El gas cae a mínimos desde 2020 en EE UU y da carpetazo a la crisis de precios

El Henry Hub no bajaba de los dos dólares desde el año de la pandemia. Cada vez más contratos de exportación a Europa están vinculados a este índice

La terminal de exportación de gas Cameron Pass, en Luisiana, en la primavera de 2022.The Washington Post (The Washington Post via Getty Im)

Estados Unidos no consumía un gas más barato desde hace más de tres años: 1,8 dólares por millón de unidades térmicas británicas (MMBtu, una unidad de medida que suena a otros tiempos, pero que aún se emplea en el mundo anglosajón). El principal índice estadounidense, el Henry Hub, de hecho, solo había bajado de la barrera de los dos dólares en dos periodos en las últimas décadas: en 2016, en los albores de ...

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Estados Unidos no consumía un gas más barato desde hace más de tres años: 1,8 dólares por millón de unidades térmicas británicas (MMBtu, una unidad de medida que suena a otros tiempos, pero que aún se emplea en el mundo anglosajón). El principal índice estadounidense, el Henry Hub, de hecho, solo había bajado de la barrera de los dos dólares en dos periodos en las últimas décadas: en 2016, en los albores de la revolución del fracking y el gas de lutita, que ha dado la vuelta por completo al calcetín energético estadounidense y mundial; y en el 2020 marcado de principio a fin por el Gran Confinamiento. Hasta febrero de 2024.

Belén Trincado Aznar

La caída acumulada, de más del 40% en menos de un mes, es relevante por varios motivos. Primero, por su propia envergadura: aunque los mercados gasistas son pasto de volatilidad desde hace casi tres años —antes incluso de la invasión rusa de Ucrania—, no es fácil dar con un movimiento de esta magnitud. Segundo, por el momento en el que llega: es el síntoma definitivo de que la crisis energética ha pasado de ser objeto de titulares de prensa a material de análisis para los historiadores económicos. Y tercero, porque coincide en el tiempo con la polémica decisión del Gobierno de Joe Biden de vetar la construcción de nuevas terminales de licuefacción de gas, pieza clave para la seguridad de suministro en Europa: a la luz de los datos, y pese al temor inicial, los inversores parecen más que confiados en que no habrá problemas. Al menos, a corto y medio plazo.

La meteorología, con unas temperaturas más altas de lo habitual por estas fechas en el hemisferio norte —que reducen la ratio de uso de las calefacciones— y los altos volúmenes de gas almacenados en los inventarios son, a juicio del jefe de análisis de materias primas de Saxobank, Ole Hansen, los principales causantes de este aterrizaje. Y permiten, según expresa por correo electrónico, pensar en nuevas bajadas, también en Europa.

La cotización actual del Henry Hub equivale a menos de seis euros por megavatio hora (MWh, la unidad de medida que se utiliza tanto para el gas como para la electricidad en el Viejo Continente). Una cifra sin parangón posible con los 26 euros actuales en el TTF holandés, el mercado de referencia para los Veintisiete, donde el descenso ha sido acusado pero notablemente menor que al otro lado del Atlántico. Y que explica, junto con los generosos incentivos de la Ley de Reducción de la Inflación (IRA, por sus siglas en inglés), el creciente interés de las empresas industriales europeas por instalarse en suelo estadounidense. El coste de la molécula es, en fin, un factor cada vez más importante en las decisiones de localización —o deslocalización— de las inversiones; un frente en el que el gigante norteamericano tiene las de ganar y el gigante europeo (Alemania), las de perder.

Vínculo transatlántico

Con todo, la drástica caída en el precio del gas en EE UU es una muy buena noticia para Europa. Antes o después, el abaratamiento de la materia prima en su principal suministrador, con una cuota cercana al 50% en los últimos trimestres, acabará trasladándose al TTF. Un mercado que, de hecho, también encadena varias semanas a la baja, aunque a tasas mucho más moderadas. “Son dos mercados diferentes. EE UU es un país productor y exportador, mientras que la UE es completamente importadora”, contemporiza por teléfono Pedro Cantuel, analista de Ignis Energía. Sin embargo, muchos elementos de la ecuación son comunes: en Europa, las temperaturas —producto del cambio climático— también están siendo más altas de lo habitual a estas alturas del año; y los depósitos están más llenos que nunca.

A la traslación de Europa contribuyen, también, los cambios llevados a cabo en muchos contratos durante la crisis energética. Hace pocos años, la mayor parte de acuerdos estaban referenciados al barril de Brent —una métrica petrolera, no gasista, y que lejos de caer se ha encarecido en las últimas semanas—; hoy, en cambio, son legión los que beben directamente del Henry Hub. “Son muchas las empresas europeas que importan gas desde EE UU con precios de este índice y que se van a beneficiar de estos menores precios”, sustenta Cantuel.

Roto a principios de año el soporte de los 30 euros, una barrera que parecía inexpugnable hasta hace bien poco, quienes siguen el día a día del mercado europeo del gas ven aún más potencial a la baja. Sobre todo porque, aunque la demanda industrial empieza a dar signos de reactivación en algunos países —entre ellos España—, la del sector eléctrico sigue cayendo a buen ritmo

De seguir el patrón actual, dice el analista de Ignis, “no se puede descartar que volvamos a 25 o 23 euros, que son prácticamente niveles precrisis. El próximo mes y medio va a ser clave, porque termina la temporada de invierno y la demanda residencial se va a cero, y las reservas van a seguir muy altas. Todo, claro, si no pasa nada raro en lo geopolítico”. Cantuel se dice “optimista” tanto por la tendencia en EE UU como porque las caídas de demanda, sobre todo en el sector residencial y eléctrico están siendo muy importantes, con cada vez más renovables. “Eso seguirá presionando a la baja tanto el consumo como el precio del gas”, confía. En la misma línea, Hansen, de Saxobank, cree que un regreso al entorno de los 20 euros por MWh en Europa sería “un gran logro”. Aunque ni mucho menos improbable.

El fuerte repunte del gas en 2021 y, sobre todo, en 2022, fue uno de los principales detonantes del estallido del IPC. Sobre todo en Europa, donde la escalada llegó a recordar —por momentos— a la de los años setenta del siglo pasado. Ahora, con las aguas energéticas regresando a su cauce mucho antes de lo augurado, la moderación del gas promete buenas noticias en el frente inflacionario. Un argumento para que los bancos centrales, por el bien de la economía real, empiecen a deshacer el camino andado. Uno más.

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