Brookfield negocia con la banca un macropréstamo de más de 10.000 millones para lanzar la opa sobre Grifols
El fondo aún no ha deshojado la margarita sobre si realizará formalmente la opa cuatro meses después de empezar su análisis
Brookfield negocia con la banca un macropréstamo para financiar la opa sobre Grifols. El fondo canadiense, que lleva cuatro meses analizando la operación, ultima los últimos flecos para dilucidar si se lanza finalmente a por la compañía catalana de hemoderivados. Por el momento, junto a recabar la financiación necesaria, el fondo avanza en las labores de due diligence para determinar la valoración que está dispuesto a ofrecer por la empresa —capitaliza en Bolsa unos 6.500 millones—, pero también en levantar el dinero necesario para abrochar la operación, que exigirá la refinanciación de buena parte del pasivo, según indican fuentes financieras.
Hace cuatro meses, el 7 de julio, el consejo de administración de Grifols acordó dar acceso al fondo canadiense Brookfield a los libros de la compañía, con el objetivo de plantear una opa que sacase de Bolsa a la empresa, en el ojo del huracán desde que en enero el fondo oportunista Gotham City publicó un demoledor informe que acusaba a la compañía de maquillar sus resultados. La firma, que también ha despertado las dudas de los inversores por el elevado nivel de deuda que atesoraba y debía refinanciar en estos años, cuenta con una deuda financiera neta a cierre del primer semestre del año de 9.400 millones. En septiembre, las partes acordaron prolongar el plazo para elaborar esos trabajos de due diligence durante más tiempo, si bien la decisión formal sobre si lanzar finalmente la oferta o echarse atrás se aproxima.
Buena parte del pasivo de Grifols cuenta con un tipo de cláusulas conocidas como de cambio de control. Esto es, exigen la renegociación del pasivo en caso de que la compañía cambie de manos. Por ello, Brookfield debe contemplar para la transacción no solo levantar el capital necesario para comprar el capital de la compañía, sino también para refinanciar su pasivo. Para ello, el fondo ha entablado negociaciones con media docena de entidades financieras. Liderarán el préstamo Bank of America, Barclays, Banco Santander, Deutsche Bank y DNB, si bien se espera que estas entidades sindiquen el riesgo entre un buen grupo de entidades financieras.
Fuentes del mercado indican que la operación está aún en fase inicial y que se espera que concurra un ejército de bancos, tanto por el lado de Brookfield como por la familia. El mercado, no obstante, ya cotiza esta refinanciación. Los 1.400 millones en bonos que expiran en 2028 han pasado de cotizar al 82% del nominal antes de los rumores de opa al 94%, mientras que los 1.400 millones que expiran en 2028 han pasado del 82% al 91%.
La compañía ya ha atendido sus vencimientos más acuciantes. Ha cancelado un bono de 1.000 millones, que expiraba el año que viene, gracias a la venta de su participación en la empresa china Sanghái RAAS, por la que obtuvo 1.600 millones de euros. También atendió al vencimiento de otra colocación de 905 millones con una emisión privada de 1.000 millones que suscribió en su mayor parte el fondo Apollo, junto a los vehículos Golden Tree y Dianator. A mayores, la compañía debe afrontar también el vencimiento el año que viene de una línea de crédito de 900 millones. Su siguiente punto clave será en 2027, cuando deberá devolver 770 millones en bonos y dos préstamos sindicados por 2.600 millones en suma.
Junto a la refinanciación de la deuda, Brookfield también afronta el pago del capital a los accionistas. El fondo ha logrado un acuerdo con la familia catalana, que cuenta con un 30% de la compañía y se mantendrá en el accionariado, con el fondo como accionista principal. Los canadienses buscan también contar con socios, como fondos soberanos que se comprometan a asumir participaciones minoritarias y aportar algo de efectivo a la transacción. Lazard es el asesor financiero único del fondo y la familia para la transacción, mientras que la empresa se ha pertrechado cib Morgan Stanley y Goldman Sachs. Los asesores legales son Uría Menéndez y Linklaters por los opantes, y Latham & Watkins por la compañía. Paralelamente, la empresa ha creado un comité en su consejo de administración (formado por Iñigo Sánchez-Asiaín, Montserrat Muñoz Abellana y Anne Catherine Berner) para monitorizar la opa y llevar las conversaciones con el fondo.
En cualquier caso, la clave es dilucidar cuál es el valor real de Grifols. Capitaliza unos 6.500 millones y desde que se anunció la opa sube en Bolsa un 16%. Los títulos, no obstante, ceden un 26% con respecto a inicios de año, cuando su valor se desplomó tras la publicación del informe de Gotham City. Consignar cuál es el valor real de la compañía es uno de los principales retos que afronta la transacción. Según publica la agencia Bloomberg, Brookfield ha reclamado más tiempo para tratar dilucidar las operaciones vinculadas de la firma con sus accionistas.
Otra cuestión está en el precio de las acciones A y B de la compañía. El fondo ha decidido plantear un precio diferente para cada tipo de título, si bien con la misma prima. Justifica esta decisión en que los títulos B cuentan con los derechos políticos limitados, pero con un derecho de rescate en caso de opa. Por ello, está previsto que condicione la opa a que se convoque una junta extraordinaria en que la compañía apruebe un cambio de estatutario para eliminar este derecho de rescate. Esta intención ha provocado ya una revuelta en los accionistas de estas acciones B. Tres fondos (Flat Footed, Mason Capital Management y Sachem Head Capital Management) se han alineado para reclamar el nombramiento de un consejero y otro grupo de accionistas también prepara una batalla legal contra la medida.