El fondo de inversión que viaja hasta Papúa Nueva Guinea a buscar bonos sostenibles

DPAM Emerging Markets Sustainable tiene 2.841 millones de euros invertidos en deuda soberana de todo el mundo

Una mujer de Papúa camina frente a un mural en el centro de Port Moresby, el 13 de noviembre de 2018, antes de la cumbre de Cooperación Económica Asia-Pacífico (APEC).SAEED KHAN (AFP)

El banco central de Papúa Nueva Guinea está a 14.500 kilómetros de la sede en Bruselas de la gestora de fondos belga DPAM, pero hasta allí fueron los gestores del fondo DPAM Emerging Markets Sustainable para conocer de primera mano la política monetaria del país oceánico antes de invertir en su deuda soberana. Después de verse con el gobernador Loi Bakani, con el ministro de Finanzas y con otros altos funcionarios, acabaron invirtiendo. Un proceso laborioso pero decidido, para construir la cartera de este vehículo de inversión, que ya tiene 10 años de vida y gestiona un patrimonio de 2.700 millones de euros.

Hugo Verdiere, uno de los gestores de este fondo, explica la importancia de estos viajes. “Es fundamental saber cuál va a ser la política de cada país sobre la refinanciación de la deuda, pero también vernos con inversores locales que también compran deuda soberana, como los fondos de pensiones, así como con inversores internacionales interesados en el país. No todo se puede hacer a distancia”, apunta durante un encuentro con prensa en Madrid.

DPAM Emerging Markets Sustainable es una rara avis en el mundo de los fondos. Es de los pocos vehículos que invierte en deuda pública de economías emergentes, pero desde una perspectiva sostenible, lo que le permite tener la máxima categoría en esta materia. Es un artículo 9, los pata negra de la inversión verde.

La rentabilidad de este fondo en sus 10 años de historia ha sido del 2,63% anual. Puede no parecer mucho, pero es el triple de lo que han obtenido los fondos españoles de renta fija a largo plazo durante el mismo periodo (un 0,63% anual).

El proceso de inversión parte de una estricta limitación del universo donde comprar bonos. Tienen que ser países emergentes o países frontera, pero que cumplan unos mínimos estándares democráticos (lo que deja fuera a gigantes como China y Rusia, pero también a Vietnam, muchos países árabes y ex republicas soviéticas del Cáucaso). Además, se valora su compromiso con la transición energética, o para avanzar en derechos sociales. Al final, quedan solo 66 posibles países invertibles, de los que eligen un treintena.

Verdiere comenta que es frecuente que tengan el acercamiento de funcionarios de algunos estados que están fuera de la lista para que se replanteen su decisión. “Pero nosotros tenemos muy claro el objetivo del fondo, y lo que proponemos es un diálogo constructivo con el país para ver en qué cosas podrían mejorar para que llegáramos a invertir en su deuda pública.

Julie Gossen, analista de sostenibilidad de DPAM, explica que el equipo en el que trabaja tiene plena libertad a la hora de calibrar el cumplimiento de cada estado con 17 criterios de responsabilidad social y medioambiental. “Nuestra labor condiciona la labor de los gestores, porque hay un compromiso del fondo para invertir el 40% del fondo entre los países con mejor clasificación, y menos del 10% entre los que están por la cola”.

“Los viajes de trabajo son muy intensos. Normalmente vamos un grupo de varios inversores, y mantenemos reuniones con muchos empleados públicos, para conocer bien la política económica del país, la fiabilidad, las perspectivas. A menudo somos capaces de tener información antes incluso de que las agencias de calificación crediticia revisen los sus ‘ratings”.

Ahora, las primeras posiciones del fondo están en bonos de Indonesia, México, Brasil y Sudáfrica. Por término medio, esta deuda tiene unos cupones del 8%, casi el doble de lo que paga la deuda de países desarrollados. Una de las peculiaridades de DPAM Emerging Markets Sustainable es que invierte en divisa local, en lugar de buscar emisiones de emergentes en dólares.

“Creemos que este tipo de activos va a funcionar muy bien”, explica Verdiere. “El año pasado demostramos que estos bonos de emergentes permiten descorrelacionarse mucho de otra deuda soberana. Mientras que otros fondos cayeron más del 10% por las subidas de tipos, nuestro fondo se quedó casi plano”, apunta el gestor. También argumentan que los fondos más comunes de deuda emergente están excesivamente concentrados en unos pocos nombres (sobre todo bonos de China), mientras que su fondo tiene una mayor diversificación geográfica.

La máxima responsable de DPAM en España, Amparo Ruiz Campo considera que estas inversiones van a funcionar muy bien. “La mayor parte de estas emisiones de deuda pública en moneda local están en manos de inversores locales, sobre todo fondos de pensiones, por lo que no es nada fácil que hagan un impago. Además, estos países cada vez tienen una gestión económica más prudente”, apunta la directiva.

Ahora, uno de los países que están empezando a mirar con más interés es Colombia. Además de tener unas finanzas públicas razonablemente saneadas, también se fijan en que en los criterios de sostenibilidad haya una evolución positiva. “Queremos invertir en los países que van transitando por el buen camino”, apunta Gossen.

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