Castilla y León albergará una de las mayores plantas de queroseno renovable de Europa

La instalación, que conllevará una inversión de 780 millones de euros, producirá hasta 60.000 toneladas de SAF al año. Se alimentará con residuos agropecuarios y tendrá un parque solar y otro fotovoltaico “plenamente dedicados”

Recreación de la futura planta de Solarig.

La empresa española Solarig y el Gobierno de Castilla y León han anunciado este miércoles los primeros pasos para que esta comunidad autónoma albergue una de las mayores plantas de queroseno renovable de Europa. La instalación, que se ubicará en el municipio de Garray (Soria), empezará a construirse en aproximadamente dos años y está llamada a comenzar a producir este carburante (conocido en el mundillo energético como SAF, por sus siglas en inglés) en 2028. La inversión total rondará los 780 millones de euros, según sus promotores.

La planta, bautizada con el nombre de Numantia SAF por...

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La empresa española Solarig y el Gobierno de Castilla y León han anunciado este miércoles los primeros pasos para que esta comunidad autónoma albergue una de las mayores plantas de queroseno renovable de Europa. La instalación, que se ubicará en el municipio de Garray (Soria), empezará a construirse en aproximadamente dos años y está llamada a comenzar a producir este carburante (conocido en el mundillo energético como SAF, por sus siglas en inglés) en 2028. La inversión total rondará los 780 millones de euros, según sus promotores.

La planta, bautizada con el nombre de Numantia SAF por su proximidad al yacimiento arqueólogico homónimo, tendrá una capacidad máxima de producción de 60.000 toneladas anuales. Una cantidad que, según Solarig, la empresa que está detrás del proyecto, podrá abastecer “más de 12.000 vuelos entre Madrid y Palma de Mallorca”. Para alimentar sus operaciones, la planta contará con dos parques renovables “plenamente dedicados”: uno solar fotovoltaico de 370 megavatios (MW) de potencia y uno eólico de 50 MW. Adicionalmente, contará con baterías con una capacidad de hasta 100 megavatios hora (MWh).

Las 60.000 toneladas de producción anual prevista sitúan a la futura planta de Garray entre los seis mayores proyectos de este tipo en el Viejo Continente. Será, también, la segunda mayor de Europa meridional, tras la conocida como SAF+/H2V, que entrará en funcionamiento en 2029 en Marsella (Francia), según la última recopilación de proyectos elaborada por la organización ambientalista Transport & Environment.

Los promotores de la planta soriana calculan que creará 140 puestos de trabajo de carácter estructural, asociados a su operación y mantenimiento. A esa cifra hay que sumar otros 870 temporales: únicamente durante la fase de construcción. El pacto entre Solarig y el Gobierno castellanoleonés comprende, además, la adquisición de 116.000 metros cuadrados para su puesta en marcha.

Belén Trincado Aznar

A diferencia de otras plantas de SAF, la recién anunciada en Soria podrá producir combustible por dos vías: aprovechando el biometano derivado de los muchos residuos agroganaderos de la zona o combinando dióxido de carbono (CO₂) biogénico —es decir, el que se libera por la descomposición de materia orgánica— con hidrógeno verde, el generado con energía eólica o solar. El proyecto capturará —siempre según sus promotores— 140.000 toneladas de CO₂ para su utilización posterior en el proceso productivo y reducirá las emisiones de este gas en alrededor de 170.000 toneladas anuales. En noviembre del año pasado, la compañía con sede en Madrid ya había anunciado una inversión de 250 millones en una decena de instalaciones de producción de biometano en esta comunidad autónoma.

El queroseno renovable está llamado a jugar un papel determinante para la descarbonización del sector aéreo, donde la electrificación es mucho más difícil y que suma el 14% de las emisiones mundiales de CO₂ procedentes del transporte. Sin embargo, aún queda mucho camino por recorrer. Tanto desde el punto de vista de la producción —las aerolíneas se las ven y se las desean para conseguir el SAF que necesitan para mezclar con el de origen fósil e ir reduciendo poco a poco su huella ambiental—, como desde el de los precios —su coste sigue siendo mayor que el procedente del petróleo—.

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