, sociales y de gobernanza (ESG, por sus siglas en inglés) están atravesando momentos difíciles desde su explosión de 2021, presionados por mejores rendimientos en otro tipo de activos y cambios normativos. Estos productos tienen políticas de inversión que pueden ir desde la exclusión básica de determinados valores (petroleras, compañías de armamento, etc.) hasta la inversión exclusiva en sectores vinculados con la ecología.

En Europa, la introducción del Reglamento de Divulgación de Información sobre Finanzas Sostenibles (SFDR), cuyo objetivo es evitar las afirmaciones engañosas de las gestoras de fondos sobre sus esfuerzos en materia de sostenibilidad, ha llevado a los gestores a rebajar la categoría de cientos de sus fondos a una categoría inferior de sostenibilidad.

El 60% de las salidas de dinero en fondos sostenibles durante el tercer trimestre se concentró fondos clasificados como artículo 8 según el SFDR y que no tienen un compromiso específico en materia de sostenibilidad. Los fondos de la categoría de sostenibilidad más alta, conocida como artículo 9, registraron en cambio entradas de dinero por valor de 1.400 millones, frente a los 3.700 millones de euros del segundo trimestre, lo que supone las entradas más débiles desde la introducción del SFDR en marzo de 2021.

Los fondos de la categoría de sostenibilidad más alta, conocida como artículo 9, registraron en cambio entradas de dinero por valor de 1.400 millones, frente a los 3.700 millones de euros del segundo trimestre, lo que supone las entradas más débiles desde la introducción del SFDR en marzo de 2021.

“El gran problema con los fondos sostenibles es que se ha empezado la casa por el tejado, obligando a las gestoras y los distribuidores a tener que preguntar a los clientes si quieren que su inversión tenga un perfil ESG sin haber definido previamente en qué consiste ese perfil”, explica el consejero delegado de una de las grandes gestoras españolas.

Los tres frentes abiertos para este formato de fondos

  • Regulación. El primer paso de Bruselas fue fijar las categorías de fondos de artículo 8 y fondos de artículo 9. Los primeros tienen un compromiso genérico en materia medioambiental y en los segundos, los pata negra, hay un objetivo específico. Sin embargo, tras una interpretación más estricta por parte de los supervisores, más de 100.000 millones de euros que había en fondos de la máxima categoría tuvieron que bajar de escalón. Eso ha creado una desconfianza entre los inversores.
  • Greenwashing.  Hay muchas voces críticas que denuncian que los criterios para que un fondo se venda como verde son muy laxos. Por ejemplo, podría invertir en petroleras, pero seleccionando a aquellas que tienen una menor huella de carbono, o un mayor compromiso para ir reduciendo las explotaciones de combustibles fósiles e ir haciendo una transición hacia energías limpias.
  • Situación en EE UU.  El desarrollo de la inversión sostenible está siendo especialmente lento en Estados Unidos, donde se ha convertido en una cuestión muy politizada, con el Partido Republicano en contra. Con todo, poco a poco las gestoras van asumiendo que es un camino porque el tarde o temprano tendrán que transitar.

El primer contratiempo para este tipo de inversiones vino por el lado de los mercados financieros. Tras unas fuertes revalorizaciones de todas las empresas vinculadas a las energías renovables, la electrificación y la ecología, a partir de 2022 comenzó una brusca corrección. En parte, por la invasión de Ucrania por parte de Rusia. Los Gobiernos reconocieron la importancia de mantener las inversiones en combustibles fósiles y modularon su discurso sobre la descarbonización de la economía.

Desde enero de 2022, los índices que miden la evolución bursátil de este tipo de empresas han ido fluctuando, pero sin lograr revalorizaciones en el periodo. También afectó al sector las subidas de tipos, porque muchas compañías estaban endeudadas y habían recibido mucho dinero barato.

Un segundo golpe vino tras las acusaciones de ecopostureo que Estados Unidos lanzó contra la gestora de Deutsche Bank, en junio del año pasado, que acabaron por costarle el puesto a su primer ejecutivo. Finalmente, la entidad ha aceptado pagar 25 millones de dólares para zanjar las investigaciones.

Los fondos sostenibles estadounidenses también están pasando apuros. Los datos de la firma especializada Morningstar muestran que los fondos sostenibles han registrado su cuarto trimestre consecutivo de salidas.

Normativa

Para evitar que se repitan intentos de greenwashing, la Comisión Europea está desarrollando un potente cuerpo normativo sobre la materia. Primero definió las dos categorías de fondos sostenibles (artículo 8 y artículo 9, que pronto cambiarán de nombre), luego se introdujo la SFDR para tener que preguntar siempre al cliente final y ahora se está desarrollando una taxonomía sobre la materia.

Mientras tanto, muchas gestoras han optado por pausar su desarrollo de fondos o rebajar los de artículo 8 a artículo 9. A la espera de que vuelva a soplar un viento verde.

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