Luis Sancho (BNP Paribas): El pionero que susurra a las empresas con acento francés

Tras más de 30 años de experiencia, pone el acento en las preocupaciones ESG

Luis Sancho, consejero delegado BNP Paribas

Cuando Luis Sancho (Madrid, 1966) comenzó su carrera pocos sabían qué diantres era un banquero de inversión. Eran los 80 y los 90, la época en la que la figura del ejecutivo nació en el imaginario colectivo de los españoles. Las empresas dejaron de ser dinosaurios centenarios en manos del Estado o de unas pocas familias de rancio abolengo. Empezaron a llamar a la puerta de los bancos para pedir créditos, decidieron salir a Bolsa o crecer a base de compras de sus competidores. Importados de Wall Street, emergieron los banqueros de inversión. Y ahí estaba Sancho, tras formarse en la que era entonces la gran cantera para los hombres de negocios, ICADE. Su carrera arrancó en la extinta Arthur Andersen. Y de ahí pasó a la división de banca de inversión y corporativa del Santander, donde estuvo en varias etapas hasta 2008, año en el que dio el salto a BNP Paribas.

“La principal diferencia con el trabajo en la actualidad es que entonces era muy técnico, con un muy buen conocimiento industrial y financiero. Hoy es mucho más que eso. En la banca de inversión, o tienes todos los frentes cubiertos o es muy difícil darle valor a los clientes. Es un mercado muy competido, pero donde necesitas no solo asesorar, sino también financiar, cubrir las posiciones, pensar en los aspectos sociales,... Tienes que poner muchas más líneas de negocio al servicio del cliente, lo que para mi es la gran diferencia. Los grandes bancos tenemos que hacerlo todo alrededor de una transacción”, explica.

El banquero habla de esta concepción holística de las transacciones que exigen los tiempos actuales, como demuestra la variedad de las operaciones que ha liderado: el sale and leaseback del Banco Santander, donde estructuró una transacción después repetida por otros bancos, la agresiva campaña de crecimiento de Cellnex o los últimos movimientos de MásMóvil. Afirma que su secreto es conocer todo lo que ocurre en una compañía y en sus competidores. “Necesitas saber qué está ocurriendo en un sector en Alemania o los países nórdicos, con mucho conocimiento y fuentes, en un entorno muy rápido y dinámico”.

La segunda diferencia que este banquero advierte con respecto a la era de la beautiful people es la preocupación por las cuestiones ESG (medio ambiente, social y gobernanza, por sus siglas en inglés). Una preocupación por que los bancos solo financien a las empresas que hagan el bien y se preocupen por cuidar el medio ambiente, generar un impacto positivo en la sociedad y estar bien gestionadas. Tras más de treinta años de experiencia, Sancho confiesa que este asunto, en el que el banco ha tratado posicionarse a la vanguardia en los últimos años, es lo que le insufla ganas para levantarse cada mañana.

En medio de su larga trayectoria en Santander y BNP Paribas ha tenido tiempo para otras batallas. En los 90 creó su propio banco de inversión en México junto a un grupo de ejecutivos. Y se tomó un tiempo de respiro para estudiar un MBA en Standford. Más tarde, durante su etapa en BNP, pasó tres años en París como responsable para toda Europa del área de Corporate Finance (finanzas corporativas), para después volver a España como el responsable de toda la banca de inversión. Y hasta hoy.

Sancho, un hombre que transmite tranquilidad y una amplia experiencia, hace de puente entre dos vecinos antes enemigos, ahora aliados. Francia y España. No en vano ha trabajado en el primer banco español y en la primera entidad gala. Una atalaya singular para otear las diferencias entre cómo se hacen los negocios en los dos países. Si bien matiza que BNP Paribas no es un banco francés, sino que es ya un banco europeo y de cultura europea, describe el ambiente de trabajo como “meritocrático” y “muy agradable y correcto”, frente al estereotipo de una profesión de tensión, competitividad y hostilidades. “La cultura francesa es el método, la sistemática y el rigor. Son muy organizados y estructurados. Eso es una buena base para poner encima el genio que tenemos en España, nuestro punto de creatividad”, describe.

Sancho reconoce que en su conocimiento hay un vacío que no es muy común, el fútbol. En su tiempo libre, antes que aposentarse en el sillón a ver un partido, se dedica a disfrutar de los espacios al aire libre. En concreto, entre sus aficiones figura la vela, esquiar o pasear por el campo.

El trabajo del banquero de inversión no permite, eso sí, muchos momentos de recreo. Pese a tener una extensa familia (es padre de seis hijas), este banquero admite que en muchas ocasiones el trabajo le ha recortado el tiempo para los suyos, siempre pendiente de urgencias, filtraciones o los tiempos que eligen sus clientes para hacer operaciones. La clave, en su opinión, es el trabajo en equipo y adelantarse a esas urgencias de los clientes.

Han pasado tres décadas desde que Sancho empezó en la banca de inversión. No solo ha cambiado el cómo se ejecutan las operaciones, sino también la manera de entender el mundo de los que las hacen. Las entidades empiezan a ver cómo sus banqueros más jóvenes ya no están dispuestos a hacer las jornadas maratonianas que han sido el cliché que ha caracterizado a este negocio. Frente a esta tendencia, Sancho luce galones y considera que lo mejor de su carrera ha estado ligado a estos temidos atracones de trabajo. “La gente que trabaja mucho es porque está disfrutando de lo que hace. Mis mejores momentos en banca de inversión han sido después de algún sprint, cuando trabajas en un finde y tomas horas de tu vida privada. Al final también es un tiempo de disfrute. A quien no le guste esto, la banca de inversión no es su trabajo”, asegura.


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