A24, el estudio ‘indie’ que vale más de 3.000 millones y triunfa en los Oscar con su ‘Todo a la vez en todas partes’

Fundada en 2012 en Nueva York, también lanzó la oscarizada ‘Moonlight’ y el éxito televisivo ‘Euphoria’

Las dos protagonistas de 'Todo a la vez en todas partes' con uno de sus múltiples premios conseguidos.Foto: EMMA MCINTYRE (GETTY IMAGES)

“Estás viviendo tu peor tú”. Cuando uno de los múltiples maridos de la protagonista de Todo a la vez en todas partes dice esta frase en la película con más nominaciones a los Oscar de este domingo, lo hace como un extraño cumplido: su vida es tan mala que en cualquier otro mundo paralelo le tiene que ir mejor a la fuerza. “Eres todo potencial”, añade. En eso, en que es todo potencial, coincide con el estudio independiente de moda tras el éxito del año y de otros anteriores como Moonlight o la televisiva Euphoria. Se llama A24 Films y hace un año los mercados lo valoraban ya en unos 3.000 millones de dólares.

Y subiendo: en marzo de 2022, la compañía fundada diez años antes en Nueva York salió de ronda de financiación para recaudar 225 millones de euros más y sus responsables calcularon que eso equivalía a menos del 10% de su valor. Los rumores financieros, en plena vorágine de compras de estudios en el arranque del año pasado, incluso elevaron esa cifra a unos 3.000 millones, según recogió Bloomberg. Nadie compró. O no quisieron vender, sabiendo que su precio sólo podía subir.

Con aquella nueva ronda, el fondo Stripes y su fundador, Ken Fox, se incorporaban al consejo de la compañía, que no había recurrido al mercado desde su creación en 2012 por tres veteranos de Hollywood cansados de los estudios tradicionales y con vínculos con pequeños fondos de inversión de la Gran Manzana: Daniel Katz, David Fenkel y John Hodges.

Lejos de California y con cierto aire del viejo cine independiente de los noventa, comenzaron como una distribuidora con objetivos modestos, pero muy pronto llamaron la atención de dos gigantes del sector como DirecTV y Prime Video, con los que rubricaron sendos acuerdos durante 2013 para que las plataformas emitieran en exclusividad las películas que ellos distribuyeran. Sólo a través del primer contrato recibieron 40 millones de dólares.

En aquellos momentos, el catálogo era más bien escaso, aunque A24, llamada así por una carretera romana, acababa de comenzar su expansión: en los dos años siguientes ya empezaría a sonar en el circuito alternativo al hacerse con los derechos para Estados Unidos de La habitación, Ex Machina y Amy, todas ganadoras de un Oscar (a mejor actriz principal, efectos visuales y documental, respectivamente). La caja también engordaba gracias a éxitos como La bruja. En paralelo, se extendían hacia la televisión y, en cuanto a distribución, tendían puentes con China.

Llegados a 2016, y antes de recibir sus primeras estatuillas, el estudio anunció otro acuerdo con Bank of America, JP Morgan y SunTrust para ampliar hasta los 125 millones su línea de crédito original de 50 millones. Con este dinero, la empresa “reforzaría su negocio principal de distribución además de ampliar su producción y desarrollo de películas y su negocio de televisión”.

Dicho y hecho... y triunfo a la primera. La película que supuso el bautizo de A24 como productora fue Moonlight, ganadora del Oscar a la mejor cinta en la edición siguiente (sí, la del famoso error en la lectura del vencedor para La la Land). Desde entonces, ha distribuido y/o producido una veintena de films al año, con una clara querencia al cine independiente, al de terror autoral (es habitual que las entregas dirigidas por Robert Eggers lleven su sello) o a las producciones europeas o asiáticas con proyección. Igualmente, rubricaron acuerdos por Apple TV y Showtime, ninguno de ellos atado por la exclusividad para seguir con las manos libres.

Hasta que arrancó el año 2022 y se multiplicaron los rumores de venta de A24. El 9 de marzo, dos días antes de que se estrenase en el festival indie SXSW Todo a la vez en todas partes, se difundía la noticia de que el estudio salía de ronda de financiación. No tuvo ningún problema en cubrir el dinero y se coqueteó con una venta que no cuajó finalmente pese a que esos días se pagasen 900 millones por una pequeña firma cinematográfica de Reese Witherspoon’s (Hello Sunshine) o 3.000 millones por Moonbug, un gigante de los contenidos infantiles.

Parecía que A24 sabía que su precio iba a crecer con su nueva apuesta cinematográfica. A las tres semanas, el viejo Hollywood (o las grandes productoras de siempre, además de las todopoderosas plataformas) no se podían creer que una pequeña película con unos 20 millones de presupuesto (eso es lo que cuesta un único episodio de la televisiva La casa del dragón) había batido uno de esos récords mínimos pero significativos: fue capaz de recaudar 50.130 dólares por sala de cine, una marca que mejoraba incluso a las estratosféricas cifras de la última entrega de Los Vengadores.

Con ese arranque y la publicidad que fue ganando (A24 también maneja con maestría este flanco, con casi dos millones de seguidores en Twitter o Instagram), además de las críticas que no entendían muy bien el secreto de su éxito (pero admitían que aquello era divertido), pronto se convertiría en la película más rentable del estudio: más de 100 millones de recaudación en todo el mundo (España no aportó demasiado: apenas medio millón de ingresos, la número 96 en la lista de más vistas de 2022), aunque tres de cada cuatro dólares fueron en Estados Unidos.

La cifra de los 100 millones no es poca cosa cuando se habla de los Oscar y de la que sea elegida mejor película. La Academia de Cine ha logrado desbaratar toda quiniela de un tiempo a esta parte y las viejas asunciones de que los nombres sagrados o los éxitos de taquilla pesaban en las decisiones (Titanic, Forrest Gump, El señor de los anillos...) han quedado obsoletas. Desde 2012, sólo una ganadora a la estatuilla más preciada, Argo, rebasó los 100 millones de recaudación mundial y entre 1990 y 2010 era algo más que habitual.

‘Todo a la vez en todas partes’ está viviendo su mejor versión. “Un faro” para los productores independientes, proclama Joe Russo, uno de sus productores y uno de los hermanos culpables de desarrollar la locura palomitera de los Vengadores. “Es un camino mucho más duro hacer una película de esta escala y estrenarla en salas de cine”, añadió en una entrevista recogida por Bloomberg cuando empezó a desatarse el fenómeno del año.

En efecto: hablaba directamente a un sector inmerso en dudas por la era postpandémica y la batalla sin cuartel de las grandes plataformas, que tratan de alejar a los espectadores de las butacas tradicionales mientras enjugan sus propias deudas desatadas. Dicen que a los académicos le gustan las películas que hablan de cine.

Quizá este año toque premiar a quien devolvió a la gente a los cines sólo por descubrir una película distinta. Por ahora, A24 es la distribuidora con más nominaciones totales, 18 (incluyendo las 11 de ‘Todo a la vez en todas partes’ o la de Brendan Fraser por La ballena), frente a las 16 de Netflix o las 22 que se suma el conglomerado Disney a través de sus múltiples tentáculos (de ahí que sume más en conjunto pero no cuando se habla de una sola empresa distribuidora). Gane o no el premio más codiciado, A24 Films vale hoy mucho más que esos 3.000 millones de hace un año.

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