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Aerotermia, la cuarta gran energía renovable

La Directiva de Rendimiento Energético de los Edificios prohibe cualquier incentivo a la instalación de calderas alimentadas por combustibles fósibles a partir de 2025

ronstik (Getty Images)

Las bombas de calor han emergido como una de las tecnologías clave en el panorama energético de Europa, consolidándose como la cuarta fuente de energía renovable tras la hidroeléctrica, la eólica y la solar. Un posicionamiento que tiene poco que ver con el azar y mucho con el avance de una tecnología que no solo optimiza el uso de recursos renovables, sino que se adapta como anillo al dedo a las necesidades de eficiencia, sostenibilidad e independencia energética que tanto necesita Europa.

La Comisión Europea acaba de publicar una guía para ayudar a los países de la UE a aplicar la Directiva revisada sobre el Rendimiento Energético de los Edificios que establece la prohibición a partir del 1 de enero de 2025 de cualquier incentivo para la instalación de nuevas calderas alimentadas por combustibles fósiles.

En su camino hacia un nuevo modelo energético, la UE se enfrenta a un desafío crucial: transformar el parque de edificios más antiguo del mundo y reducir el impacto ambiental de la climatización. Según datos de Eurostat, aproximadamente el 50% de toda la energía consumida en la UE se destina a la calefacción y la refrigeración, y más del 70% de esa energía proviene todavía de combustibles fósiles, en su mayoría gas natural. En el sector residencial, el panorama es aún más alarmante: el 80% del consumo final de energía se emplea en calefacción de espacios y agua caliente. Frente a esta realidad, las bombas de calor se posicionan como una solución clave para reducir emisiones y aumentar la eficiencia energética.

A diferencia de las calderas tradicionales, que producen calor quemando combustibles, las bombas de calor utilizan tecnologías avanzadas para extraer energía del aire, el agua o el suelo y multiplicarla. La Asociación de Fabricantes de Equipos de Calefacción (AFEC) ha puesto de manifiesto en un nuevo informe las ventajas de unas bombas de calor que podrían jugar un rol parecido al de los coches eléctricos en Europa al configurarse como la mejor alternativa para la gestión eficaz de la climatización de los edificios y el agua caliente sanitaria.

Su flexibilidad para integrarse en diferentes sistemas —ya sea en viviendas, bloques de apartamentos o procesos industriales— ha ampliado su adopción en toda Europa. Con más de 260 plantas de fabricación en el continente y 170.000 empleos directos vinculados al sector, la industria de las bombas de calor se ha convertido en un importante motor económico.

Según el informe de AFEC, que analiza de forma pormenorizada todos los sistemas de calefacción disponibles, las bombas de calor tienen un rendimiento de entre el 300% y el 400%. ¿Qué significa esto? que esta tecnología genera tres o cuatro unidades de calor por cada unidad de electricidad consumida. Este mecanismo, basado en el ciclo de compresión de vapor, permite que más del 75% del calor suministrado por estas tecnologías provenga de fuentes renovables y limpias. Además, algunas bombas de calor pueden emplearse no sólo para calefacción y agua caliente, sino también para refrigeración, adaptándose a las necesidades cambiantes de los edificios.

El estudio desvela que una adopción generalizada de las bombas de calor reduciría hasta en diez veces las emisiones asociadas a la climatización en comparación con otras alternativas, incluido el hidrógeno verde. Además, el estudio comparativo presentado por AFEC demuestra las ventajas económicas de esta alternativa. Aunque la instalación inicial supone una inversión, los costes operativos son significativamente inferiores a los de las calderas tradicionales. Según el informe, el coste del calor producido con bombas de calor oscila entre 53 y 71 euros/MWh térmico, lo que supone hasta un 30% menos que otras alternativas como el gas natural, cuyos costes operativos se mueven en una horquilla de entre 75 y 84 euros/MWh térmico.

Pero, además de las ventajas económicas y descarbonizadoras, las bombas de calor son una herramienta estratégica para otro gran objetivo europeo: disminuir la dependencia de los combustibles fósiles importados (más del 90 por ciento del gas natural consumido en la zona es importado).

Al generar energía mediante electricidad local, las bombas apoyan la seguridad energética tan relevante en momentos de incertidumbre geopolítica como el que vivimos.

Sin embargo, la realidad del mercado actual no parece reflejar el potencial de esta tecnología. En el primer semestre de 2024, las ventas de bombas de calor en Europa se desplomaron un 47%, un dato que evidencia las barreras existentes, como la falta de incentivos fiscales y los elevados costes iniciales de instalación. Organismos como la Asociación Europea de Bombas de Calor (EHPA) y el think tank Bruegel han subrayado la necesidad de revisar las políticas energéticas para garantizar precios de energía que favorezcan las tecnologías limpias. Además, proponen desplegar un modelo de financiación público-privada que combine subvenciones y créditos blandos, especialmente dirigidos a renovar edificios de bajo rendimiento energético.

Con un parque de edificios en Europa que concentra más de un tercio de las emisiones de gases de efecto invernadero y una vida media de 43,5 años en países como España, parece que la revisión de los caducos sistemas de calefacción es inaplazable. Para eso son imprescindibles políticas de apoyo y un compromiso decidido con la tecnología.

Si realmente queremos construir un futuro sostenible y competitivo, Europa no puede permitirse el lujo de subestimar el papel de las bombas de calor. ¿Será este el cambio que necesitamos para consolidar nuestra independencia energética y liderar la lucha global contra el cambio climático?


Foro Mercado Libre, think tank’ que promueve el desarrollo de una economía de mercado competitiva en Europa


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