Turquía, la fábrica europea, resiste en medio de un mundo turbulento
El intercambio de mercancías entre Madrid y Ankara alcanzó cifras récord el año pasado. Sobre todo ha sido gracias al sector automovilístico
Las primeras relaciones comerciales entre España y Turquía no se dieron entre estos dos países tal y como se conocen hoy, sino entre un Reino de España gobernado por el rey Carlos III y el sultán del antiguo Imperio otomano, allá por el año 1783. De la reunión de los representantes de ambos países salió el Tratado de Paz, Amistad y Comercio. Ese fue el inicio de una relación que ha hecho del país euroasiático uno de los grandes aliados comerciales del Estado español fuera de la Unión Europea. Pese a los retos geopolíticos que amenazan con dividir el mundo en bloques, la relación entre ambos países vive su mejor momento: Madrid exportó a Ankara bienes por un valor de 9.013 millones de euros en 2024 (un 3,4% más que el año anterior) e importó casi la misma cantidad, según Datacomex.
“Turquía se ha transformado en una fábrica esencial para Europa”, analiza Lucía Bonet, analista de la aseguradora Cesce. “Las empresas europeas alimentan con insumos y tecnología la base industrial turca y, a cambio, los consumidores europeos se benefician de unos precios más competitivos”. La unión aduanera que vertebra el comercio de este país con la Unión Europea desde 1995 es una normativa esencial que facilita el intercambio de bienes gracias a la libre circulación de mercancías, la adaptación del país al arancel aduanero comunitario y la aproximación de otras legislaciones, como la de propiedad intelectual o las leyes de competencia.
Para España, estos acuerdos son esenciales porque ayudan a tejer la cadena de valor internacional de su sector automovilístico. En el desglose de las exportaciones de España a Turquía para el año 2024 dominan los bienes para el sector del automóvil (3.436 millones de euros), las semimanufacturas (que suele referirse a los productos intermedios que sirven en la fabricación de vehículos) y los bienes de equipo. Tienen mucho menos protagonismo otros sectores como el de la alimentación (apenas 205 millones en 2024), las materias primas o los bienes de consumo duradero.
Como resultado de este intercambio, las compañías españolas que operan allí son muy conocidas: Siemens, Indra, Navantia, y otras relacionadas con el sector de la tecnología como Gestamp (fabricante de componentes para el automóvil), Ficosa o Blumaq. También hay otras como El Corte Inglés, Inditex, Mayoral o Mango, y bancos como el BBVA, Sabadell y CaixaBank. Su presencia y la de otras empresas nacionales en el país (73 en total, de acuerdo con los datos del Icex) han contribuido a que España esté en el puesto número ocho de exportadores a Turquía y en el número nueve de países que importan bienes desde allí.
Mercado alternativo
En un mundo cada vez más complejo, complicado y caótico, Turquía resiste como socio referente de la Unión Europea y de España, al menos a nivel comercial. Ni los aranceles de Donald Trump, ni el influjo de vehículos chinos que está diezmando la industria automovilística europea, ni el regionalismo creciente del comercio internacional han mermado el intercambio de bienes. De hecho, puede que esté pasando todo lo contrario. “Este nuevo contexto ha tenido un impacto beneficioso para las relaciones comerciales entre Europa y Turquía”, asegura Bonet. “Porque el país se ha posicionado como una alternativa excelente a las empresas que están llevando a cabo una estrategia de reducción de riesgos y el nearshoring [la estrategia de externalizar la producción, pero a países cercanos]”.
Todo esto ha hecho que Cesce haya posicionado a la nación euroasiática en el nivel de riesgo número cinco (el máximo es el siete). Este nivel reconoce las vulnerabilidades del país, pero también las oportunidades. Con una población de 85 millones de personas y un PIB de 1,2 billones de euros, entra en el ranking de las 20 economías más grandes del mundo (en el puesto 17), pero no de las más desarrolladas: el PIB per cápita no alcanza los 14.000 euros. La tasa de inflación subió un 2,55% en octubre de 2025 con respecto al mismo mes del año anterior. Es la menor cifra desde noviembre de 2021.
Sin embargo, el país no está exento de problemas: la clasificación Doing Business del Banco Mundial, que analiza la facilidad de hacer negocios en 190 países del mundo, sitúa a Turquía en el puesto 33 en general. Las peores puntuaciones las obtiene en la facilidad para abrir un negocio (puesto 77) y en el manejo de los permisos de construcción (puesto 53).
A eso hay que añadir la crisis política actual generada por un presidente, Recep Tayyip Erdogan, que lleva en el poder desde 2002 gracias al control férreo de los medios de comunicación y de las instituciones, y a la persecución sistemática de sus oponentes políticos. Eso, sumado a los niveles de corrupción que arrastra el país (puesto número 107 en la lista elaborado por Transparencia Internacional), hace que Turquía sea un país con grandes retos y oportunidades.
La apuesta de Amadeus
- Polo de conocimiento. Amadeus, empresa especializada en soluciones tecnológicas para el sector turístico, ha consolidado su presencia en Turquía con la apertura en Estambul de su tercer mayor centro de innovación a escala global. “Es parte clave de nuestra estrategia de crecimiento en el país”, asegura Maher Koubaa, director general de la empresa en Europa, Oriente Medio y África.
- Destino preferido. Para Amadeus, que lleva en Turquía desde 1994, el país destaca por su fortaleza en turismo, su visión tecnológica y una bolsa de talento altamente cualificado. “Eso lo convierte en un lugar en el que desarrollar tecnología no solo para la nación, sino para el mundo”, añade.
- Instalarse allí. El proceso de integración ha sido “colaborativo”, cuenta Koubaa. Han trabajado estrechamente con empresas locales, universidades e instituciones públicas, sobre todo para el desarrollo de su centro de innovación.