¡Von der Leyen, el lobo saudí ya esta aquí! Por qué importa, de repente, el caso MásMóvil

La irrupción de Saudi Telecom sorprende a Bruselas, contumaz en su rechazo a los campeones nacionales, en pleno análisis de una fusión clave

La presidenta de la CE, Ursula von der Leyen, junto a Mohammad bin Salman.picture alliance (picture alliance via Getty Image)

El lobo tuvo muchos nombres. En otras épocas fue fue el gigante norteamericano AT&T. Más recientemente, el millonario Paul Singer y el fondo activista Elliot Management. Finalmente, quien de verdad ha cumplido con las amenazas y ha irrumpido en el capital de Telefónica ha sido Saudi Telecom (STC), operadora participada en un 64% por el todopoderoso fondo soberano saudí, el denominado Public Investment Fund. La operadora e...

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El lobo tuvo muchos nombres. En otras épocas fue fue el gigante norteamericano AT&T. Más recientemente, el millonario Paul Singer y el fondo activista Elliot Management. Finalmente, quien de verdad ha cumplido con las amenazas y ha irrumpido en el capital de Telefónica ha sido Saudi Telecom (STC), operadora participada en un 64% por el todopoderoso fondo soberano saudí, el denominado Public Investment Fund. La operadora española era, desde hacía tiempo, una presa fácil y apetecible, barata en bolsa y con un dividendo recurrente. Solo los blindajes políticos a una firma estratégica que opera con datos sensibles de clientes funcionaban como un factor disuasorio para los ávidos depredadores.

“El lobo ha llegado a la granja y a las ovejas hay que darles herramientas para luchar, y no solo vale con unas vallas más altas, porque al final acabarán cayendo, hace falta que las ovejas sean más grandes y fuertes para poder defenderse”, resume Juan Peña, analista de GVC Gaesco Valores, en un brillante post sobre las taras del mercado de las telecomunicaciones. Según desliza, el factor clave que ha operado en contra de la dimensión de las compañías ha sido una política de competencia comunitaria restrictiva hasta lo obsesivo, centrada en la defensa de los mercados locales y en la contención de los precios. Esa apuesta de corto plazo ha forjado un tablero europeo plagado de players pequeños y medianos, competitivos en los entornos domésticos pero débiles e incapaces de resistir los zarandeos foráneos.

La falta de visión de medio y largo plazo por parte de la Comisión habría provocado diversos efectos indeseados, fruto de unas políticas plagadas de contradicciones que se han prolongado durante años. Para empezar, al mismo tiempo que se constreñía la capacidad de las telecos para ganar músculo y se endurecía su marco regulatorio, se les exigía ingentes inversiones, sobre todo en redes de nueva generación. Un camino seguro para lastrar sus balances y abonar los despidos y las ventas. “Sencillamente, los operadores no pueden rentabilizar sus inversiones -explica Peña en su análisis-. Sus ROCE (retorno sobre capital) se sitúan por debajo de sus WACC (coste medio del capital ponderado) y sus flujos de caja se ven menguados por los elevados Capex (gastos de capital) requeridos para desplegar redes de última generación”. En paralelo, sus competidores en Estados Unidos o Asia no solo encontraban alfombra roja, sino que veían como nuevos jugadores se hacían fuertes con la aquiescencia de los reguladores. Entre octubre de 2006 y abril de 2007, Google compró YouTube (mercado audiovisual) y de DoubleClick (publicitario). Facebook (ahora Meta) hizo lo mismo con la compra de Instagram y de WhatsApp en redes.

El caso saudí en Telefónica deja a Margrethe Vestager, responsable de competencia, y a la presidenta de la Comisión, Ursula Von del Leyen, sin necesidad de tirar de hipótesis para anticipar el futuro. De hecho, ellas mismas lo han forjado. La fusión de MásMóvil y Orange, en la mesa de operaciones de Bruselas, es tal vez su última oportunidad para redimirse. “Nadie habla mucho porque nadie sabe nada, solo intuiciones. Eso sí, las previsiones son peores que hace dos meses y empeoran cuanto más tiempo pasa. Se prevé dureza, tal vez no tanta como para cargarse el deal, pero algo van a hacer”, expone un analista de larga trayectoria en el sector de las telecomunicaciones. En realidad, las autoridades comunitarias ya dejaron entrever en junio su falta de entusiasmo y anunciaron una investigación en profundidad. ¿Sus argumentos? El movimiento reduce el número de operadores y elimina presión competitiva. En suma, la teoría clásica por la que Vestager y sus huestes han frenado otras estimulantes operaciones de concentración..

El primer ejecutivo de MásMóvil, Meinrad Spenger, asegura en público -y refuerza sin ambages en privado- que no le temblará el pulso y abandonará la operación si las restricciones que impone la UE son tan importantes que le restan valor. Fuentes próximas a la decisión añaden que la clave está en las redes. “Lo que se plantee respecto a la oferta mayorista tiene solución, la cuestión está en minorista”, subrayan. En efecto, si Bruselas obliga a desinversiones que refuercen a Digi en la red móvil y algo en la red fija se estaría constituyendo un cuarto operador temible, capaz -como señala Peña- “de seguir siendo agresivo sin erosionar sus márgenes”. Todo un incentivo perverso para continuar con la integración, que vería diluidos todos los potenciales efectos beneficiosos. Por si fuera poco, un plantamiento exigente haría perder a Telefónica más ingresos anuales, un golpe adicional tras el varapalo a su facturación en Alemania tras ceder el contrato de 1&1.

La integración MásMóvil-Orange podría ser el pistoletazo de salida de una oleada de fusiones o el último clavo en el ataúd de un sector de telecomunicaciones europeo que allá por los años noventa y principios de este siglo lideraba el mundo. Las dos claves para acometer una gran operación, valor de compañía y entorno regulatorio favorable, no existen. Un antiguo ejecutivo del sector se refería hace un lustro a la decadencia en ciernes y a la burocracia bruselense, esbozando una solución, medio en broma, medio en serio. “Telefónica tiene que fusionarse con una sudafricana, ganar tamaño e ir una operación con Deutsche Telekom. Habría que hablar antes con Merkel, claro”, remachaba. Vestager se perdió esa comida. Está por ver si el efecto saudí le hace recapacitar. Hoy es siempre todavía.

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