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El Ejecutivo prevé 58 millones de entradas, las mismas que en 2006

Tantos turistas como antes del inicio de la crisis

Los años 2006 y 2007 marcaron un hito en las estadísticas turísticas, ya que fueron los dos únicos de la serie histórica en los que la entrada de visitantes extranjeros superó el umbral de los 58 millones de personas. En los ejercicios siguientes, como consecuencia de la conjunción de varias crisis financieras internacionales, esa cifra descendió abruptamente hasta llegar a los 52 millones en 2009 y 2010. La primavera árabe y las revueltas en mercados competidores como Túnez o Egipto dieron un respiro a los destinos vacacionales españoles en 2011, con la recuperación de cuatro millones de viajeros hasta cerrar el ejercicio en 56 millones. Este año, pese a los malos augurios, se va a convertir en el de la consolidación, según las previsiones que realizan los técnicos del Instituto de Estudios Turísticos, dependiente del Ministerio de Industria, Turismo y Energía.

En su último balance trimestral, correspondiente al periodo comprendido entre julio y septiembre, este organismo certifica el buen estado de salud del turismo, con la entrada de 21,7 millones de visitantes en temporada alta, lo que representa un incremento del 4,9% respecto al mismo periodo de 2011. A tenor de estos resultados, el Ejecutivo augura que 2012 se puede cerrar con un flujo de visitantes cercano a los 58 millones de turistas (un 3,6%), de modo que España recuperaría las entradas que se registraban antes del inicio de la crisis en 2007.

¿Cuáles son los motivos que han propiciado este incremento en plena tormenta financiera internacional? En primer lugar, Túnez o Egipto todavía no se han recuperado del todo de lo sucedido en 2010 y eso sigue provocando un trasvase, aunque menor, de visitantes desde esas naciones a España. Esa tendencia, sin embargo, puede acabarse en este último trimestre si se analizan las tasas de crecimiento en la entrada de turistas a esos dos países. Especialmente significativo es el incremento experimentado por Túnez, con avances del 44% en el mes de agosto, gracias a las rebajas de precios y de tasas.

Otro factor que puede haber jugado a favor de España es la debilidad del euro. Su depreciación frente al dólar es un hecho que ha abaratado sustancialmente los viajes a España y ha encarecido los viajes de los socios de la zona euro a América, África o Asia, lo que sin duda puede haber contribuido a fidelizar aún más turistas de nuestros grandes mercados (Reino Unido, Alemania o Francia).

Todas estas ganancias pueden desaparecer o menguar aceleradamente ante el impacto, aún no cuantificado, de la subida del IVA que grava a las actividades turísticas (desde el 1 de septiembre pasó del 8% al 10%). Este incremento difícilmente se trasladará a precios para no perder competitividad y tendrá que ser asumido por las compañías contra sus márgenes.

Los ajustes y el paro frenan al visitante nacional

Los resultados de la actividad turística ofrecen dos caras bien diferenciadas. Si los visitantes proceden del extranjero, las entradas y el gasto crecen a tasas elevadas. Si por el contrario, el análisis se circunscribe al turismo nacional, el resultado es bastante peor. El número de viajes al extranjero o al interior disminuye, en paralelo a la subida de impuestos, la austeridad presupuestaria o a la escalada del desempleo. El gasto y las pernoctaciones en los desplazamientos interiores sigue anclado en una tendencia negativa iniciada a finales de 2011.Y eso está teniendo un efecto devastador en las cuentas de explotación de muchos establecimientos costeros y urbanos, especialmente del norte de España, que dependen casi en exclusiva del turismo nacional. Así se pudo comprobar en el balance de la Semana Santa, en el que los destinos antes mencionados registraron niveles de ocupación que en muchos casos no superaron el 40% del total, y así se puede atestiguar en los últimos resultados, correspondientes a agosto, el mes en el que tradicionalmente se produce un mayor flujo de viajeros. Durante ese periodo, el número de viajes, tanto al extranjero como a España, descendió en la misma cuantía (un 5,6%) y en ambos casos también se pudo comprobar una tendencia a prescindir del alojamiento hotelero en favor de otras opciones más económicas. El 80% de los turistas nacionales optó por alojarse fuera de un hotel y de ese porcentaje, la mitad escogió casas de familiares.

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